En la columna sobre los desplazamientos del grabado sostuve
que Zañartu “ilustra” los textos de Butor. No es tan así. Butor escribe a
partir de unas imágenes de Zañartu. En
1961. Ahora, no estoy del todo seguro
que Zañartu haya participado en la Bienales de
Grabado, que tienen lugar a fines de los sesenta. Entre medio, Antúnez
se había instalado en Nueva York como agregado. Pero nunca ha sido demostrado
que haya cruzado los mismos espacios de relaciones formales que Castro-Cid,
Téllez o Downey. Parece que establece
otro tipo de redes, que le permiten trabajar en el grabado como espacio
subordinado.
Será la gente de la Católica la que permitirá que el espacio
del grabado deje de ser subordinado y adquiera autonomía, justamente, gracias a
su propia negación. Lo cual no quiere decir, en absoluto, que entre Zañartu y
Vilches exista una línea de filiación. Más bien, la podemos encontrar entre
Zañartu y Cruz, pero no por relaciones directas sino más que nada por
contigüidad formal. Cruz tiene que ver
con eso. En cambio, Vilches proviene de los trabajos
prácticos realizados durante la Unidad Popular, trabajando con niños de
escuelas periféricas. Los hacía dibujar
con lápiz pasta sobre trozos de cartones que obtenía del desarme de cajas de
zapatos y luego les pasaba un rodillo con tinta y les enseñaba a los niños a
sacas copias con cuchara de palo. Así no más.
Camilo Yáñez no sabe de esto porque es de la Chile y está
subordinado a repetir el rito iniciático de
pertenencia a una tribu de la que obtiene su garantización como operador
político de una infamia orgánica.
Porque, al final, no se develó ser más que eso: un operador que omite la
filigrana de la historia. No sé de qué va a hablar el 19 de junio en la mesa
redonda en D21. De todos modos, preparo
mi intervención. Es decir, ya la he comenzado, diciendo esto que acabo que
decir. Porque el experimentalismo, por usar una palabra que nunca fue usada en
los años ochenta, está vinculado al trabajo de Duclos, sobre cuya delegación
hay que explicar de qué modo realiza el salto desde la estampa hacia la
performatividad y la objetualidad.
El espacio de la Chile, en la feroz coyuntura sobre la que
sus esbirros académicos inventan el heroísmo de una historia de imposturas,
está dividido y sobrepuesto por un sistema gráfico y un sistema político. Para
determinar esto, no tuve necesidad de entrevistar a nadie para que me filtrara
ninguna ficción re/compositiva, sino que me he apegado al estudio de las obras
mismas. No sé si me explico.
Están las obras de Smythe, realizadas entre 1974 y 1978. ¿Qué saben los universitarios de todo
esto? Los menciono para establecer la
distancia entre la flojera académica y
el espacio de las autonomías de escritura.
No basta con hacer coloquios para
hacer-como-que-se-trabaja. Produzcan algo que valga la pena, a partir de las obras mismas, en términos de una investigación
historiográfica que deje de repetir el flatus vocis de los artistas
totémicos. Las tutorías de los magister
debieran estar sometidas a la evaluación de entidades independientes porque no
se puede creer el rango de impostura con
que engañan a los estudiantes.
Las obras de Smythe me parece que proporcionan una base de
trabajo y de estudio de gran valor para instalar esa diferencia con el sistema
pictórico, del que ya he hablado, y respecto del cual he establecido la distinción entre izquierda
y derecha manchística, que no es aprobada por el delirio anacrónico de Brugnoli porque le desarman el mito de su overol, que vi en la feria de artes plásticas del Parque,
en un estado de extrema indigencia institucional. ¿Que no les de vergüenza? Es como si en la
Chile de comienzos de los años sesenta, los miembr0s del sistema pictórico no
conocieran la obra de Antonio Berni.
Así era la escena chilena de ese tiempo: a la altura de la
feria de artes plásticas. No ha cambiado
mucho. Pasemos. Patética historia. De todos modos, en esas ferias, a lo menos, había
algunas cosas mucho más interesantes; como la presentación de la primera
máquina de proyección de diapositivas abstractas, que había inventado Martinoya.
¡A ver si los curadores udepistas
lo incluyen en la gran historia del arte cinético inexistente! Porque a fin de
cuentas, aquí, en este país de
mitómanos, las cosas existen por efecto de repetición, sin siquiera tomarse la
molestia de verificar la existencia de las obras.
Pero junto a las obras de Smythe, que he mencionado, están
las obras de Dittborn, de 1974, que pertenecen a la Colección Pedro Montes. Y
también, algunos dibujos de Opazo, de mediados de los sesenta. Entonces, hay
obras para sostener la existencia de un sistema gráfico específico, de la
Chile, que no tiene nada que ver con el grabado, sino con el dibujo y con la
pintura rápida, con acrílico y carbón de espino, sobre papel estraza. Lo que es propio de la Chile es la serigrafía,
que por lo demás, no estaba directamente vinculada al departamento de grabado.
La serigrafía proviene desde fuera y compromete a los docentes-artistas que más
relaciones tienen con los sistemas de impresión en sentido estricto. En cambio,
en la Católica el sistema tiene una
referencia a la pobreza franciscana y al diseño de muebles de palo quemado con
cubierta de textil andino. Instala dos velones y tienes un altar. Por eso, el grabado se despista de la irrelevancia
pictórica de los popes iniciales, que solo tienen discurso en la defensa que
les hace Galaz por fidelidad con esa desidia artística. Los grabadores, en
cambio, son como carpinteros que modelan las expansiones del madero de Cristo,
que descubren disimulado en el rostro de los pobres. Por eso nunca botan el pan duro.
Todo lo anterior se justifica para señalar que todo el
contra-formalismo del Duclos de la coyuntura de 1981 depende del modelo
inconsciente de la xilografía como una pedagogía del oprimido. Ya lo dije: no
depende de la madera, sino del madero que señala el instrumento del sacrificio
de Cristo. Por eso, habilita el afichaje del Verbo en sus delimitaciones
fantasmales. Por eso la xilografía es ecuménica:
de alto contraste. Torpe. Bruta. Auténtica.
Moralista. Participando de la bondad expresiva de un pueblo
ruosseauista.
Duclos, en 1981, se traslada desde la xilografía al objeto.
Se hace carpintero. Evangélico. Por eso
remite a la Tabla de la Ley; pero sobretodo, a la incisión que abre un surco
sobre la sábana gruesa que en otro
registro, Dittborn recupera como la determinación inconsciente del santo
sudario. El punto a resolver, en Duclos,
es determinar cómo y por qué ocurre el traslado de la letra impresa hacia el objeto editado. He ahí la importancia de
la foto de este mobiliario que opera
como una extensión del espacio en que habita la sagrada familia. El taller de grabado pasa a ser concebido
como un remontaje del “taller de José”. Eso es lo fundante: la plancha de
madera se declara en situación de acogerse a su derecho de lecho, para mantener
la firmeza del dogma de la Inmaculada Concepción.
Los primeros desplazamientos del grabado los realiza Carlos Gallardo el año 1978, con las obras "A La Carne de Chile" (propiedad del Museo Nacional de Bellas Artes), premio de grabado en la primera bienal de Arte Universitario, continúa el año 1979 con las obras premiadas en el Concurso de la Colocadora Nacional de Valores, con un par de obras sobre la misma serie de "A La Carne de Chile" (propiedad del Museo Nacional de Bellas Artes) y obras como "Grabado es:10 muertes con igual procedimiento, propiedad de Pedro Montes Galeria D 21, y podría seguir pero creo que marque mi punto. Los desplazamientos en La Católica comienzan el año 1978 con mi trabajo.
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