Pero qué estupidez más grande. El CNCA no abre una discusión sobre las artes
visuales. Esta existe desde hace mucho tiempo.
Tampoco abre una instancia de “participación ciudadana” porque organiza
un coloquio. Ha habido, durante estos diez años, una “participación
activa” de una gran cantidad de agentes del campo de las
artes visuales. Tampoco es una reflexión
colectiva hacerlo en un panel moderado, donde se tiene veinte minutos de
exposición.
El lenguaje parece bolchevique, para no poner comparaciones
más cercanas que pudieran herir sensibilidades.
Cuando se dice que hay
participación colectiva, al parecer, el Estado deja que los agentes
no-estatales hablen (no más). El asunto
es que debe ser consignada la ceremonia de hablar en una asamblea, en un lugar
“emblemático” (el Ex Congreso). Todo
esto es una broma de Camilo Yáñez y de su Ministro de Encubrimiento.
En ningún momento estos personajes se han manifestado para
señalar un marco de referencia. Lo
mínimo que se podía haber esperado era unas cuantas páginas, con unas ideas.
Pero nada. Se solicita ponencias para ser seleccionadas por un comité externo.
Una vez más, el CNCA se desentiende de sus responsabilidades, porque está en
tal modo a la defensiva, es tal su ausencia de ideas, que necesita involucrar a
otros para montar una operación de legitimación de sus iniciativas. Y las va a
buscar en el aparato universitario. Eso es sorprendente.
Analicemos cual es el rol de las escuelas de arte en la
descomposición de la escena plástica local y después les pedimos “ayuda”. Curiosamente, si se lee el programa
final, entre los participantes hay
académicos de la PUC y de la UDP. No hay académicos de la Chile. ¿No le “prestaron
ropa” a Camilo Yáñez?, ¿O es que no participan porque los cargos del futuro ya
están atribuidos y esto es solo una feria de diversiones para cumplir con la
exigencia gubernamental de realizar encuentros públicos?
Y lo primero que hace el asesor es ponerse al servicio de la
garantización de quien no puede ni garantizarse a si misma.
Ahora, es sospechoso que de los dieciséis participantes,
cinco sean funcionarios del CNCA.
¿Enviaron ponencias? ¿Fueron seleccionados? ¿No estaban ahí por oficio? ¡No!
¡Son moderadores! ¿Van a dar la
palabra? ¿Nos van a medir el tiempo de
exposición? ¡Vaya que calidad de participación teórica!
Y de los once restantes, hay dos operadores de organismos de
tercerización de funciones del CNCA, de modo que aparecen como agentes de apoyo
auxiliar de esta política-que-no-es-una.
Ya llevamos siete. Entonces, del
resto, discúlpenme: ¿qué hace, respecto de una discusión de política general,
el MAC de Valdivia y la Comisión Nemesio Antúnez?, ¿Acaso son situaciones
ejemplares respecto a una política a seguir, si el Estado ha dificultado la
existencia de esta comisión, a la cual ha rebajado y a la que le han negado
mayores atribuciones! , ¿Más aún, cuando
está en la Corte Interamericana el juicio por el “ninguneo” institucional de
parte del Estado chileno respecto de decisiones sobre concursos? Pero: ¿es la Comisión, la que participa
oficialmente en este coloquio?, ¿O es un amigo de Camilo Yáñez, especialmente
invitado? Esta comisión, mucho antes,
invitó a importantes curadores de programas de arte público. Sus propuestas
fueron sistemáticamente bloqueadas en el propio MOP. ¿De que me están hablando? Existe una
historia. Camilo Yáñez no inventa nada nuevo. ¡Y nos sale con este coloquio
ceremonial! Realizado por cumplir, porque no ha sido capaz de sostener una discusión
programática sostenida y con perspectiva.
¿El MAC de Valdivia es un buen ejemplo? ¿Hubo ponencia?
¿Sobre política de desarrollo? ¿Y el MAM-Chiloé? ¿Debía presentar ponencia? ¿O se existencia
se sale de los marcos de “manejo” de Camilo Yáñez? ¿En vez de presentar estos “casos” críticos, por qué no se atrevió a
recoger experiencias efectivas de manejo
de colecciones? Simplemente, porque no
las podía controlar. ¿Cómo es posible
que no esté, aquí, el director del MNBA?
Dejémonos de tonteras. Muestren las ponencias que
llegaron. ¿Por qué no pueden ser
conocidas antes de un coloquio que no está pensado para “reflexionar”, sino
para “pasar lista” y, nosotros, los participantes, hacer acto de presencia, con
nuestro trabajo, porque no nos pueden omitir.
Aún cuando esto no sea nada más que un gran acto de simulación
participativa, que será inaugurado por el Ministro de Censura.
¿Qué tal?
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