sábado, 9 de febrero de 2019

DE LA HISTORIA DEL RETRATO A LA HISTORIA DEL ROSTRO




A veces, para conciliar el sueño, me pongo a ver reportajes en youtube. Lo cual resulta, por lo demás, contraproducente. No se concilia el sueño. Queda uno sobresaltado. Me ocurrió recientemente, después de terminar de escribir la columna anterior.  Buscaba, como me ocurre a menudo, un documental sobre la segunda guerra y me encontré con un largo reportaje sobre la vida de Balduino de Bélgica. Todo muy triste. Pero hubo un momento que recordé a propósito de una pintura de Balmes. Se trataba del discurso de Lumumba. Estaba el rey que se había trasladado hasta Léopolville para pronunciar un paternalista discurso sobre la independencia del Congo. Fue el 30 de junio de 1960. Lumumba le respondió y con eso selló su suerte. Le recordó a los belgas, al rey, que esta independencia no era el producto de una donación, sino de una lucha dolorosa. Entonces, será fácil entender que Lumumba fuera asesinado en enero de 1961. Pueden ver en youtube el registro de ese discurso. Luego, pude acceder al film que en el 2000, realizó Raoul Peck, asistido por Jacques Cluzaud.  Al leer la ficha sabemos que el guión fue escrito por Raoul Peck, Pascal Bonitzer et Dan Edelstein. La aparición del film coincide con la formación de una comisión belga que investiga, recién en el 2000, la desaparición de Lumumba. Su cuerpo jamás fue encontrado.



Entonces, Balmes hace la pintura Homenaje a Lumumba en 1967. Siempre me pareció extraño por qué lo hizo. Es decir, ¿por qué se fijó en la figura de Lumumba, en esa coyuntura? Se trata de una pintura muy cercana, entonces, a la serie de pinturas que Balmes realiza a partir de la muerte del Ché.  ¿Serán suficientes la explicaciones políticas? ¿Por qué en 1967? Las pinturas que hace del Ché son de otro carácter.  Son la pinturas para la serigrafía. Es decir, están serigráficamente sobre determinadas. Pero la de Lumumba es una sola pintura de fondo negro, como si fuera un pizarrón, sobre la que el retrato de Lumumba, realizado en lápiz grafito sobre papel amarillo, ordinario, de periódico, qu está pegado junto a lo que podríamos reconocer sería la sombra fragmentada de un cuerpo. Siempre, en Balmes, habrá fragmentos delas extremidades inferiores de los cuerpos. Frente al pizarrón, Balmes no saca adelante para darnos-a-ver una lección de historia.  Una dura lección. A la siga de otro papel blanco que ha sido arrancado de un block profesional de artista, como si fuera un paño.  Pero el retrato ya es el de un hombre caído. Si bien la imagen que recuerdo de Lumumba es cuando fue fotografiado maniatado, sentado en la parte trasera de un jeep, “custodiado” por soldados. Balmes lo dibuja erguido, pero lo coloca acostado en el cuadro, porque hace de la pintura un sepulcro. Lo fija. El cuerpo jamás fue encontrado, ya lo dije.  La pintura restituye un simulacro. La percepción del mundo –el informe político- pasa por la mediación de la imagen.  La pintura negra es el negativo de la representación. La representación de su desaparición en proporción directa a la ostentación de su presencia gráfica. Porque habrá que poner esta pintura en relación con Proyecto para un retrato, fechado también 1967.

Habrá que pensar que en 1967 Balmes habla de historia de un retrato y que Dittborn, ya en 1977, habla de historia del rostro. Habrá pasado una década para que la representación  de unos rasgos de figuración ascendente den lugar a la semejanza de la vulnerabilidad descendida. Digo, a la vulnerabilidad, por semejanza. Si bien, en 1967, Balmes recurre a la imagen originaria de un combate anti-colonial sobre el que la imagen del Ché va a cerrar un ciclo.  Lo extraño es que sea un pintor comunista chileno el que en 1967 recurra a la imagen de esta caída. Quizás sea, justamente, por eso. Lo que estaba haciendo, entonces, era el proyecto para el retrato de una derrota de 1967, como el “Retrato del Ché”, que debía convertirse en triunfo en 1970. No son los rasgos de una imagen triunfante, sino la cita gráfica del Cristo de Mantegna, por fragmento. Y en esa línea debe entenderse, probablemente, el retrato de Lumumba. El problema es que Balmes, en 1967, ya los pinta como desfallecientes. Sobre piedra ennegrecida por el hollín de una animita. Pero no. Balmes, que no hacía grabado, estaba –igual- determinado por la manera negra.

No hay conciliación del sueño de la razón. En la misma época en que el rey de los belgas escucha el discurso de Lumumba, un cura jesuita edita un disco, Misa Luba, cantado por el coro de niños cantores del Rey Balduino.

Ese disco se escuchaba en las casas de familias social-cristianas progresistas que luego pasaron a fundar el MAPU.  



No hay comentarios:

Publicar un comentario