martes, 24 de mayo de 2016

OBRA INSTITUCIONAL


No cabe más que felicitar a Camilo Yáñez por la potencia de la hipótesis según la cual una  iniciativa personal se convierte en política de Estado, bajo la forma de una obra institucional.  Este es un concepto activo que posee una proyección  política enorme, destinada a modificar radicalmente lo que se entiende como obra de intervención.  El caso es que no todos los días asistimos a un compromiso de  lucidez y ejemplaridad como el esbozado por la Señora Presidenta en su Mensaje del 21 de mayo.  




La noticia de la creación de un Centro de Arte Contemporáneo, entendido como obra institucional,  es una muestra del avance conceptual radical que nuestras autoridades sostienen  en su marcha ineluctable  hacia la conversión de las artes visuales en síntoma de la producción de ciudadanía.

Una obra institucional acude primero a la re/semantización arquitectónica de un lugar dominado por el arcaísmo de la lucha por las denominaciones.  Frente al Comodoro de Pudahuel, en Cerrillos se levanta el mayor mausoleo a la memoria del padre de la Señora Presidenta, ya que hace operativa la proximidad de su lugar de formación militar, a la vez que logra asestar un golpe a la intromisión del imperialismo norteamericano por su rol en el golpe del Estado de 1973. Ni perdón ni olvido.

En esta decisión de la Señora Presidenta, lo que ha expresado es un revolucionario desplazamiento del lugar eminente de la memoria,  que esta vez será gestionado simbólicamente por una iniciativa que desde las artes visuales,  dibujará las coordenadas  del porvenir  imaginario  ya anunciado en las reformas fundamentales de su gobierno.

Nunca antes se le había otorgado a las artes visuales un privilegio semejante, que las coloca en la vanguardia de la infracción formal del continente, al señalar las condiciones para el modelaje de un triángulo  de proyecciones estratégicas.  La Señora Presidenta señaló la densidad de semejante articulación, haciendo mención a la Conservación, la Experimentación y la Documentación, como condiciones necesarias para el  Remodelado y Concreción del nuevo  Arte Público, que se sanciona a si mismo como Arte Edificatorio,  desterrando el arte callejero (tarea  propia del Ministerio del Teatro)..  

Lo que ha hecho Camilo Yáñez ha sido ejemplar, al superar el propósito de su maestro Gonzalo Díaz, que se esforzó en evocar el andamiaje como metáfora de la constructividad del arte.   Ahora  será posible convertir la  Documentación en gestión de fuentes retocables.   Así,  la Experimentación podrá ser apuntalada como fábrica de  montaje de formatos renovables, destinada a legitimar  de manera inclusiva las  carreras de artistas en crisis de inscripción.   Finalmente, la  Conservación  podrá  instalar –por fin-  los criterios de validación de  la propiedad  y tenencia de  piezas de arte chileno, cuya visibilidad  colectiva debe ser asegurada, en su condición de obras de propiedad de la nación desde el momento mismo de su producción y puesta en circulación. 

Para que lo anterior tenga sentido fundacional,  la iniciativa del Centro Nacional de Arte Contemporáneo debe ser acompañado por la creación de una Caja Nacional de Obras  (retaguardia del imaginario povera del arte local), que a su vez debe ser  fortalecida con la formación de una Oficina de Colocaciones Internacionales (gestión de circulación de un arte civil de Estado) y un Comité de Acreditación Documentaria (manejo de fuentes y ediciones sustitutas), todo esto, destinado a consolidar una ofensiva  que hará historia.

En definitiva, Camilo Yáñez ha permitido que el Ministro Ottone pase a la historia del arte chileno contemporáneo  como el habilitador financiero y garantizador ideológico de una política de arte público, que tiene su punto de partida en las vindicaciones nacional-populares inscritas en la biografía artística del propio Camilo Yáñez, que ha tenido la voluntad de hacer de dicha vindicación, una política orgánica ejemplarizante. 

En relación a lo anterior, Cerrillos viene  demostrar la articulación de tres  tareas culturales que recuperan el carácter de la Utopía del Presidente Salvador Allende; a saber,  tareas anti-imperialistas (CNCA v/s Guggenheim),  tareas de liberación nacional (musealización del arte contextual como insumo para el desarrollo comunitario) y tareas de profundización de la democracia (reforma de la  propiedad y tenencia de colecciones).

Esta obra institucional que incorpora a sus activos la crítica institucional  que corresponde a la ficción de su necesidad como novela contra-estatal, inaugura una nueva era en la historia de la escena e instala desde ya las condiciones de su inmediata proyección y validación internacional, presentándose –por si misma- como la propuesta implícita para representar a Chile en la próxima Bienal de Venecia. 

El punto a resolver es si Camilo Yáñez  debiera ser el curador del envío, o si debiera ser considerado como parte de éste, a título de conceptualizador de una obra edificatoria que lo incluye como autor-emblema  de un procedimiento historiográfico y epistemológico, que merece ser incluido en los planes de todos los centros de  estudio de la costa este de los EEUU. 

En tal caso, habría que escoger una curadora (principio de equidad)  como Catalina Mena  -no es más que una sugerencia-,  ya que aportaría a Revista Paula  como un medio asociado,  pudiendo incluir   a  Galería Joan Prats como plataforma europea, en vistas a  asegurar  la expansión   editorial del Proyecto Obra Institucional de Camilo Yáñez.

No hay comentarios:

Publicar un comentario