viernes, 27 de mayo de 2016

EJERCICIO FORENSE (3)


Entonces, el “árbol” no era más que un desplazamiento  condensado del Ben “Kid” Paret de Dittborn, impreso con tinta caput mortum rot, que es el rojo  color “cabeza de muerto”.  De todos modos, Duclos lo mantiene en una condición de monocromo carbonífero de origen vegetal,  denotando un segundo  distanciamiento con  Camnitzer;  porque el castillo de madera  señala el imperativo programático de  la serialidad parodizada de las tablas (de la Ley) con que se fabrican las “mediaguas” en las “poblaciones callampas” de la “época anterior”,  de cuando éste  expone en el MNBA esas fotocopias de las portadas de los diarios que consignan la masacre de Puerto Montt y que tanto ha fascinado  al discurso de  su posteridad. Sobre todo después de la extraña e inquietante recuperación que hizo Cecilia Brunson de esta misma obra, recontextualizándola mediante el adelgazamiento político de su perspectiva, por más que GALMET hiciera el trabajo sucio de otro, como es su costumbre.

Hoy día Camnitzer es visitante Premium y en esa calidad le cupo el privilegio de recorrer Cerrillos bajo la guía del  Principal Operador,  cuyo discurso desmontó con el rigor que lo caracteriza.  Hubo gente que hizo registro de la conversación y sería del todo oportuno para el debate que tuviésemos acceso a dicha transcripción, ya que puede contribuir como un antecedente de primer orden en las discusiones que tendrán lugar en el Comité de Invitados para definir el Envío a Venecia.

Es  abruptamente curioso y  normativamente exacto el  que Camnitzer se encuentre en Santiago en el mismo  instante en que Cerrillos ha ingresado en el ojo de la aguja y que Duclos expone en D21.  Es decir, por debajo de la mesa, lo que se instala es la gran diferencia entre Cerrillos y D21 como proyectos. El primero, es un no-proyecto;  es decir,  convierte un no-lugar en ficción personal, ministerialmente garantizada. El segundo, corresponde a una iniciativa independiente que sostiene –a su vez-  varios proyectos, y que con todo, es mucho más que todo lo que puede hacer, hasta el momento, la Obra Institucional  de Camilo Yáñez.

De hecho, éste tendrá que asistir a la mesa redonda que tendrá lugar en D21, para el cierre de la exposición de Duclos.  Lo que quiere decir que todo lo poco que ha dicho de su  Obra Institucional, ya es realizado por D21, guardando las proporciones y con la modestia del rigor debido.  En esta tercera columna destinada a esta exposición, intentaré anticipar mi ponencia de ese día, como un caso de obra institucionalizante.



Este es el nombre  con que designo la obra de Duclos de 1981 y está referida a la tasa de consistencia que en esa coyuntura había adquirido.  Se entiende que el uso de estos términos ya los he puesto en función en este mismo soporte editorial y en las referencias que he tenido que hacer sobre el Glosario que aparece en mi libro  Escenas Locales.

Para comprender esta tasa de consistencia será preciso reproducir el texto que publicó Duclos en Revista Margen, en el cual establece una línea de dependencia con las  consideraciones literales  excavadas en el campo léxico  de unos  procesos técnicos determinados.  Verán que se trata de un texto realmente ejemplar, que señala un tipo de independencia formal  que será retomada por Mario Navarro y sus compañeros de los años noventa. 

Quiero decir que   tanto Mario como Iván Navarro vienen a configurar la otra escena de autonomía que proviene de la lógica de los desplazamientos.   De eso hablé en el texto que me publicó –al final de cuentas- Mosquera en Copiar el Edén.

Ambos pasan la infancia en Cerrillos y participan de la memoria próxima del sindicalismo en el Cordón Industrial del mismo nombre, durante la dictadura.  El verdadero homenaje que implica el nombre se instala, no tanto en la remodelación de la memoria oficial  monumentalizada, sino en los residuos del 5 de abril de 1957 en la José María Caro.  La Obra Institucional de Camilo Yáñez es un remodelado del fracaso del Portal Cerrillos. El arte siempre se ofrece para colmar las fallas de la economía; en concreto, de la rapacidad de un sector de clase  que dispone de una amplia oferta. Y si no, pregúntenle  a Varas y Zapallo, a ver cómo les va en esa. (Risas y aplausos prolongados). 

Si hubiese un proyecto, esto podría tener el efecto de la construcción de la Biblioteca Virgilio Barco en Bogotá, o la del Centro de Desarrollo Cultural del Barrio Moravia en Medellín. Pero así como está, nada. La sola “biografía” de los hermanos Navarro es suficiente para hilvanar otra historia del arte en Cerrillos.   

Y al final, ¿de qué estamos hablando?  De la densidad documentaria de las fotografías de unos sacos de arpillera rellenos de viruta,  que Duclos editó junto a las fotografías de las sillas y las fotografías de los castillos de madera, en el momento en que se instala en Chile el modelo de la exportación salvaje. 

La importancia de todo esto apunta a la materialidad del chiste freudiano que asegura el paso de la Naturaleza a la Cultura, sancionado por la parodia del uso del verso de N. Parra.  El punto, que no será del agrado de los críticos literarios,  es que se Duclos maltrata  una parodia inicial  y la repotencia mediante  una parodización declinatoria que abandona el campo de la poesía para infractar el campo de la visualidad, y hacer estado de las transformaciones retóricas que habilitan a su vez, una interpretación sobre el trabajo de duelo que implica la puesta en marcha de unos  procesos industriales determinados en la configuración del territorio. 



¿Alguien se acuerda del Proyecto Astillas? 

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