Corre el año de 1963. Chacal, prestigioso
asesino a sueldo cuya identidad nadie conoce, ha sido contratado por la
Organización del Ejército Secreto (OAS) para asesinar a De Gaulle. La novia de
un paracaidista ejecutado por su pertenencia a la OAS es la encargada de
recabar información sobre el Presidente y sus movimientos gracias a una
calculada relación que entabla con un miembro del servicio de seguridad. Basada
en la novela de título homónimo, escrita
por Frederick Forsyth, Fred Zinnemann realizó un film extraordinario en 1973,
donde hizo trabajar a Edward Fox. Este film es una obra maestra. El “remake”
que hizo Bruce Willis no le llega ni a los talones. Entonces, tenemos, una
valiente heroína que por amor, no ya a la patria, sino a la memoria de su novio
perdido, pone a disposición la información sociológica de contexto para que el
personaje comience a construir su “chapa”. El libro proporciona abundante información
sobre la construcción de cobertura a partir de la sustitución de identidad,
poniendo de manifiesto lo que ya a estas alturas es conocido por todas las
escuelas de agentes de información y contra-información. De hecho, el libro era
empleado en el Paris de 1977 como manual
de apoyo para la formación de operadores
clandestinos susceptibles de ser enviados al frente interno. Uno de los
ejercicios complementarios consistía en realizar viajes en el Metro, sin pagar
el ticket, para habituarse a situaciones de insubordinación de los signos, que
debía ser entendido como ensayo general de una insurrección en perspectiva. Sin
embargo, en el imaginario de la derrota, en octubre de 1973, otra novela era
sometida a exigencias narrativas similares
de reconstrucción de la historia. Escuchando la transmisión de noticias por la
radio oficial, la lectura de “La orquesta roja” de Gilles Perrault era una
tarea de rigor, porque permitía realizar el montaje de una escena en la que las
fuerzas armadas debían ser entendidas como fuerza de ocupación, teniendo como
significante francés al pueblo de Chile “en su conjunto”. Nuca se ha realizado
un estudio sobre las formas retóricas empleadas para cerrar los enunciados de
época, como “el-pueblo-en-su-conjunto”, en que el partido era una expresión de
singularidad que articulaba las partes del gran mecanismo de preservación de
las luchas. Así las cosas, si las fuerzas armadas y de orden eran concebidas
como ejército de ocupación, se podía afirmar su extranjeridad en los foros
internacionales, modulando el recurso a la noción de “resistencia francesa”
como acelerador abstracto de unidad, permitiendo caracterizar a la dictadura.
De modo que, según la distribución de los conceptos a los que se acudía para
solicitar la delegación de unas Sagradas Escrituras, dos hipótesis serían puestas en juego. La
primera consistía en sostener la existencia de una dictadura fascista, para justificar –comunicacionalmente-
la formación de frentes amplios
antifascistas, obviamente, mientras la segunda postulaba caracterizar la
dictadura como bonapartista; lo cual
era de primera importancia, porque la definición del carácter determinaba el
tipo de alianza que se debía construir, en el doble propósito que adquiría la
palabra, ya fuera como representación teatral,
ya fuera como la acepción de un núcleo ontológico. Porque ésta era la única manera
de ser consecuentes con la teoría del doble-poder que ya había sido esgrimida por
Enrique Correa en los cursos de marxismo-tomista que dictaba en la Universidad
Técnica del Estado, para luego trasladar sus migajas filosóficas citables al terreno
del programa partidario, pudiendo exponer las tres tareas diferenciadas según las
necesidades expresivas de la fase: tareas de profundización de la democracia,
tareas de liberación nacional y tareas de construcción del socialismo. De ahí
que la teoría del doble-poder tomada en préstamo al leninismo básico de los
orígenes, anticipaba la teoría del doble-juego que durante la ocupación alemana
de Francia iba a poner en acción la red que montaría Leopold Trepper con “La
orquesta roja”, sabiendo que la novela era leída por el propio Correa mientras
esperaba ser ex/filtrado y tomaba notas
para componer las condiciones de su in/filtración, años más tarde, convenientemente caracterizado de acuerdo a
las recomendaciones de Forsyth, porque debía hacer preparativos en el frente
interno tendientes a unificar las fuerzas de una alianza destinada a ser leída
como la Normandía de la recomposición democrática. Al fin y al cabo, mientras Flacso
reproducía la novela del interior, Correa
y sus agentes ampliaban los términos de la novela
del exterior gracias a la práctica literaria del doble-poder (Perrault/Forsyth).
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