martes, 9 de febrero de 2016

TOMAR PARTIDO


Tomar partido por una arquitectura en vez de otra. En el entendido que la arquitectura chilena, de todos modos, ordena simbólicamente la visualidad chilena. ¿Y por qué no pensar que este ordenamiento se ha plasmado desde una noción de demanda y de falta? Me refiero a la demanda y a la falta de vivienda,  que será formalizada por el Estado mediante la creación de un Ministerio de la Vivienda,  como una respuesta singular propia  en el marco de la Alianza para el Progreso, dando lugar a un tipo de arquitectura funcionaria ejemplar, cuya máxima expresión es el edificio allendista de la UNCTAD III.

Luego vino la arquitectura subordinada a la especulación barata que promovió la violencia simbólica de la dictadura en su diseño habitacular  de voracidad ascendente. En medio de esa furia rencorosa hay que destacar el trabajo de CEDLA,  y luego de H.Eliash y M. Moreno, sin dejar de mencionar a E. Browne. Todas, publicaciones e iniciativas que tuvieron lugar durante la dictadura.    Los jóvenes arquitectos de hoy ni siquiera podrían imaginar cómo fueron los años de plomo.  Gran parte de los logros de la actual arquitectura tienen como referente el trabajo de esos años. 

Sin embargo, una cosa que todos advierten como el efecto de una gran reversión es la tesis de la devaluación del rol del arquitecto en nuestra época, como lo señala Alfredo Hocelyn-Holt en el prólogo a Portales del laberinto: arquitectura y ciudad en Chile 1977-2009. Curador: Jorge Francisco Liernur (Universidad Andrés Bello, 2009). Los ensayos de este libro encuadran una reflexión sobre la reevaluación de la trayectoria de una arquitectura que no puede dejar de pensar su relación con el poder.  Justamente, ahí está la toma de partido de la que hablo. Todas estas discusiones, muy importantes, son santiaguinas. 

TALCA es un caso en que las relaciones entre la arquitectura del poder y el poder de la arquitectura están en tensión compleja, desde un lugar no-metropolitano, problemáticamente urbano y resemantizadamente rural.  La pregunta de Bengoa resuena como una acusación: ¿qué pasó con el imaginario del Valle Central? Está formulada para que se entienda que TALCA es una respuesta explícita. Y esto se entiende, hoy día, cuando se toma en consideración las declaraciones de Alejandro Aravena como curador de la Bienal de Venecia de Arquitectura:
"Hay varias batallas que necesitan ser ganadas y diversas fronteras que deben ser expandidas para mejorar la calidad de lo construido y la consecuente calidad de vida de las personas. Esto es el por qué quisiéramos que la gente venga y vea la 15° Exhibición Internacional de Arquitectura: historias exitosas que valen la pena ser contadas y casos ejemplares que valen la pena ser compartidas donde la arquitectura hizo, es y hará una diferencia en estas batallas y fronteras" (http://www.plataformaarquitectura.cl/cl/770448/alejandro-aravena-director-de-la-bienal-de-venecia-2016).
No es usual escuchar  a los arquitectos hablar  de “batallas” y “fronteras”, usando   un léxico militar que designa la dinámica de un frente  y la movilidad de su localización, teniendo en cuenta la disposición y disponibilidad de las  fuerzas en presencia.  Hablar de mejorar la calidad de lo construido y de calidad de vida de las personas plantea una exigencia que los especuladores inmobiliarios quisieran omitir como problema, porque existen casos en los que la arquitectura hace –efectivamente- la diferencia: a contracorriente.
A CONTRACORRIENTE es el título del proyecto del envío chileno a la Bienal de Venecia.  Juan Román, curador del envío  emplea una palabra que pertenece al léxico de la hidrografía. En verdad, devela su preocupación por las cuencas; es decir, por la sedimentación y el curso de los ríos, poniendo el pie forzado del paisaje no-bucólico cuya nostalgia remite a las ruinas de  la Hacienda de antes-de-la-reforma-agraria. Finalmente, el patrimonialismo no hace más que edificar el monumento discursivo de la reparación.  Hay que entender que la “pérdida del fundo” es vivida como un exilio interior; como  un despojo simbólico que afecta las bases arcaicas de la hacendalidad. 
Este paisaje reivindicado por TALCA  corresponde a una poética implícita de los restos; no de los desechos reciclables.  ¡Que no se confunda!  La poética se refiere a la existencia de un diagrama  que sostiene  la consistencia de unas configuraciones territoriales, tomando a cargo la  perturbada memoria  de la ruralidad quebrada  de la que habla Bengoa. 

Solo que para que haya quiebre, se requiere de fuerzas diferenciadas cuya disposición  establezca  momentos de conflictividad que autorice el ejercicio de un dominio patronal sobre  la subordinación operaria,  que se valida durante la fase de la contrarrevolución agraria habilitada por la dictadura.   El quiebre es una figura  resultante de la relación entre la victoria  de los empresarios agrícolas de “nuevo tipo” y la derrota social  de quienes deben pagar el costo.  En esta victoria son puestos en forma unos , que pone en forma unos  procesos productivos  (que se) llevan los frutos y  dejan las sobras. Restos de diversos procesos agrícolas como la malla sombreadora,  las duelas, los bins y los pallets, y de procesos forestales como  la tapa y la charlata, que puestos en manos del arquitecto se constituyen en componentes de un sistema constructivo muchas veces original”.

La toma de partido –a contracorriente- del arquitecto bajo estas condiciones de excepción permite re-evaluar su función  como un editor  de materialidades  constructivas, que  trabaja desde la poética de las mermas y de las fatigas, dando pie a una infraestructura de sustitución  pensada para acoger  el estar de los campesinos,  en un paisaje  intervenido por una  monumentalidad  edificatoria  campesina,   que  programa el territorio desde  las distinciones  tecnológicas y corporales de la Apilación, la Cuelga y  el Esparcimiento.



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