A veces, para conciliar el sueño, me pongo a ver
reportajes en youtube. Lo cual resulta, por lo demás, contraproducente. No se
concilia el sueño. Queda uno sobresaltado. Me ocurrió recientemente, después de
terminar de escribir la columna anterior. Buscaba, como me ocurre a menudo, un
documental sobre la segunda guerra y me encontré con un largo reportaje sobre
la vida de Balduino de Bélgica. Todo muy triste. Pero hubo un momento que
recordé a propósito de una pintura de Balmes. Se trataba del discurso de
Lumumba. Estaba el rey que se había trasladado hasta Léopolville para
pronunciar un paternalista discurso sobre la independencia del Congo. Fue el 30
de junio de 1960. Lumumba le respondió y con eso selló su suerte. Le recordó a
los belgas, al rey, que esta independencia no era el producto de una donación,
sino de una lucha dolorosa. Entonces, será fácil entender que Lumumba fuera
asesinado en enero de 1961. Pueden ver en youtube el registro de ese discurso.
Luego, pude acceder al film que en el 2000, realizó Raoul Peck, asistido por
Jacques Cluzaud. Al leer la ficha
sabemos que el guión fue escrito por Raoul Peck, Pascal Bonitzer et Dan Edelstein.
La aparición del film coincide con la formación de una comisión belga que
investiga, recién en el 2000, la desaparición de Lumumba. Su cuerpo jamás fue
encontrado.
Entonces, Balmes
hace la pintura Homenaje a Lumumba en 1967. Siempre me pareció extraño por qué
lo hizo. Es decir, ¿por qué se fijó en la figura de Lumumba, en esa coyuntura? Se
trata de una pintura muy cercana, entonces, a la serie de pinturas que Balmes
realiza a partir de la muerte del Ché. ¿Serán
suficientes la explicaciones políticas? ¿Por qué en 1967? Las pinturas que hace
del Ché son de otro carácter. Son la pinturas
para la serigrafía. Es decir, están
serigráficamente sobre determinadas. Pero la de Lumumba es una sola pintura de
fondo negro, como si fuera un pizarrón, sobre la que el retrato de Lumumba,
realizado en lápiz grafito sobre papel amarillo, ordinario, de periódico, qu está
pegado junto a lo que podríamos reconocer sería la sombra fragmentada de un
cuerpo. Siempre, en Balmes, habrá fragmentos delas extremidades inferiores de
los cuerpos. Frente al pizarrón, Balmes no saca adelante para darnos-a-ver una
lección de historia. Una dura lección. A
la siga de otro papel blanco que ha sido arrancado de un block profesional de
artista, como si fuera un paño. Pero el
retrato ya es el de un hombre caído. Si bien la imagen que recuerdo de Lumumba
es cuando fue fotografiado maniatado, sentado en la parte trasera de un jeep, “custodiado”
por soldados. Balmes lo dibuja erguido, pero lo coloca acostado en el cuadro,
porque hace de la pintura un sepulcro. Lo fija. El cuerpo jamás fue encontrado,
ya lo dije. La pintura restituye un
simulacro. La percepción del mundo –el informe político- pasa por la mediación
de la imagen. La pintura negra es el
negativo de la representación. La representación de su desaparición en
proporción directa a la ostentación de su presencia gráfica. Porque habrá que
poner esta pintura en relación con Proyecto para un retrato, fechado también
1967.
Habrá que pensar
que en 1967 Balmes habla de historia de
un retrato y que Dittborn, ya en 1977, habla de historia del rostro. Habrá pasado una década para que la
representación de unos rasgos de figuración
ascendente den lugar a la semejanza de la vulnerabilidad descendida. Digo, a la
vulnerabilidad, por semejanza. Si bien, en 1967, Balmes recurre a la imagen
originaria de un combate anti-colonial sobre el que la imagen del Ché va a
cerrar un ciclo. Lo extraño es que sea
un pintor comunista chileno el que en 1967 recurra a la imagen de esta caída.
Quizás sea, justamente, por eso. Lo que estaba haciendo, entonces, era el proyecto
para el retrato de una derrota de 1967, como el “Retrato del Ché”, que debía
convertirse en triunfo en 1970. No son los rasgos de una imagen triunfante,
sino la cita gráfica del Cristo de Mantegna, por fragmento. Y en esa línea debe
entenderse, probablemente, el retrato de Lumumba. El problema es que Balmes, en
1967, ya los pinta como desfallecientes. Sobre piedra ennegrecida por el hollín
de una animita. Pero no. Balmes, que no hacía grabado, estaba –igual- determinado
por la manera negra.
No hay
conciliación del sueño de la razón. En la misma época en que el rey de los
belgas escucha el discurso de Lumumba, un cura jesuita edita un disco, Misa
Luba, cantado por el coro de niños
cantores del Rey Balduino.
Ese disco se
escuchaba en las casas de familias social-cristianas progresistas que luego
pasaron a fundar el MAPU.
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