jueves, 16 de junio de 2016

DOMICILIO DEL ARTE


En algún momento monté una exposición en el Museo Blanes, de Montevideo. Era un proyecto que se llamaba El lugar sin límites.  Estaban Ximena  Zomosa, Voluspa Jarpa y Nury González, por nombrar a algunas de las artistas participantes. La inauguración  coincidió con una visita presidencial de Ricardo Lagos y pasó a  formar parte de su agenda.  En el Museo Blanes, el gobierno de Chile condecoró a Mario Benedetti.

Esta es una historia que ya he relatado, probablemente en www.justopastormellado.cl El caso es que en la apertura, Ricardo Lagos me pidió que le hablara de la obra de Ximena Zomosa. Esta consistía en una gigantesca “pintora” que ocupaba el muro y parte del piso.  No era una “pintura”. Pero “pintaba”.   Broma aparte, la monumentalidad de la pieza era tal que obligaba al espectador a levantar la cabeza y elevar la mirada por sobre la altura museal recomendada.  Se me ocurrió decir que ese era el “porte de la madre”.  

El día anterior había leído en el diario  una entrevista a Lagos en que hablaba de su madre; en efecto, del porte de su madre.  Agregué que de niño uno siempre mira a la madre hacia arriba, sabiendo  que en el bolsillo de la “pintora”  ella  siempre guarda algo para  nosotros.  Lagos sonrió de buena gana y se lo comentó a miembros de su comitiva.

Pero luego pasamos frente a la obra de Voluspa Jarpa,   una pintura de gran formato que  en medio de un paisaje glacial  reproducía la imagen de una mediagua montada sobre un bloque de hielo a la deriva.  Ahí fue que se me ocurrió decirle que esa era la imagen  exacta del arte chileno.  

Entonces, el Presidente continuó su visita apurando el paso y llevándose a la comitiva consigo. Yo llegué hasta ahí no más.  No quiso escuchar. No quería saber de la crisis de vivienda del arte chileno.

La cuestión del domicilio del arte chileno sigue en pié, con la certeza de saber que para tenerlo se requiere de un techo.  Sin embargo, la queja permanente de los artistas es que no hay vivienda (suficiente) en esta prosa del mundo dominada por el neoliberalismo.   

Prefiero hablar de capitalismo tardío en el marco de un Estado-Nación (medio) fallido.  Lo cual autoriza a  los artistas a considerar que sus demandas debieran ser trabajadas  por el SERVIU,  a menos que el CNCA se defina como un Nuevo Ministerio de la Vivienda,  en una época en que  la crisis de vivienda se refiere al lenguaje mismo.  (La casa-del-ser).

El artista-docente chileno se  preocupa más de revisar programas de estudios y usar la innovación curricular como medida represiva para quitarle cursos a sus colegas, que de invertir su tiempo en producir obra consistente.  Esa es la crisis de vivienda del arte chileno; crisis de lenguaje.  Digámoslo así,  parodiando el título de un exitoso programa de la televisión por cable: Los artistas no saben hablar.  De manera estructural, son hablados por el sistema de reparación que exige la presencia de una madre que siempre tiene algo guardado en el bolsillo. 

La política de la vivienda para el arte vendría a ser un don de la Madre.  Les recomiendo que lean Ensayo sobre el don, de Marcel Mauss.  De seguro, terminarán leyendo los planes de desarrollo para la cuenca del Río Don.  (Porque han aprendido a rellenar  las secciones  “audiencia” e “impacto social” en el formulario).

En vez de organizar encuentros para elaborar listas de  encomiendas, lo menos que se le puede pedir a los artistas chilenos  de hoy, en el caso de que esperemos algo de ellos,  es que  hagan obra.  

Esta es la consigna. Dejen de hacer clases.  Dejen de ser vectores  y portadores del fraude académico más grande de la historia.  Lo vengo diciendo desde comienzos de los años noventa,  cuando sugerí interponer una demanda ante el SERNAC para perseguir en justicia a las escuelas de arte por publicidad engañosa.

En la conversación sobre Ejercicio forense el sábado 11 de junio, Camilo Yáñez se puso como ejemplo apelando a la figura  de Harald Szeeman realizando Quand les attitudes deviennent forme.    La Obra Institucional que ha montado en Cerrillos no resuelve la crisis de actitud del arte chileno, que ha hecho de la fondaridad y de la producción asistida, su forma.

Camilo Yáñez ha (mal) interpretado el principio metodológico de Dittborn: lo político está en el pliegue. Para Camilo y sus amigos, el pliegue no es  un  (d)efecto gráfico a nivel de la planeidad del soporte de una aeropostal, sino  el excitante  efecto práctico de la  servidumbre voluntaria para subsistir como carenciados. 

La comunidad artística espera la publicación de las bases  para concursar a los cargos que la conducción del Centro de Arte Contemporáneo requiere para su formalización funcionaria. 

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