Tomar partido por una arquitectura en vez de otra. En el
entendido que la arquitectura chilena, de todos modos, ordena simbólicamente la
visualidad chilena. ¿Y por qué no pensar que este ordenamiento se ha plasmado
desde una noción de demanda y de falta? Me refiero a la demanda y a la falta de
vivienda, que será formalizada por el
Estado mediante la creación de un Ministerio de la Vivienda, como una respuesta singular propia en el marco de la Alianza para el Progreso,
dando lugar a un tipo de arquitectura
funcionaria ejemplar, cuya máxima expresión es el edificio allendista de la
UNCTAD III.
Luego vino la arquitectura subordinada a la especulación
barata que promovió la violencia simbólica de la dictadura en su diseño
habitacular de voracidad ascendente. En
medio de esa furia rencorosa hay que destacar el trabajo de CEDLA, y luego de H.Eliash y M. Moreno, sin dejar de
mencionar a E. Browne. Todas, publicaciones e iniciativas que tuvieron lugar
durante la dictadura. Los jóvenes
arquitectos de hoy ni siquiera podrían imaginar cómo fueron los años de plomo. Gran parte de los logros de la actual
arquitectura tienen como referente el trabajo de esos años.
Sin embargo, una cosa que todos advierten como el efecto de
una gran reversión es la tesis de la devaluación del rol del arquitecto en
nuestra época, como lo señala Alfredo Hocelyn-Holt en el prólogo a Portales del laberinto: arquitectura y
ciudad en Chile 1977-2009. Curador: Jorge Francisco Liernur (Universidad
Andrés Bello, 2009). Los ensayos de este libro encuadran una reflexión sobre la
reevaluación de la trayectoria de una arquitectura que no puede dejar de pensar
su relación con el poder. Justamente,
ahí está la toma de partido de la que hablo. Todas estas discusiones, muy
importantes, son santiaguinas.
"Hay varias batallas que necesitan ser ganadas y diversas fronteras que deben ser expandidas para mejorar la calidad de lo construido y la consecuente calidad de vida de las personas. Esto es el por qué quisiéramos que la gente venga y vea la 15° Exhibición Internacional de Arquitectura: historias exitosas que valen la pena ser contadas y casos ejemplares que valen la pena ser compartidas donde la arquitectura hizo, es y hará una diferencia en estas batallas y fronteras" (http://www.plataformaarquitectura.cl/cl/770448/alejandro-aravena-director-de-la-bienal-de-venecia-2016).
No es usual escuchar a los arquitectos hablar de “batallas” y “fronteras”, usando un léxico militar que designa la dinámica de un frente y la movilidad de su localización, teniendo en cuenta la disposición y disponibilidad de las fuerzas en presencia. Hablar de mejorar la calidad de lo construido y de calidad de vida de las personas plantea una exigencia que los especuladores inmobiliarios quisieran omitir como problema, porque existen casos en los que la arquitectura hace –efectivamente- la diferencia: a contracorriente.
A CONTRACORRIENTE es el título del proyecto del envío chileno a la Bienal de Venecia. Juan Román, curador del envío emplea una palabra que pertenece al léxico de la hidrografía. En verdad, devela su preocupación por las cuencas; es decir, por la sedimentación y el curso de los ríos, poniendo el pie forzado del paisaje no-bucólico cuya nostalgia remite a las ruinas de la Hacienda de antes-de-la-reforma-agraria. Finalmente, el patrimonialismo no hace más que edificar el monumento discursivo de la reparación. Hay que entender que la “pérdida del fundo” es vivida como un exilio interior; como un despojo simbólico que afecta las bases arcaicas de la hacendalidad.
Este paisaje reivindicado por TALCA corresponde a una poética implícita de los restos; no de los desechos
reciclables. ¡Que no se confunda! La poética se refiere a la existencia de un
diagrama que sostiene la consistencia de unas configuraciones
territoriales, tomando a cargo la
perturbada memoria de la ruralidad quebrada de la que habla Bengoa.
Solo que para que haya quiebre, se requiere de fuerzas
diferenciadas cuya disposición
establezca momentos de
conflictividad que autorice el ejercicio de un dominio patronal sobre la subordinación operaria, que se valida durante la fase de la contrarrevolución agraria habilitada por
la dictadura. El quiebre es una figura resultante de la relación entre la victoria de los empresarios agrícolas de “nuevo tipo” y
la derrota social de quienes deben pagar
el costo. En esta victoria son puestos
en forma unos , que pone en forma unos “procesos productivos (que se) llevan
los frutos y dejan las sobras. Restos de
diversos procesos agrícolas como la malla sombreadora, las duelas, los bins y los pallets, y de
procesos forestales como la tapa y la
charlata, que puestos en manos del arquitecto se constituyen en componentes de
un sistema constructivo muchas veces original”.
La toma de partido –a contracorriente- del arquitecto bajo estas condiciones de excepción permite re-evaluar
su función como un editor de materialidades constructivas, que trabaja desde la poética
de las mermas y de las fatigas, dando pie a una infraestructura de
sustitución pensada para acoger el estar de los campesinos, en un paisaje
intervenido por una monumentalidad edificatoria
campesina, que programa el territorio desde las distinciones tecnológicas y corporales de la Apilación, la
Cuelga y el Esparcimiento.
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