En las cuatro últimas columnas me he referido a
iniciativas que tuvieron lugar en los años 1970 y 1971. Digo: es la exposición Matta de todos y Suprasensibilidades que pone en relación estos sucesos. No hago más
que leer la coyuntura. Matta pinta las arpilleras en octubre de 1970, mientras
Fichte realiza la entrevista a Allende un año después.
Fichte analizó la UP desde su travesía por el
submundo santiaguino de los saunas homosexuales, mientras esperaba la
entrevista con la Voz Viril. Pero es mi deber relevar el hecho que en ese
momento, Enrique Lihn y Germán Marín editaban la revista Cormorán. Ellos hacían todo. Desde la edición literaria hasta la
edición gráfica, desmarcándose de la gráfica oficial. Esta fue la plataforma
desde la cual German Marín ideó y produjo uno de los libros más espectaculares
producidos durante ese período: Chile o
muerte. Se trata de un libro que comenzó –presumiblemente- en 1969, y que termina
de montar en México en la primera mitad de 1974. Esto que hace Marín refleja un “submundo-otro”, al que
Fichte no tiene acceso, y ni se imagina que existe.
Ronald Kay tampoco asume la existencia de Cormorán. Al parecer, ni se entera del texto escrito por
Enrique Lihn y otros[1],
que se publica en esa revista, bajo el título Por la creación de una cultura nacional y popular. Los invito a leer el ensayo de Jaime Pinos en
el libro Horroroso Chile (Ensayos
sobre las tensiones políticas en la obra de Enrique Lihn), publicado en el 2013
por Alquimia Ediciones. Se
encontrarán con interesantes sorpresas en relación al submundo de la disidencia
a la que Enrique Lihn pertenecía. Y se trata de un tipo de disidencia que no
será considerada por la oficialidad del espectáculo[2]
que formatea la perceptibilidad de la escena plástica.
Sin embargo, en los ensayos de esta magnífica
edición, no hay una sola mención a los escritos de Enrique Lihn sobre artes
plásticas. No es una falla. Solo es una
opción de perspectiva que compromete a una generación de lectores que irrumpen
en la cercanía generacional de Rodrigo Lira. No tenían por qué enterarse de los textos de
1956 y 1957. Esto es lo que ocurre cuando no se escribe de manera suficiente
acerca de las condiciones de producción discursiva cuando se prepara una
edición. No tengo por qué decir más.
Solo re-leo a Enrique Lihn desde mi posición de
lector simultáneo de Cormorán y
recupero las hipótesis que debieran conducirme a colmar la laguna que tengo
sobre su biografía intelectual; es decir, en torno a lo que hace entre 1958,
cuando deja Revista de Arte, y 1966, cuando gana el premio de poesía de Casa de
las Américas y viaja a Cuba. Fichte no se dará por enterado. No puede disponer
de elementos para entender las sutilezas de esa coyuntura de escritura. Lo trágico de este asunto es que en los años
ochenta se hace editar por quien no se había ganado el premio mencionado.
Al final: ¿Qué es lo que me molesta? Muy simple.
Resulta complejo leer los sobredimensionamientos que la actualidad produce
sobre disidencias determinadas, que terminan por encubrir, si no, omitir, la
existencia de (otras) disidencias, cuya legitimidad es adelgazada por
operaciones de anacronismo historicista. Todo bien. Tienen derecho. La especulación editorial existe. Pero eso mismo, me otorga el derecho a
señalar que esas disidencias a las que Lihn y Marín pertenecen, por ejemplo,
han sido silenciadas de una manera intolerable, tanto en el campo literario,
como en el campo político. Y de manera precisa, se trata de disidencias que
jamás se instalaron como academias de la insubordinación.
Celebro el esfuerzo de Alquimia Ediciones. Me
puso en contacto con otras disidencias, en el seno de un debate para el que
existe un caudal documentario consistente, que había que hacer visible. Para
eso está el trabajo de producción de
archivo.
[1] Entre los firmantes se encontraban Jorge Edwards, Antonio
Skármeta, Waldo Rojas, Ariel Dorfman, Germán Marín y Poli Délano.
[2] Nombre de una guía del espectáculo que circula en Paris
en los años setenta: L´Officiel des spectacles (Guía oficial del espectáculo).
Puede ser -además- traducido como
“comisariato del espectáculo”.
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