La consistencia
de dicho conocimiento fue verificada por la presencia de Talca en la penúltima
Bienal de Arquitectura de Venecia. En el
intermedio de la clase pude entrevistar al decano Juan Román, sobre la
evaluación que hacía de la curatoría. En verdad, de ese tema ya había
conversado con el encargado del área de arquitectura del Ministerio de las
Culturas, de las Artes y del Patrimonio, Cristóbal Molina (ver en www.ceda.cl). Juan Román planteó la preocupación de
continuar haciendo lo que hay que hacer, como una exigencia ética y
académica. Ya editaremos esta entrevista
y ésta será publicada en la web ya mencionada.
Gran parte de esta entrevista está destinada a la permanencia del
concepto de Ciudad-Valle-Central, que ha sido, a mi juicio, una de las grandes
invenciones referenciales de la escuela. En tal sentido, enfoqué el curso hacia
la rentabilidad nocional que podía tener una estrategia de aproximación a la invención del paisaje del valle central. Lo que hago, a estas alturas, no es más que
reproducir el interés ya estructurado como política de escritura para sostener
las invenciones del paisaje en determinadas escenas locales.
Frente a las
imágenes proyectadas de pinturas como
“El huaso y la lavandera” y “El malón” de Rugendas
puedo sostener una hipótesis acerca de cuáles son los indicios suficientes que permitan distinguir
la dupla operativa de Civilización y Barbarie para definir un modelo de
poblamiento. Por otra parte, el arribo
de los colonos alemanes al sur de Chile en
1850 está planteado en esa perspectiva.
Y en general, la Pacificación de la Araucanía. Aunque de todo eso,
curiosamente, no hay pintura.
Ciertamente, la
pintura se remite a reproducir algunas escenas costumbristas del valle central;
pero no en grado suficiente. Rugendas,
Smith, algunas láminas en el Atlas de
Gay acuden en mi auxilio para acomodar una hipótesis que no se revela como
decisiva, sino a partir de la presión crítica de una cierta literatura. La hipótesis del trabajo en que me he
empeñado consiste en señalar la preeminencia de la literatura, que en condición
de “sociología menor” termina por perseguir a la propia historia. Para ello me
he referido a la obra de Eduardo Barrios, “Gran señor y rajadiablos”, publicada
en 1948, y que “resume” una ficción de asentamiento que tiene lugar en la
segunda mitad del siglo XIX, y cuyo escenario geográfico se extiende entre
Chillán y Melipilla. El caso es que a propósito de esta novela es posible
sostener una hipótesis subordinada acerca del rol de las remontas en la
configuración de un poder militar que se verifica en la guerra del Pacífico,
puesto que los regimientos de caballería son formados probablemente a partir
del traslado de un patrón de hacienda que se va a la guerra con toda su
peonada. Conducir a unos “hombres de a
caballo” que se transfieren de las tareas de arreo a las de un regimiento en
operaciones remite a la reproducción en campaña de las relaciones sociales que producen
la existencia del propio valle central. Con
el atributo orgánico de que el personaje de la novela llega a ocuparse de las
remontas del ejército chileno durante la ocupación de Lima. Para lo que hay que
tener en cuenta que la guerra hace funcionar la economía del valle, en relación
al trigo y al carneo de animales que son salados y conducidos al frente, para
alimentar al ejército en campaña. Pero en la novela, el patrón dirige también
la represión del bandolerismo que asola la comarca y arruina la economía local.
Para colaborar
con esta hipótesis de invención del paisaje del valle central, recurrí a la
novela de José Donoso, “El lugar sin límites”, que forcé para convertirla en la
continuación de la primera que he mencionado, dado que en ésta última existe
una trama de decepción compartida en cuanto a que los patrones de hacienda
demuestran carecer del poder político que los pondría en situación de conducir
lo que podríamos denominar “desarrollo regional” anticipado. El patrón de
hacienda de Donoso carece de poder en la élite santiaguina y no logra conseguir
que el tren pase por su fundo, que lo condena a quedar “fuera de la historia”
(de poder); es decir, fuera de la modernidad eléctrica.
En cuanto a las
representaciones del gran norte y del sur y el sur austral, allí no hay
pintura, sino fotografía. La idea es que en el gran norte coinciden dos
tecnologías de la extracción: por un lado, la industria de extracción del
salitre como primera modificación monumental del paisaje, y en segundo lugar,
la fotografía, como máquina de captura de un paisaje sometido a la medida de
las instalaciones industriales, respecto de las cuáles la figura humana
(obrera) pasa a ser una ilustración del poderío del maquinismo extractivo, en
desmedro de las condiciones de existencia social. De todo eso, no hay pintura. Solo fotografía.
Finalmente, en el
sur de la colonización alemana ocurre un fenómeno extraordinario. Las dos
tecnologías sucesivas de ocupación del territorio son la cocina de hierro y la
fotografía. La cocina es el centro de la casa como fábrica de socialidad
mínima. La cocina se convierte en una unidad productiva gracias a la cocina de
hierro. Y cuando las condiciones de sobrevivencia son aseguradas y los colonos
pueden exhibir sus éxitos sociales, aparece la fotografía para documentar la
adquisición de su consciencia inscriptiva, mediante el registro del paisaje y
de las poses familiares. En la medida
que se puede disponer del poder de manejo del ocio y es posible exhibir los blasones de la nueva posición
adquirida.
Es por eso que
adquieren valor los álbumes de familia; porque son la base para
una crónica de la colonización “blanda”. Así lo pude confirmar cuando trabajamos con
Samuel Salgado en el estudio de algunos álbumes de colonos que pertenecen a la
colección de CENFOTO. Mientras que en el
gran sur, la fotografía supone el registro de la pérdida; es decir, solo son
retratados aquellos que están a punto de desaparecer, a manos de quienes
introducen la tecnología del mismo registro; curiosamente, dos curas; Agostini
y Gusinde. Cuando no, son los retratos
de los “cazadores de indios”, que completan la “obra civilizatoria”.
Estimado Profesor Mellado, espero que esté muy bien. Participo de una página web y nos gustaría poder entrevistarlo. Hay alguna manera de poder contactarlo? algún mail o algo así? Saludos
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