Ausencia de un motivo. En el minuto 46 de “El
chacal de Nahueltoro”, mientras José del Carmen Valenzuela es presentado ante
Carabineros para su individualización, se escucha la lectura del expediente,
donde se hace hincapié en el argumento de la defensa, por cuanto la Justicia
debe indagar la falta de motivo explícito en la ocurrencia del crimen que se le
imputa. Es preciso estudiar los antecedentes del reo, que desde niño tuvo una
vida miserable de sufrimiento y malos tratos. Ambiente que le habría formado una
personalidad anormal que lo hace reaccionar en forma violenta y distinta a una
persona normal, sin respeto al orden ni a la moral. Mientras la actuaria lee el
expediente, los gendarmes le quitan las cuerdas de las muñecas y le revisan los
andrajos. Luego, hace ingreso al orden
carcelario, cruzando la reja bajo la consigna decisiva para el resto del
relato: la redención por el trabajo.
El film tiene una duración de 130 minutos. Los
primeros treinta concentran las escenas de exclusión y de crimen. Es el dominio
de la Fatalidad Determinante. La segunda parte del film está definida por el
relato de la industria de la prensa que interpreta la lectura de los
expedientes. En esta sección, habrá otras sub-secciones destinadas a ilustrar
la Fatalidad (ya) Determinada; por ejemplo, la escena de la clase de historia,
la escena del silabario, la escena del aprendizaje de un oficio. En cambio, en
la primera parte, lo que hay es una historia griega: un crimen, pero sobre
todo, el malestar de las Furias y la compensación de las Eríneas.
Las Furias se hacen ver en el público que asiste
a la reconstitución de escena y clama venganza. Las Eríneas programan la
relación de las comunidades con sus divinidades ancestrales. Es así que a las
escenas de expresión de la rabia se suceden las escenas de recogimiento,
configuradas por imágenes en que los cuerpos de las víctimas son conducidos en procesión,
para finalmente terminar en una animita muy simple y una oración realizada en
el lugar del crimen. La rabia, luego, es
reconducida por la acción de la fuerza pública que pone a disposición de la
Justicia al autor. Regreso al minuto 46: lectura del expediente y referencia a
la solicitud de un estudio para explicar el motivo del crimen. Pero en la
imagen, es el comienzo de la domesticación, del ablandamiento, del
adiestramiento. Aquí aparecen las tres escenas de enseñanza a las que nos hemos
referido: la clase de historia, el silabario y el oficio. Desde ese momento en
adelante, el discurso que conduce la narración fílmica es el que se rige por la
retórica de la reconstitución de escena, que es sustituido, ya en el minuto 60,
por el discurso medial. La radio y la prensa escrita se hacen cargo de la
solicitud de indulto. Estamos frente al caso de un criminal que ha sido
condenado a muerte, pero cuya conducta en la cárcel ha hecho de él un hombre-de-bien.
La Fatalidad Terminal consiste en hacer visible la operación de la Justicia:
educar al reo para que comprenda por qué ha sido condenado y así dimensionar el
castigo. La prensa sugiere el indulto. Más bien, lo induce. Las últimas escenas
del film corresponden a la escena de fusilamiento. Pero esto, quizás, ha sido
innecesario. El film tiene diez minutos de más. Es como si se terminara con el
ritual de Gendarmería, no fijando la atención en el condenado.
A tal punto es inducido el indulto por la prensa,
que es la propia revista “Vea”, cuya especialidad es la crónica roja, la que hace
escribir a José del Carmen una carta dirigida al presidente de la república
solicitando el indulto. La fecha de su redacción está sindicada como el 16 de
abril de 1963. Aparece una fotografía, en la revista, que reproduce la imagen
de José del Carmen escribiendo la carta: acto de escritura. Ese mismo día, pero
en 1982, mediante la repetición del acto, un niño chileno, Cristián Navarro, es
inducido por Eugenio Dittborn a escribir sobre las portadas de un periódico,
unos párrafos del Silabario Hispano-Americano, que es el mismo que emplea José
del Carmen en el minuto 51 del film.
Ese día 16 de abril se inaugura en galería SUR,
de Santiago, una exposición colectiva bajo el título “Con-Textos”. Eugenio
Dittborn produce una instalación que consiste en una mesa sobre cuya superficie
ha dispuesto una cierta cantidad de ejemplares del diario La Tercera de la Hora.
El niño Cristián Navarro es conducido a la galería, durante el día, donde copia
los fragmentos indicados. El gesto del niño que está aprendiendo a escribir
calza con el gesto de José del Carmen, aprendiendo a escribir, fotografiado
mientras escribe al presidente. Esto es
lo que conecta una cosa con la otra.
Sin embargo, el propio José del Carmen es
víctima de la invención de la redención; de la redención como inversión administrativa.
No es José del Carmen quien escribe al presidente de la república, sino que lo
hace a través de revista “Vea”. La presentación del recurso se hace “por dentro”
y el abogado defensor lo sabe. Pero la revista hace del acontecimiento de escritura,
un evento, publicando el facsímil del documento convertido en prueba. Pero, ¿Qué
significa eso? Esa es una frase dictada por el periodista: “Por intermedio de “Vea”,
Pido al presidente mi yndulto, quiero vivir. De El Dependo.” El
condenado-se-hace niño para poder escribir la solicitud. En verdad,
es-hecho-niño.
Pongamos atención en uno solo de los fragmentos
recortados y pegados para luego ser fotocopiados. Se trata del pie de foto
sobre la imagen de José del Carmen escribiendo. Cuando cometió el crimen, era
analfabeto; ahora, que lee y escribe, solicita conmutación de la pena de muerte
por la de presidio perpetuo.
Finalmente, Eugenio Dittborn compone una hoja
volante con fragmentos de fotocopia de la página de revista “Vea”. Es la
foto-carnet del niño con indicaciones del propio artista acerca de las
condiciones de enunciación de dos relatos temporales diferenciados, bajo un
título: “Leer&Escribir”. Hay más letras impresas que imagen; es decir, pura
imagen de letra, en distintos cuerpos
y regímenes.
Al reverso de este panfleto fotocopiado, Eugenio
Dittborn transcribe a máquina con letra mayúscula, la siguiente frase de Michel
Foucault: ”Lo nuevo no está en lo que se
dice sino en el acontecimiento de su retorno”.
Ahora, en el panfleto no hay mención alguna a la
película “El chacal de Nahueltoro”. Lo que hace Eugenio Dittborn es hacer como
si no la hubiese conocido, pero se somete a la lógica de la reproducción de
prensa, relativa a la acción de una solicitud fechada un 16 de abril de 1863,
descubierta en 1979 por el artista en una colección de revistas antiguas y
clavada en el muro del taller del artista, un año después. Eugenio Dittborn
trabaja con imágenes en las cuáles hay sujetos que escriben un dictado.
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