Béatrice Josse, después de realizar estudios de Derecho y de
Historia del Arte, dirigió desde 1993 el Frac Lorraine, en Metz. En el 2004 lo rebautizó con el nombre de “49
norte 6 Este” para enfatizar la importancia de su localización, en un paisaje
densificado, con “demasiada historia” en las espaldas. No solo debía pensar en las características
de la Lorraine, sino qué sentido
tenía organizar una colección pública,
regional, de arte contemporáneo.
Un Frac es un Fondo regional de arte contemporáneo que se
define como un dispositivo de acondicionamiento (aménagement)
cultural del territorio. Se podría decir
que corresponde a un momento de desarrollo de una política urbana. Imaginen que
la constitución de una colección pública tenga implicancias en la política de
modelación urbana de una ciudad o de un barrio, porque eso quiere decir que la
decisión de coleccionar, distinta a la de “musealizar” la ciudad, es un gesto que se
define por el deseo institucional de permitir que el arte contemporáneo esté
presente en la “producción de ciudadanía”.
Un fondo de arte contemporáneo no es un centro de arte ni un
museo, ni puede ser asociado a un lugar y a una función exclusivamente
expositiva. Su patrimonio es
singularmente nómade y la mediación de su acción compromete el uso de
instrumentos difusivos y pedagógicos originales, que se articulan con otras
acciones institucionales en las diversas regiones de Francia. Olvidaba decir que ya se han cumplido más de
treinta años desde su fundación y su desarrollo ha sido objeto de calificadas
reflexiones, que en Chile, al parecer, ningún responsable político parece enterarse.
Hace unos años, junto a Natalia Majluf (MALI-Perú) y Andrés
Duprat (MNBA-Argentina) recorrimos
cuatro o cinco Frac, para conocer su
sistema de funcionamiento y discutir con
sus directores sobre el desarrollo del coleccionismo público. Es preciso señalar que en el MAC Forestal,
hace algunos años, se presentaron exposiciones que provenían, también, de otros
Frac, deseosos de sostener
iniciativas de trabajo con
instituciones chilenas. Estas, por cierto, no prosperaron.
Lo que les interesaba a los museos chilenos en esos momentos
era recibir paquetes de exposiciones que les pudieran resolver una programación
y sacar ventajas de ello. La capacidad de reciprocidad no existe en el
arte chileno. La discusión sobre
coleccionismo público, en nuestro país,
se entrampó. Aunque desde hace
unos cinco años se ha convertido en un tema y en un problema, después de las
quejas tanto del MAC como del MNBA acerca de la limitación de recursos para
adquisición de obras.
El caso es que hasta el propio CNCA posee una colección de
arte contemporáneo, mediocre y desigual, desigual por mediocre, mediocre por
desigual, cuya existencia formal no sabría justificar más allá de asumir “lo
que hay”, sin hacer crítica histórica acerca de cómo se llegó a “formular” como
necesidad institucional.
En este sentido, quienes conocen el proceso de constitución
y desarrollo de los Frac saben que en cada región la situación se desarrolló a
partir de sus condiciones particulares. No todas las regiones poseían, por
ejemplo, la misma experiencia o alguna tradición de intercambio con el arte
contemporáneo internacional. De hecho, hubo regiones en las que los artistas
locales protestaron porque sus obras no fueron inmediatamente adquiridas. Hubo
otras regiones en que la apuesta
internacional favoreció el intercambio y planteó a las instituciones museales francesas nuevos desafíos.
A partir de la colección del Frac Lorraine, durante su dirección, Béatrice Josse organizó exposiciones temáticas que abordaron diversos temas políticos y poéticos, tales
como “Estética de los polos”, “La Ucronía”, “Las profecías apocalípticas” y
recientemente “Los in-memoriales” en torno al eco-feminismo. Cada exposición, propuso además un nutrido conjunto de programas
pluridisciplanios de mediación, dinamizando el concepto de manejo de colecciones. A lo que se agrega la particularidad de que un Frac pasa a cumplir funciones de “centro de arte”, y de
éste modo acoge a críticos de arte y
artistas internacionales en residencia y colabora con numerosos proyectos en
América del Sur, España, Noruega, entre otros.
Béatrice Josse está en el origen de la especificidad de la
colección del Frac Lorraine, privilegiando formas poco presentes hasta ahora en
las colecciones públicas e incluyendo una fuerte proporción de artistas
mujeres.
Sin embargo, ha dejado la dirección del Frac Lorraine para
asumir, desde junio, la dirección del Centro de Arte Contemporáneo (Le Magasin)
de Grenoble.
Un centro de arte no es el asiento de una colección, ni
tampoco es el sustituto parcial de un museo averiado. Lo digo en relación a nuestra experiencia
inmediata. Por esta razón, la visita de Béatrice Josse a Santiago de Chile es
tan importante. No solo porque viene a poner en valor la decisión que tuvo -hace algunos años ya- en coleccionar la obra de Ingrid Wildi-Merino,
sino porque trae consigo una experiencia sobre articulaciones entre funciones
institucionales que combinan coleccionismo público, residencias de trabajo y
experiencias de creación artística.
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