lunes, 28 de marzo de 2016

REVISTAS ANTIGUAS


Se acumulan los diarios en mi casa. Debo recortar noticias, columnas enteras. Debo distribuir los recortes en sobres y guardarlos. No hay tiempo. Las clases en el colegio, la escritura,  la lectura … de otros diarios y revistas antiguas consumen el escaso tiempo del que dispongo.  Nada de esto es nuevo. Nada de esto supera los hábitos de otros escritores antes que yo.  Solo repito un gesto que ya se ha convertido en un sello de mi propio trabajo, a falta de archivo, termino inventando(me) uno propio, como una ceremonia anticipada del adiós.  Y tampoco es tanto. Al final, uno recorta los diarios para guardar las confirmaciones de lo que ya sabe. Tonteras de uno.

A propósito de una mención que hice hace unas columnas atrás sobre una exposición de arte  abstracto italiano, debo poner a los lectores en relación con el pdf que reúne todos los números de la Revista de Arte (segunda época), que circuló entre 1955 y 1958 al alero -¡que palabra!- del Instituto de Extensión de Artes Plásticas (Revista de Arte 1958.pdf) En uno de estos números hay reseñas de la exhibición de envíos nacionales a la Bienal de Sao Paulo, que pasaban de “regreso”, por Chile.

Es risible que Brugnoli haya se haya instalado como el inventor de la presencia de Sao Paulo en el MAC, cuando esto ya era una costumbre de la Facultad, desde 1955 en adelante. Lo que el pobre Brugnoli no sabe es que el MAC de ahora solo fue un galpón para que el sistema mundial del Goethe Institute le metiera cuanta exposición  hubiera, en una estrategia de visibilidad destinada a promover a sus propios directivos y de paso brindar apoyo al curador alemán de la propia bienal. Risible. El único que ganó fue el aparato cultural alemán, en ese momento. Ya se acabó.  

Incluso, es de sorprender que al MAC y al MNBA arribaran exposiciones de otros abstractos italianos que tendrían un gran efecto en la consolidación del sistema pictórico al que ya he hecho referencia; sobre todo, después del regreso del Grupo Signo de su viaje a Madrid. 

Entonces, lo que he denominado manchismo balmesiano es un tipo de dominio más expansivo y complejo, que llega a fortalecer un espacio que se potencia en la coyuntura de la Reforma del 65. En este sentido, son apreciables las pinturas de Ivan Vial, denominadas “abstractas líricas”, presentes en la cuestionable exposición de Castillo en el MNBA. En todo caso, si pudiéramos hablar así, ahí está “el mejor Iván Vial”.  Del resto, por favor, seamos rigurosos.  Tratándose de pinturas de comienzos de los años sesenta, no es posible no ponerlas en relación con el Enrique  Zañartu de fines de los cincuenta,  de cuya obra hay una entrevista  realizada por Enrique Bello en uno de los últimos números de Revista de Arte de diciembre de 1956. ¿Y que decir de los artículos sobre la abstracción italiana y brasilera, firmados, entre otros, por Vergara-Grez? 

Y sin ir más lejos, ¿cómo no mencionar al respecto, la exposición de plástica francesa contemporánea que pasó por el MNBA? ¡Ah, no! No se trata de De Manet a nuestros días, que Zamorano menciona en un marco de homogeneidad referencial cuya ingenuidad no tiene medida.  Estoy hablando del Envío de Francia a la Bienal de Sao Paulo de 1952, que se expuso en junio y julio de ese año en Santiago.

Ernesto Muñoz me  hizo conocer el catálogo editado por el Instituto de Extensión de Artes Plásticas.  Porque mal que mal, si bien la Facultad, en su enseñanza directa estaba dominada por los post-impresionistas, el aparato de relaciones exteriores estaba obligado a tener una mirada más abierta del panorama internacional. Por último, le tocaba, porque el Estado le había encomendado a la Facultad, la tarea de colocación del arte chileno en el circuito. Eso implicaba ofrecer condiciones de recepción significativa.  Baste saber quien era el comité organizador francés. 




Veamos: Cassou, Lassaigne, Cogniat. ¡Vaya, vaya!. No hay parangón. Hoy, el CNCA recurre a Mosquera.  Pasemos. Entonces, Lassaigne era  amigo de Marta Colvin.  Igual que Cassou y Volbouldt.   Ella vendrá diez años más tarde a la bienal, representando a Chile, pero en verdad,  estaba en el horizonte de la crítica  francesa de  ese entonces.  Lassaigne era el presidente de la AICA cuando ella ganó el premio. Nada más que datos para el estudio. 

Al leer las revistas antiguas nos damos cuenta que existía un pequeño sistema de escritura, un poco más específico e inscriptivo que lo publicado en PROARTE, años antes.  Y que tuvo un “bajón” durante la UP.  A ver: ¿qué escribieron Rojas Mix, Durán, Mira,  Galaz, en esa pequeña coyuntura?

Todo esto viene por añadidura, en la lectura lateral de un sin número de antecedentes que los egresados de teoría no conocen, ni tienen idea, y  que cuando los leen, como acostumbraba decir Gracia Barrios,  denotan que “oyeron cantar el gallo, pero nunca supieron donde”. 

A propósito de lo anterior, hace un año  objeté a Daniel Reyes la publicación de jóvenes autores que sostenían hipótesis de trabajo, no solo cuestionables desde un punto de vista meramente histórico, sino que se deslizaban en la propaganda directa de experiencias elementales que eran proyectadas como grandes acontecimientos de arte público, inventando prácticamente un relato ajustado a los deseos de un movimiento social de  los que eran probablemente representantes. 

Uno de esos puntos tenía que ver con el travestismo utópico de la UNCTAD III, como un tópico recurrente en las últimas generaciones de gente formada por eminentes académicos ( de la red de influencias UPLA-UDP-la-CHILE),  deseosa de encontrar a toda costa ejemplos de “momentos significativos de ruptura”.  Suelen fijarse, ya sea  en la UP,  ya sea  en experiencias “comunitarias” en los cerros de Valparaíso,  cuyos relatos se acomodan a un extraño “culto a la personalidad” de los  nuevos artistas-héroes que diseñan  experiencias de inmersión en grupos en extremo vulnerables, de los que terminan siendo su “voz”. 

¿Estos son los profesionales que Ottone/Yáñez van a contratar para montar el coloso de Cerrilos? 

Leamos la prensa antigua.  Lo nuevo en el acontecimiento de su retorno, que es una frase de Foucault que a Dittborn le encantaba citar.  En la Revista de Arte, por ejemplo,  en torno al año 1956, aparecen los tres grandes textos de  Enrique Lihn, sobre Burchard, Escámez y Antúnez.  En la edición de  Textos de Arte  por parte de la UDP,  sus editoras no toman el riesgo de elaborar  un aparato crítico  destinado a reconocer la especificidad de su producción. No es lo mismo el  Enrique Lihn de antes del viaje a Cuba, que el  Enrique Lihn que escribe sobre Leppe o Téllez  en los ochenta. Es bueno establecer distinciones porque las coyunturas son diferenciadas.

No todo es lo mismo, no todo vale lo mismo.  La escritura sobre arte no es homogénea. Eso ya lo sabíamos desde mediados de los ochenta cuando Patricio de la O adquirió una colección entera de esa revista.  Nos pasamos esos años estudiando esos materiales, porque era evidente que las imposturas analíticas del momento impedían ver el bosque.

Entonces, ahora que acaba de fallecer Julio Escámez, ¿no sería oportuno reproducir, que sea, como un homenaje, ese bellísimo texto escrito por Enrique Lihn, cuando Escámez regresaba de un viaje y hablaba de Giotto? 

Los jóvenes lobos de la crítica garantizada, ¿alguno de ellos conoce a Julio Escámez? Disculpen: ¿Camilo Yáñez ha visitado, alguna vez, la Farmacia Maluje? ¿Cómo puede hablar de las escenas  regionales?  La encargada de artes visuales, ¿qué sabe de lo que ocurre en el país?  ¿Qué ha escrito? ¿Qué escenas ha visitado?

Por ejemplo: ¿En qué se puede comprometer el CNCA  en la investigación sobre la destrucción del mural de Escámez que éste había pintado en la sala de sesiones de la Municipalidad de Chillán en 1972?  ¿Sabían que fue destruido por los militares? ¿Alguien ha hablado de restitución?  ¿Los pongo en contacto con Fidel Torres, que es el que más de este asunto en Chillán? 

Entonces, ¿por qué no hacer un homenaje a Escámez?  Es historia, nenes, nada más.  No es necesario que les “guste”. Es cosa de trabajar en los textos y someterse a la tarea de indagar en los archivos.  ¡Ah! Y sobre todo, poner en suspensión crítica los relatos orales de los próceres.



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