He recibido de parte de Guillermo Labarca, sociólogo de la
educación y cientista político, que además edita la revista on line de
fotografía 1:1, una pregunta sobre el destino de los manchismos. Aprovecho la ocasión para aclarar de inmediato
algunas dudas, y de paso, preparar la intervención que debo realizar el jueves
31 de marzo en la apertura del año académico de la Escuela Municipal de Bellas de
Valparaíso.
En efecto, hay que distinguir un manchismo de izquierda (Balmes) y un manchismo de derecha (Couve). Todo esto configura el sistema pictórico de
“la Chile” entre fines de los años cincuenta y comienzos de los setenta. Es necesario señalar que en el seno de este sistema existen otras
agrupaciones de artistas, pero que juegan un rol de minoría no decisional. Este
manchismo de izquierda, que calificaré de cosmopolita, es el que desplaza a los
comunistas muralistas, apegados a un concepto nacional-popular de la relación
entre arte contemporáneo y artes populares rurales.
Así se puede explicar la juntura de Antúnez y Escámez en el
57, cuando el primero viaja a Concepción a dictar el curso de acuarela en la
Escuela de Verano de la Universidad de Concepción. Lo que pasa es que Antúnez
se distanciará de sus amigos muralistas cuando acepta el cargo de agregado
cultural en EEUU, en 1964. De los comunistas de la Facultad no tenía para qué
distanciarse. Siempre lo estuvo.
Guillermo Labarca me hace una segunda pregunta, sobre el
viaje de Roberto Matta a Chile, durante
la UP. La historia es muy simple y está
documentada en el diario La Tercera, en noviembre de 1970, ya que éste medio cubrió de manera más profusa el
trabajo que realizó en el MNBA. No hay
que olvidar que Matta vino a la transmisión
del mando de Allende y produjo unas
pinturas, trabajando en el hall del MNBA, en las que empleó tierra roja que
había traído de Isla de Pascua, arpillera, yeso, barro y paja. Estas son las pinturas que finalmente se
repartieron entre el MNBA y Carmen Waugh. Pinturas con materia, que preparó con la ayuda de los estucadores
que estaban trabajando en ese momento en el museo, terminando la Sala
Matta. De esa serie son las magníficas
pinturas que están en la colección del MNBA.
Hay una leyenda que relata que Matta las habría dejado por un rato en el museo y que Antúnez las
incorporó a la colección, sin preguntarle nada. Matta intentaría reclamarla, pero Antúnez le
habría dicho que no; que ya eran del museo. Matta se habría reído mucho y habría aceptado de buena gana la astucia de Antúnez. Finalmente, gracias a esta argucia esas obras
están en la colección. Sin embargo,
herederos de Matta intentaron
“recuperarlas”, sin éxito. Tendrían que
haber entablado un juicio al Estado de Chile. Al parecer, les aconsejaron que desistieran de semejante propósito. . Las pinturas,
dentro de todo, ya estaban “soberanizadas”.
Estas fueron las pinturas que el mismo Matta preparó para la exposición que
montó en el museo y que Antúnez inauguró exactamente el mismo día en que en el
MAC abrían la exposición de Pedro Luna, en que se le reconocía como “artista
del pueblo”. Allende asistió a la
inauguración del MAC. Matta asistió a la
suya propia, pero en un momento salió
del museo, tomó un taxi y se fue a la Quinta Normal. Esto, nada más que como botón de muestra de
las relaciones entre la Facultad y Antúnez, en 1970.
La pregunta de Guillermo Labarca apunta a si este viaje tuvo
un efecto en la plástica local. Hubo
uno, directo, inmediato, verificable en las relaciones que entabló con la BRP,
que se tradujo en la pintura mural El primer gol del pueblo de Chile, en La Granja, y que ha servido para sostener
la actual mitología del muralismo de
animación social. Pero esta relación de
Matta con las BRP esconde un oportunismo
de pituco que se excita en la
proximi9dad de la clase obrera.
Matta sostiene que el arte contemporáneo chileno en ese
momento pasa por la BRP. Se baja del
avión y hace declaraciones que hunden los esfuerzos cosmopolitas de la Facultad, que con los
manchistas de izquierda a la cabeza intenta hacer efectivo el programa de una
vanguardia académica oficial. ¡Esto es
muy gracioso!: Chile es el único país donde la “supuesta” vanguardia de los
sesenta llega a la universidad y se toma una Facultad, por copamiento
burocrático.
Es muy bochornoso para la Facultad de ese entonces escuchar
a Matta dándole ese poder nominativo a la BRP. Y todos los profesores terminan pintando, al
carro de la BRP, un mural en los muros del río Mapocho, en un acto de
subordinación sin precedentes, que denota el tipo de desprecio político por la
distinción entre arte y partido.
Es así como la Facultad termina a la cola de la “dirección
política” de la UP, tomémosla como
metáfora de la Gran Dirección del Proceso Histórico, realizando las tareas que ésta le encomienda;
a saber, la formación del Museo de la Solidaridad, la decoración de interiores
del edificio de la UNCTAD III y la realización del Encuentro de Artistas Plásticos
del Cono Sur.
En verdad, hablar de tareas encomendadas por la Dirección
General del Proceso es una ficción. Cada una de estas tareas correspondían a
los intereses particulares y diferenciados de determinados grupos de profesores que tenían
un “chiringuito”, pero cuya suma
de iniciativas hace pensar en la existencia a posteriori de una
“política”.
Ahora, quizás el mayor efecto, por ausencia, que tuvo el
viaje de Matta, fue la exposición que
hizo Gordon Matta-Clark en el MNBA. Se sabe que este último llegó a comienzos del
71, cuando Matta andaba de viaje. Antúnez
lo recibió y le ofreció de inmediato el museo para que hiciera un trabajo, que
no sabía muy bien en qué consistía. Pero Antúnez se puso en la posición de un
padre sustituto y dejó a Gordon trabajar en los subterráneos del museo. Es decir,
es muy probable que Antúnez haya
conocido a Gordon de niño, porque
estaba en Nueva York en esa época, cuando Matta se había instalado allí con
Anne Clark. El caso es que ahí estaba
Gordon, a quien Antúnez recibía
mientras Matta-padre seguía ausente.
Hablar de un efecto mayor que ese, en la escena chilena, más
allá del capítulo lleno de lugares comunes que escribieron Galaz/Ivelic en Chile Arte Actual (1989), no veo que haya tenido lugar.
En términos estrictos, su efecto ha sido construido por
otros; galeristas, en particular. No solo Carmen Waugh, que hacía corretaje de
algunas de sus obras. Me refiero a galerías establecidas en los años noventa. De otro modo no habría tanta pintura de los
noventa, en algunas casas chilenas.
Recuerdo su venida a Chile en el 70. Fue invitado al
programa A esta hora se improvisa. Fue un desastre. Le reprochaban su compromiso
con Allende y trató de explicarse con bufonadas. Todo salió mal. Sus bromas de salón no funcionaron en la
televisión. Habría que preguntarle a
Brugnoli si estuvo con Matta en esa ocasión.
El puede saber, de contacto directo.
Después, en el heroico programa de UCV-TV Demoliendo el muro, durante la dictadura, Galaz fue a verlo a Paris y parece que lo
entrevistó. No estoy del todo seguro.
Igual. Da lo mismo. No hacía más que reproducir un “sentido común mattiano” que
es muy característico, poblado de juegos
de palabras y retruécanos que
literalizan la traducción de palabras francesas, que a final de cuentas,
resulta de una previsibilidad abismante.
¡Que se yo!, del tipo Oh, mère,
en vez de Homère. O esta
otra, que es muy divertida: La bannale de
Venise, por la Biennale de Venice.
Una especie de “lacanismo salvaje” y fuera de medida.
Después vino la edición de las Conversaciones de Matta con Eduardo Carrasco. ¡Más lugares comunes sobre la creación y la
filosofía! que más corresponde al guión filosófico de Eduardo –con todo
respeto- que a la voluntad expresa de Matta por responder de manera autónoma. Pero es una edición que ha tenido un éxito
enorme y ha contribuido a la reproducción del mito, como ninguna otra.
A mi juicio, en relación a los efectos de Matta, nunca me he
podido explicar por qué la revista del Centro de Estudios Públicos, publicó en
los noventa, en dos números, la más extraordinaria entrevista que se le ha
hecho a Matta y en el curso de la cual el tipo es realmente ejemplar. Se titula
Oeustrus y es el fruto de una conversación con Félix
Guattari. En ella pone en duda la estrechez de su dependencia surrealista y
aparece como un artista totalmente consciente de los avances de la ciencia
contemporánea.
Sin embargo, a mi juicio,
el mayor efecto de Matta en la escena chilena tiene que ver con algo del
que ni el mismo fue consciente. El efecto
tuvo su origen en una hipótesis que elaboró Francisco Smythe, cuando
viaja a Santiago desde Florencia en 1985 y todo un sector de innombrables le hacen el vacío. Recuerden que Smythe viaja a Florencia en
1979. Es cuando viene de visita en 1985 que se junta con los ninguneados locales por
estos mismos innombrables; vale decir, Benmayor, Bororo, Pinto d´Aguiar, entre
otros. Y lo que hace Smythe es magistral desde el punto de vista discursivo,
porque les propone una filiación con la cual éstos pueden defenderse de un modo más eficaz.
En el fondo, les propone una “escena de origen” de bolsillo, con la cual pueden
enfrentar a los innombrables. Dicho y hecho.
La filiación mattiana se ve confirmada cuando viajan algunos de ellos a
Madrid –Chile Vive- en 1987 y se encuentran con Matta, quien garantiza su contigüidad. De este modo, Smythe inventa una ficción que
supera las dicotomías dependientes del debate de los manchismos y abre la lucha
por las denominaciones. Hay un aspecto
político asociado y que consiste en el acercamiento que en esa misma época
opera entre este grupo y La Casa Larga, regentada por Carmen Waugh, en su afán
por liderar el frente cultural de la
Oposición Democrática. Entonces, se
acerca a los expresionistas y los incorpora porque los necesita para armar
nuevas alianzas, que en definitiva, no se traducen en nada.
La historia del
Premio Nacional a Matta es
triste, dolorosa, lamentable. Nemesio Antúnez lo esperaba. Muchos pensaron que
se lo merecía. Sin embargo, Ricardo
Lagos hizo que sus operadores eligieran a Matta, “porque era el pintor chileno con más fama internacional y su
figura sería asociada a la garantía cultural de la nueva democracia”. Sin embargo, la razón más política es que se
trató de una venganza de Lagos en contra de los Notables Democratacristianos
que le objetaron la nominación de Carmen Waugh en la dirección del MNBA. Entonces, en compensación, le dieron la
dirección del Museo de la Solidaridad.
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