viernes, 30 de agosto de 2019

AUTO-AYUDA



El roman de gare ha sido reemplazado paulatinamente por el “feel-good book”, que, literalmente, quiere decir “novela que hace bien”. En definitiva, es el tipo de libro que ilumina vuestra jornada y que ofrece una burbuja de oxígeno lejos de un cotidiano pesado.

Se equivoca quien piensa que en este campo solo deben ser consideradas  las comedias, porque las “comedias dramáticas” también encuentran su lugar. ¡Oh! Un oxímoron. Procedimiento exagerado ya por Matta y empleado a título jocoso por premios nocionales con síndrome de erudición post-dadaísta.  En todo caso, cualquier libro que amemos puede entrar en esa categoría.  Es decir, toda la crítica de arte no es más que una comedia dramática. Lo que se olvida es que el libro debe presentar una visión optimista de la vida. En la actualidad académica de corte jesuítico debe ser un libro en el que se presenten personajes capaces de inspirar al lector a ejecutar acciones buenas. Donde los artistas aparecen, siempre, como personajes positivos (que son).

He tomado interés por este formato editorial al pensar en el destino de la crítica de arte y del trabajo subsidiario de los jóvenes lobos de la historiografía en Chile. Bajo el aspecto de una comedia, el “feel-good book” ofrece una verdadera reflexión sobre nuestra capacidad de “re-inventarnos” y de creer aún en nuestros sueños. La idea es que debemos adaptarnos ferialmente a situaciones difíciles para sacar siempre lo que sea más útil a la visibilidad de las inversiones sísmicas. Es muy bueno equiparar las prácticas de arte a la actividad telúrica porque eso denota una expresión geográfico-identitaria que nos hace (h)únicos. Se trata de libros de auto ayuda historiográfica en que se pone en valor la importancia de la amistad de provincia con las visitas ilustres. Pero es un esfuerzo por borrar toda conflictividad de la historia, en provecho de una excusa que permita justificar la neutralización obstructora como política.

En este sentido, disponemos de un abanico de posibilidades que van desde obras y textos de acompañamiento sobre experiencias de residencias en comunidades carenciadas, hasta intervenciones en el paisaje en pro de la defensa del agua, pasando por las re-escenificaciones de lugares de memoria. Todo lo cual, descrito en la clave maníaco-depresiva  de un  “nunca-más”, pero sobre todo, de restitución de  lazos sociales por decreto..

En definitiva. Esta palabra es fundamental. Se pronuncia poniendo la palma de la mano sobre el pecho. Entonces, en definitiva, repito,  se trata de una crítica de arte que solo se piensa  como restitución post-académica de un mantra  promocional que limita con el nepotismo, donde la re-invención significa montar historias de encubrimiento de los fracasos, de tal modo que sea posible especular sobre el vacío de obra y adquirir un estado de autismo relativo que debiera ser interpretado como sabiduría. 

Las situaciones difíciles corresponden siempre al inventario de casos autorizados para una especialización en  “artes de la infracción”, dando lugar a un conjunto de obras que celebran la grave  dependencia de la segunda generación de artistas-esceno-avanzados,  con  garantía implícita de redes de defensa gremial para conceptualismos históricos decoloniales. Esas son las obras que se re-inventan en zonas curatoriales extremadamente agotadas y acotadas, que sobreviven más de las promesas de sus gestores que de logros efectivos de avance institucional. 

La comedia dramática del arte chileno explotaría de manera positiva la certeza de su hundimiento, a la hora en que el estiramiento de los efectos de la dictadura todavía demuestra su utilidad, en una especie de retoque inflacionario de la nostalgia por un período inventado a la medida de artistas jóvenes e investigadores que viven para la invención de un trauma de origen diferido, dispuestos a consumir con desesperación los relatos de conveniencia.

¿Dónde está lo positivo?  Gracias a la existencia de financiamiento universitario para publicaciones, en el marco de una producción editorial que contribuye a mantener opciones de acreditación, las posibilidades que tiene los jóvenes lobos para ser publicados han aumentado exponencialmente. De modo que la auto-confirmación ritual de nuevas acciones (neo-performance),  la citacionalidad religiosa de sus referentes,  la ilustratividad de su inventario, entre otras cosas, hace posible su circulación en un mercado siempre secundario, al que llega con un retraso que se apresura en omitir. De todas maneras, espera ser compensado por un tipo de coleccionismo que ponga a precio de feria  un pack de obras políticas. En ese sentido deben competir con las pocas piezas que todavía quedan de artistas que en los años ochenta eran considerados como “grupos de apoyo”. 

Churchill-and-Newton decía que nunca antes, tantos les debían tanto a tan pocos. De manera análoga es posible sostener que en la comedia dramática del arte, nunca antes se ha publicado tanto  y ha servido a tan poco.   

domingo, 25 de agosto de 2019

PIEDRAS



Un festival es siempre una apuesta editorial, desde su programación hasta la logística de su emplazamiento y realización. Suelen ser momentos de discontinuidad en la vida de una comunidad, destinados a ponerla en relevancia y fijarla en un mapa de relaciones culturales complejas. Es así como desde hace diez años, un festival de cine documental tiene lugar en la Isla de Groix, a media hora en ferry frente a la costa de Lorient (Bretagne). Durante el trayecto, la antigüedad de la historia contemporánea resulta imposible de omitir, puesto que se aprecia desde la embarcación, los restos de la base de submarinos alemanes durante la segunda guerra.  Son las primeras imágenes de este viaje editado para desembarcar en una programación dedicada aux îles chiliennes: Chiloé, Juan Fernández, Rapa Nui.  Desde Groix. Donde dos capillas establecen unos parámetros de recepción, en el terreno de la imagen: en la primera, vitrales donde aparece San Pedro pescador; en la segunda, vitrales donde Santa Ana salva a los náufragos. Entre ambas figuras tutelares podemos entender que un festival de documentales sea la extensión natural de un cierto rigor bretón. El pueblo (le bourg) está anclado por estas dos imágenes. En la aguja de la torre de la iglesia principal un atún, objeto primario de la economía de la isla, vigila los vientos. En algún momento llegó a haber más de un centenar de chalupas que hacían sus campañas de pesca entre Lorient y Dakar. Pero esa es una historia de antes de la motorización.





Un festival, como decía, es una pequeña máquina de edición: en el programa, tres documentales desde/sobre Rapa Nui, que difícilmente veríamos juntos en nuestro país. Formando un bloque discursivo que pone en tensión el archivo, la expoliación y el manejo de la capacidad de carga de la isla; declarando derechos, sugiriendo aproximaciones eco-sistémicas, promoviendo formas duraderas de recuperación de la lengua, fijando parámetros para una historia de problemas.  

En agosto de 1785, desde el puerto de Brest, zarpó la expedición de La Pérouse, acostando en Rapa Nui en abril de 1786. Su segundo de a bordo era Fleuriot de Langle. Curiosamente, resultó que su familia fue alguna vez propietaria de la colina en la que se ha instalado, hoy día, el proyecto de esculturas de La Vallée des Saints, en plena ruralidad bretona, a dos pasos de Carnoët. Como siempre, en Bretaña, se es fiel a las imágenes tutelares. Desde el siglo quinto, después de la retirada de los romanos de las islas británicas, se intensifica un movimiento migratorio empujado por los ataques de los pictos de Escocia y los “scots” de Irlanda. Monjes, ermitas y otros miembros del clero se instalan en la península de Armor, donde los druidas reúnen todos los poderes, desde los ritos y la enseñanza vía tradición oral. En el contexto celta, el terreno jurídico forma parte de la teología, lo que convierte a los druidas en juristas y jueces. La evangelización de la Armórica se hizo, no por destrucción de los cultos de origen celta, sino por la instalación de un nuevo sentido de las viejas tradiciones que se traduce en fuentes, estelas, dólmenes, túmulos, etc. Es decir, en trabajos de la piedra.




Es la singularidad de la piedra la que conecta a Rapa Nui con Bretaña, a propósito de una iniciativa que se propone realizar una residencia de escultores rapa nui en este valle, para levantar un monumento; porque es desde esa singularidad definida por la materia, que se alcanza una proyección universal sobre las formas de relación con lo sagrado. Esta es una manera de entender como la naturaleza según las leyes inmutables de la física organiza su estrategia de ataque y de defensa mediante combinaciones cruzadas.

Ciertamente, es gracias a las piedras que  Jean Malaurie[1]  pudo interrogarse sobre las dialécticas internas de las sociedades humanas. Un minuto de atención para las palabras de este soñador de las piedras. Es la geomorfología la que le hizo comprender el ecosistema de la materia, las leyes de la evolución, de la piedra, de los hombres, y la psicología genética del entorno, de la inercia a la vida.  La realidad es rugosa y en su complejidad nos proporciona la prueba de que lo minúsculo es enorme. La naturaleza se organiza hasta en las acumulaciones de piedra. Jean Malaurie se pasó la vida en tierras inuit estudiando los desprendimientos y pedregales de rocas, buscando en sus diferencias térmicas una explicación de la erosión, como parte de la cultura.

Pensar la cultura como erosión es entender la realidad humana en una dimensión cósmica que no deja de plantear dudas a los negociantes de ciencias ocultas. Es una broma; me refiero a las ciencias sociales ministerializadas. La cultura es la elaboración de la erosión, a partir de las consideraciones simbólicas de las fallas. Esto es, lo que llamo historia de problemas.

Por alguna razón comencé esta columna haciendo mención al vitral de San Pedro, tirando las redes, para dar cuerpo a la parábola de la multiplicación de los peces, como ilustración de una economía local que sostiene un festival de documentales donde se recoge la multiplicación de las imágenes de las islas, en su materialidad referencial: sobre esta piedra levantaré mi iglesia; que es como decir “sobre estas piedras levantaré las imágenes del esfuerzo humano”.   


[1] MALAURIE, Jean. “Hummocks”, De la Pierre à l´homme, avec les Inuit de Thulé, Terre Humaine / Poche, Plon, 1999.


sábado, 17 de agosto de 2019

ROMAN DE GARE Y SUB/NOVELAS


En Chile, el nombre “roman de gare” no funciona. No hay ferrocarril en los términos que el género exige. Lo cual reduce considerablemente las formas de narrar. Se narraba, en Chile, de Norte a Sur, o de Sur a Norte, siguiendo la línea del tren. Hay pocas narraciones de ramales. Y luego, vino el derrumbe. Entonces, los camiones. Pero no hay novela de terminales de camiones. No hay novelas de camioneros, tampoco. En el imaginario de los escritores de izquierda tampoco los camioneros son objeto de narración. Es un castigo por su participación en el golpe militar.  Pero tampoco hay narraciones de terminales de buses. No hay historias de rodoviarios. De este modo, ya no hay viajeros que sean objeto de una trama. Ya no hay viajeros que consideren que leer un libro en el trayecto, valga la pena. Los videos y las conversaciones abiertas por celular impiden que el viaje sea, durante el día, un asunto donde un mínimo espacio privado sea respetado.

Recuerdo lo que era viajar en AndesMarBus, a fines de los sesenta. Era elegante. Hasta el modelo cincuentero de las máquinas estaban acorde con un concepto de velocidad y de traslado. Se podía leer. Eran buses Chausson.

En la red de ferrocarriles francesa, en todo caso, la vida del roman de gare no es fácil tampoco. Un Paris-Marsella en TGV no demora cuatro horas. No hay novela corta que resista. Las novelas serán, entonces, de ida y regreso, como los boletos. Los cambios que han tenido lugar en la tecnología ferroviaria ha tenido efectos editoriales.

Había una fórmula que funcionaba en el marco de la ferrovía antigua. Todavía opera en  los pueblos en que los pasajeros atraviesan directamente la vía. Entonces había un letrero que decía: Faites attention / Un train peut en cacher un autre. (Tenga cuidado. Un tren siempre puede esconder otro (tren)). De ahí que un roman peut toujours en cacher un autre. Una novela esconde siempre otra (novela). La que leo, en estas circunstancias, es la novela que está oculta por la primera. En términos vulgares, quiere decir “las apariencias engañan”. Pero al menos, indica la forma de la sobre posición. ¿Qué hay debajo de la novela? ¡Otra novela! Pero bajo la forma de una sub/novela. No de una novela corta, sino de un diagrama que corre bajo la versión. Por eso, siempre, esa novela es sub/versiva. Todo se desliza por la hendidura que la separa de la supra/novela.






Acabo de enterarme que Hueders publica “El niño alcalde”, una nueva novela de Marcelo Mellado. Pero al mismo tiempo, que Random-House re/publica “Informe Tapia”. Ahí está la diferencia: “Informe Tapia” es la supra/novela. Llamémosle así: novela significante. Eso quiere decir que para leer todas las demás novelas, hay que pasar por “Informe Tapia”; es decir, leerlas desde el diagrama inconsciente de  su maquinalidad. Es decir, de cómo funciona, no como narración, sino como escritura.

Ya le han preguntado si el título de la novela sub/versiva tiene que ver con Sharp. Esa es una carajada literaria. (Risas). Marcelo Mellado ha hecho del poder municipal un campo de explotación lexical que define las prácticas de enunciación burocrática de un tipo de funcionariato que reproduce en su estructura obstructiva la retención de roles. Nadie está autorizado a sobrepasar los límites de sus atribuciones ni a suplantar a otro en sus funciones; pero –en verdad- todo funciona gracias a la suplantación generalizada de roles, porque una cosa es la ordenanza, y otra cosa es lo real.  De modo que la maquinaria trabaja con indicios de acción decretal, para luego enumerar los encubrimientos que serán necesarios para distribuir prebendas como sistema relacional, terminando por ejercer las dinámicas de colocación que satisfacen la voracidad de la tribu.

En cultura, la sub/novela está siempre garantizada por un poeta; es decir, todo en Marcelo Mellado está pensado para reivindicar la poesía-trouvée  en la pragmática retórica del concejo, como senado romano de pacotilla. Es decir, espacios de intercambio de palabra que se concreta en enunciados encubridores y compensatorios.  De este modo, no es justo asociar a Sharp, al diagrama de la sub/versión, porque se trata simplemente de un “juego de palabras”, donde el título apela a todos los otros títulos en los que la palabra “niño” trabaja su duelo. Por ejemplo, el niño que enloqueció de amor. O bien: el pequeño vigía lombardo. La asociación funciona: una autoridad ordena a un niño subir a un árbol para vigilar al enemigo. El poder municipal ordena a los ciudadanos a ponerse en riesgo. Y además, los culpa de sus derrumbes. Pero es el derrumbe de sus palabras.

Aquí, la frase puede experimentar cierta variación: detrás de un alcalde, siempre hay otro alcalde. Por eso, “El niño alcalde” es la sub/novela de un fantasma; pero de un fantasma literario donde la narración (siempre) tiene su origen en la búsqueda de un decreto perdido.