jueves, 20 de abril de 2017

DE CÓMO SE TRABAJA UNA EXPOSICIÓN

Hace algunos años, Ingrid Wildi-Merino me invitó a escribir para una exposición individual que tendría en München Alemania, que tituló Procesando lo Invisible. Se trató de una serie de fotografías que Ingrid había realizado, retratándose frente a la fachada de todos los lugares en los que había trabajado en la Suiza. Lo que le interesaba presentar eran las fotografías de las fachadas de los lugares mientras aprendía aleman.

Todo comienza cuando a los 18 años tuvo con su padre y hermanos  emigrar a Suiza. Recién llegada,  encuentró un trabajo en una gran carnicería.  Todas sus compañeras y compañeros eran migrantes y hablaban diferentes lenguas, nuevas para ella, y en el contacto diario comenzó pronunciar , creyendo que era dialecto suizo alemán. En verdad, eran todos inmigrantes que provenían de los Balcanes  y hablaban  mal suizo aleman y alemán  ( una especie de esperanto).  Aquí, su experiencia le indica  que está aprendiendo a hablar una lengua que no es.  

Este incidente establece el rango de dificultad para acceder al reconocimiento: hay que aprender a "hablar bien". Y ya había partido hablando, no solo mal, sino una lengua que no era.  Por las noches comienza  a estudiar Aleman porque deseaba escribir en esa lengua.

Entró a trabajar en fábricas e instituciones, todas alemanas, en la que cada una de ellas representa un estadio de avance en el aprendizaje de la lengua, siempre sometida al control de la correcta pronunciación, para  poder pasar por.  De ahí que el avance laboral en cada una de las instituciones significó, biográficamente, el aprendizaje de una habilidad que le permitiría, entonces, terminar de referencista en una biblioteca. 

Obviamente, al principio realizó trabajos no calificados donde la palabra estaba ausente.  Cuando tuvo un poco más de dinero tomó cursos de Alemán. Mucho más tarde, cuando dominó este idioma, pudo desempeñar trabajos que comprendían el dominio de esa lengua, con los cuales pudo pagar sus estudios en Artes Visuales en Zúrich y de postgrado en Ginebra.





En la época en que  estudiaba arte en Zurich  tuvo que “dejar” la clase obrera para devenir artista.  A juicio de sus cercanos, los obreros no tenían derecho a ser artistas o ni se imaginan entrar a una escuela de artes .  Ingrid Wildi debe romper el primer tabú.  El acceso a la lengua implicaba, en paralelo, un desclasamiento necesario.  Cuestión de poder: en la lengua se inscribe la lucha de clases en la primera línea de acceso a lo simbólico.   La práctica de arte  le permitiría acceder a un manejo de la lengua  que le impediría ser excluida por “hablar mal”.  Había pagado el costo, cumpliendo con las exigencias del canon.

Es así como recuerda que sus profesores, al admitirla en la escuela de Zurich, le  permiten que  ingrese a un curso superior, a condición de regresar habiendo leído a Kant.  Ese fue el momento en que dejó de practicar la pintura. Es decir, Ingrid Wildi sabía que al ampliar sus horizontes en el arte, accedería a la lengua, pero dejaría la pintura.  Cuestión de poder. Necesitaba manejar un dispositivo que registrara la voz del traductor: el grano de la voz.  Pero  siendo la voz, el soporte de la imagen. 

Es decir, entendió de inmediato que su trabajo consistiría en nomadizar los relatos de aquellos sujetos desplazados, ya sea, a mitad de camino de las lenguas, ya sea por  la dislocación de su posición en la estructura. 

Entonces, comenzó a realizar este trabajo autobiográfico  para la exposición en München, como un análisis visual, social y estético sobre la Arquitectura y el aprendizaje de la lengua Alemana, documentando el proceso laboral y cómo el entorno arquitectural va cambiando en la medida que  se hacía  poseedora de elecciones sobre sus trabajos y  sus estudios.

Este trabajo fotográfico muestra que la arquitectura no es neutra sino que  refleja la estructura social, laboral y política. Las fachadas de los lugares donde trabajó ponen rostro a la estructura social; a una línea de sectores laborales que se hace presente cuando se observa y recorre las fachadas de los lugares de trabajo, y a la par del aprendizaje de la lengua.  Razón por la cual, este trabajo posee una especie de subtítulo: La Arquitectura y la lengua como Arquitectura.

Luego, en el 2015, después que había realizado con gran esfuerzo la exposición DISLOCACIÓN, en Santiago y en Berna, Ingrid Wildi fue invitada a  exhibir en el Frac Lorraine,  que ya había adquirido una de sus piezas de ensayo-video. Sin embargo, en esta  otra ocasión, el curador de la muestra LA VOZ DEL TRADUCTOR, el joven crítico curador suizo Martin Waldmeir la invitaba, junto a otros  doce artistas, a una exposición  que tenía por título La voz del traductor.

El curador escribió, entonces, en su Nota de Intención: “En el comienzo fue la traducción. Para el poeta y traductor finés Leevi Lehto, la traducción es el verdadero fundamento de toda cultura. Lenguaje y cultura están ligados por flujos incesantes que les permiten crecer y evolucionar en el tiempo. Gracias a la traducción, lo que nos es extranjero se hará comprensible. El otro penetra en nuestro mundo y nuestro punto de vista se expande”.

Por un lado, la exposición hacía visible la actividad propia del traductor; pero por otro lado, hacía del traductor una metáfora crítica de la situación lingüística puesta en evidencia por la mundialización. Y como una cosa lleva a la otra, del multilingüismo voluntario al multilingüismo involuntario,  como uno de los casos relevantes,  se hizo evidente la proximidad entre dos nociones que han estado siempre presentes en el trabajo de Ingrid Wildi:  la traducción y la transferencia.

Ya instalada en Santiago de Chile, en enero de este año, recibió los primeros ejemplares del projecto- libro Arquitectura de las transferencias, arte, politica y tecnologia que realizó después de haber concluido la curatoria de la exposicion DISLOCACION.  Diré que es su lógica y natural continuación, pero por otros medios. Estos medios serían la escritura, la traducción y las transferencias discursivas y tecnológicas, pero bajo un título cuya densidad señala desde ya su perspectiva estratégica: ARQUITECTURA DE LAS TRANSFERENCIAS. 

Resolvimos, entonces, modificar el proyecto inicial y montar la visualización de este otro procedimiento, que de todos modos incluía la serie inicial,  pero amplificada a procesos de violenta transformación del paisaje.  Lo que hicimos  fue cambiar la fachada que sostenía la adquisición de la lengua, por las excavaciones que fijaban la lengua de dominio del capital en zonas de extracción minera. Es decir,  nos quedaba muy claro que lo que se transfiere es lo que se traduce, para encubrir la operación de traducción misma de los valores de las cosas.  

Fue entonces que comenzamos a trabajar en esta exposición, que está precedida por el libro que consigna una investigación de artista, que prolonga la hipótesis que Ingrid Wildi Merino formuló en su ensayo-video que exhibió en DISLOCACION bajo el título Arica y norte de Chile: no Lugar y lugar de todos (2008-2011). 

No hay comentarios:

Publicar un comentario