En estos días, mientras los agentes involucrados discuten
el texto de la indicación sustitutiva
para la creación del Ministerio de las Culturas, el Ministro Ottone y sus asesores practican su
desembarco en las trincheras de una DIBAM donde todos sus directivos han
recibido la orden de capitular. La
operación política se adelanta a la ocupación legal. El Ministro Ottone está
usurpando funciones, con la anuencia de la
Señora Madre. La Ministra Delpiano
incurre en flagrante abandono de deberes, desentendiéndose del frente de
la DIBAM y entregando a sus soldados a ser capturados por la nueva
institucionalidad que se (les) viene encima.
Frente a la indolencia de sus asesores y la audacia
megalómana de un destino filial
garantizado, al Ministro Ottone no le queda más que esperar. La venalidad de
sus diputados teatrales habrá
concluido lo que les corresponde como expansión en el Parlamento de la
mediocridad representacional de la política. Tenemos que aprender a vivir con
eso.
Entramos en la fase final de La exposición pendiente.
Museos de otros países han manifestado su interés en exhibirla. Sin
embargo, el Ministro Ottone requiere de
un gran golpe de comunicaciones para demostrar que es alguien en el concierto
regional de las artes. El
traslado de esta exposición le cabe de anillo al dedo. Para ello invade el MNBA y transgrede todos
los procedimientos de manejo de una
exposición, ninguneando
estatutariamente a su director y
demostrando quien es el que (ya) manda. Aún a costa de cometer graves infracciones
jurídicas que debieran ser objeto de un análisis de Contraloría.
El director del MNBA depende del director de la DIBAM, el
que a su vez depende de la Ministra de Educación. La Señora
Presidenta ha dado luz verde a estos procedimientos de usurpación de
funciones, por un lado, y de defección
funcionaria, por otro. Todo esto es un
botón de muestra de un complejo articulado de incompetencia, indolencia y
amedrentamiento. Tres factores que ponen de manifiesto la voracidad de asesores
obcecados en cumplir, cueste lo que cueste,
el propósito que les han
encomendado. Bien por ellos.
El caso de la usurpación de funciones en el MNBA es sintomático. Más aún, cuando quien lidera la usurpación perdió el concurso para la dirección del MNBA. O sea, que fue vencido por Farriol. Ciertamente, el poder de estar en un gabinete proporciona los términos
de una reparación que no oculta un preocupante rencor.
Han dejado de ser
cuidadosos con las formas. En verdad, nunca
lo han sido. No hay que perder el tiempo
en tratar de entender. Solo se soporta. Como ellos mismos dicen, en política, es sin
llorar. Bueno, que les aproveche. Hay
que estar lejos de ahí.
De todos modos, habría que hacerles recordar a los intercesores que todo esto es “emífero”;
o sea, que a través de este lapsus de
palabra les indico un principio: que su poder existe solo mientras el ministro lo permita. De ahí
la premura por instalar planes de trabajo y concretar nombramientos para
reparticiones cuyas direcciones debieran quedar resueltas en lo que queda del
gobierno. Tienen una oportunidad
histórica.
El objetivo de la usurpación de Ottone y su equipo es
defenestrar a Farriol y a Cabezas. De
este último solo se rumorea que no pasa marzo. Y que con él caería Farriol. Ya llevan un año anunciando lo mismo. Y no han caído. Pero ahora, a este último lo han metido en
la trampa de trasladar una exposición sobre cuya logística carece de vital
información. Demostrada su incompetencia
no quedaría más que su despido. Lo cual debiera abrir un proceso de concurso
para el cargo y sabemos muy bien cuales son sus resultados. Ya tenemos dos
grandes centros donde la lógica ha sido la del botín político
compensatorio.
En este caso, nos
queda pensar que los asesores ya están
haciendo cálculos para designar en ese lugar a colegas académicos cercanos que
han venido haciendo campaña en las redes
culturales. Aunque no sería del todo presentable pasar de asesor de gabinete a
director de museo. Así las cosas,
en el campo de las artes visuales se prepara el camino para
la fidelización de los colegas y se
proclama la subordinación del museo a un Plan de Desarrollo de la Musealidad,
del Coleccionismo, del Archivo y de la Promoción de Carreras que la
escena todavía no conoce, pero de cuya
existencia ya está advertida a través del descubrimiento de planes de enganche
de personal y de traslado de servicios
hacia nuevas estructuras, dando por
sentado que la usurpación de funciones será convenientemente regularizada.
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