martes, 25 de abril de 2017

TRABAJOS EN CURSO (2)



Hay  hechos que pasan a cumplir funciones significantes respecto de cómo se organiza un campo artístico en una escena determinada.  Me refiero a la incidencia del viaje que el 20 de enero de 1957 realiza un grupo de artistas penquistas a las festividades de San Sebastián de Yumbel.  Para poner en contexto a los lectores los remito a la lectura de tres sub-capítulos de un estudio que he publicado en www.justopastormellado.cl bajo el título “Teorías sustitutas y parodias locales”. En ellos podrán encontrar el relato del campo penquista y el desarrollo de las primeras hipótesis acerca de cuáles son las condiciones para reconocer una escena plástica local.

La escritura del ensayo “Julio Escámez”, que será próximamente publicado por la editorial de la Universidad de Concepción, está asentada en la articulación de los  sub-capítulos mencionados, que paso a enumerar: la reconversión oligarca de las artes visuales,  las dos filiaciones del grabado y  el modelo de la hacienda en la reorganización del campo plástico.  Sobre estas hipótesis está encaramada la escritura  de la coyuntura penquista de 1957.

El viaje a Yumbel reúne a un grupo de personas entre las cuáles se encuentran Pedro Millar, Julio Escámez, Nemesio Antúnez, pero sobre todo, Maco Gutiérrez.  Este último es el conector entre la coyuntura arquitectónica y la coyuntura pictórica, ya que es a la vez, uno de los personajes centrales  que aparece retratado  en el tercer  muro del mural de Julio Escámez en la Farmacio Maluje, y uno de los arquitectos que llega a Concepción cuando el proyecto del edificio FIUC  está en construcción.  (Los santiaguinos no saben el rol  que este edificio  juega en la modernización de la ciudad).  No solo eso,   sino que Maco Gutiérrez  será el arquitecto del edificio de la Farmacia Maluje,  concebido para acoger el mural de Julio Escámez. 




Lo que ocurre en Concepción, en ese entonces, resulta ejemplar como dispositivo de organización de la cultura local,  ya que articula tres elementos que definen a la escena como tal:  universidad local, clase política local y prensa local.  Es decir,  modernización de la enseñanza superior,   establecimiento de relaciones entre arte popular y cultura política  (la cultura popular como cultura erudita)  a través de un comunismo  antropologizante y un aparato de comentario local que oscilaba entre la crónica y la crítica. 

Esto significa  -por poner un ejemplo-, la apertura de un espacio  diverso que contempla la presencia de Violeta Parra, realizando la investigación sobre el canto popular en la zona de Florida y alrededores, con el apoyo de la Universidad de Concepción, que imagina la existencia de un Museo del Folklore en  una de las salas del local de la Sociedad de Bellas Artes;  proyecto que luego no se concretó.  Pero esto se combina con la organización de la escuelas de verano, que no solo programan cursos de acuarela de Nemesio Antúnez –a los que asisten Pedro Millar, Jaime Cruz y Eduardo Vilches-,  sino también de capacitación sindical y de legislación laboral, que  van a proporcionar  un marco ideológico anticipatorio  de la gran huelga del carbón de mayo de 1960. 

La escena plástica y arquitectónica no eran las únicas que operaban en la estructuración de una escena cultural local consistente. En 1959, el Teatro de la Universidad de Concepción estrena bajo la dirección de Pedro de la Barra, la obra dramática “Población Esperanza”, de Isidora Aguirre y Manuel Rojas; acontecimiento que puede ser considerado inaugural en el teatro chileno y latinoamericano.  No hay que olvidar que ya Isidora Aguirre había escrito “Las Tres Pascualas”,  que si bien era una reelaboración de una leyenda penquista,  recoge  sin embargo la condición de las mujeres de la vida rural.  Elemento muy importante al mencionar la Farmacia Maluje,  que  es un lugar en el que se fabrican diversas pomadas contra las enfermedades infecciosas a la piel, que eran comunes entre los campesinos de la zona de  Bulnes, Quillón y Florida.  De ahí que en el tercer panel del mural, el énfasis haya sido puesto en la escena de vacunación.

Pues bien: una semana después de la marcha de los mineros desde Lota y Coronel hacia Concepción, que se concentraron en la Plaza O´Higgins,  cuando la construcción del edificio de  los Tribunales de Justicia  estaba detendida,  sobrevino el terremoto del 21 de mayo.  A juicio de Bustos/Darmendrail/Zeiss[1]:

En esta ocasión, una importante ventaja, además del menor nivel de pérdidas humanas y materiales, fue que aún antes de los sismos ya estaban considerados un nuevo Plan Regulador Comunal, ejecutado por Duhart y Goycolea; y el primer Plan Intercomunal, liderado desde instituciones estatales por César Burotto; implementándose, respectivamente, a partir de 1962 y 1963. No fue casualidad que las autoridades vieran la necesidad de encauzar el inevitable crecimiento de la ciudad a través de estos instrumentos, sino un fruto directo de la preocupación gremial de los arquitectos, que buscaban sistemáticamente posicionar su opinión dentro de la sociedad, a través de diversos medios”.

Hablamos de 1963.   ¿Dónde culmina la diagonal que conecta la plaza O´Higgins con la Plaza Perú?  ¡En la Casa del Arte!  ¿Quiénes son los arquitectos?  Alejandro Rodríguez, Maco Gutiérrez y Osvaldo Cáceres. 









[1] Alexander Bustos – Luis Darmendrail – Patricio Zeiss, “Alejandro Presente. Memorias desde la Arquitectura”, (Fondart 2015), Concepción, 2016.

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