En LA MAQUETA COMO
POLÍTICA -publicado en www.luchalibro.cl- hice referencia a la política pública como un sustituto
esquemático de una maqueta. Para eso,
hay gente que se ha especializado en la redacción de protocolos de gestión
autosuficientes. Al fin y al cabo, en la actualidad, el CNCA no requiere disponer de un ministro-presidente. La decretalidad
del servicio hace que éste funcione
solo. Por eso es necesario pasar a
Ministerio. Porque en los hechos el CNCA
es apenas un servicio con una misión sobre dimensionada para la infraestructura
intelectual que lo sustenta. Es cosa de
cumplir con unos cometidos y estar
atentos a lo que tolere Contraloría. Solo
prevalece temporalmente la voluntad autoritaria
del jefe, que a todos alguna vez nos ha tocado padecer. Un jefe que sin jefatura es nadie. Obvio, ¿no? La jefatura –en estos casos- pasa a ser reconocida como un espacio de
inversiones para quien carece de
patrimonio propio; digámoslo así.
Así las cosas, las trabajadoras y trabajadores de la DIBAM
que sigan manifestándose en contra de
este proyecto de ficción inclusiva se
harán disponibles para cumplir con el libreto de un héroe balzaciano. A
Cabezas y Trampe les ha sido atribuido el
trabajo sucio, como si fueran parte de un batallón disciplinario, que está
destinado en las grandes batallas a
enterrar a los muertos. Ciertamente, en
este caso, siendo altos funcionarios de la DIBAM les ha sido encomendado
iniciar su sepultación, su naufragio, du des/soberanización. Y lo han asumido con toda la responsabilidad
que les cabe.
Yo había pensado inicialmente compararlos con un rol personajes ascendentes, provenientes de una trama de conjuras y
traiciones como Père Goriot, pero en verdad, están apenas habilitados para cumplir con la
trama de Un asunto tenebroso, que es
otro título de Balzac, con el que puedo hacer referencia a las artes
administrativas del enterramiento institucional. De todos modos, a nadie - ni en La Moneda ni en el MINEDUC- parece importarles. Han comenzado las
amenazas, en regiones. Nadie quiere
hablar del matonaje funcionario en las
provincias.
En pleno paro de la DIBAM tiene lugar la publicación de los
resultados del Fondart, EL CABALLO DE BATALLA del CNCA, en el terreno del
manejo de los artistas entendidos como “sujeción vulnerable”. Esta no es más que una coincidencia
perversa. La posición de los artistas
merece otra consideración. En el marco
de un nuevo ministerio solo esperan en silencio la adulación de sus comentaristas de glosa para acceder a los dos o tres pasajes
con qué asistir a alguna bienal de tercera.
Solo les preocupa el aumento de
fondos y subsidios para la
sobrevivencia endogámica. No conocen de
solidaridad alguna. No estamos en los
tiempos en que escribía Matta-Clarck, pensando en la fraternidad como categoría
ética de los artistas. Los artistas actuales
han sido domesticados por la fondarización y han terminado peor que el modelo
inicial. Pero sobre todo, serán los comprometidos
para una operación de internacionalización ficticia en la que difícilmente
podrán aclarar sus conflictos de interés.
Era lo que la autoridad deseaba: tenerlos a la mano, como a
los actores de teatro, para sentarlos siempre en primera fila, otra vez más, porque siempre están más cerca de las operaciones de
representación mimética y de las reparaciones a la medida.
Estas son las condiciones para el desarrollo de la nueva forma de las Artes de la Decoración
Pública, en recompensa a los esfuerzos
desplegados por muchos desde los tiempos de la comisión de cultura de la
Campaña Electoral. Esta ha sido la gran
empresa de arte público de este período: el arte como campaña de retribuciones.
Lo que se llama subordinación estructural de una
profesión de ventrílocuos, que han
pasado a encarnar a los verdaderos
tesoros humanos vivos. Santiago a Mil
debe convertirse –directamente- en el nuevo Instituto Nacional del Teatro. ¡Funciona mejor que la Música y que el Libro!.
Para eso no es necesario un ministerio, sino una subsecretaria de industrias
creativas dependiente de MIDEPLAN o de CORFO.
Mientras escribo esta columna, llega a mis manos la entrevista en Que Pasa al sociólogo Sebastián Ureta,
titulada La crónica del fiasco, en
que éste señala algo que en Chile se ha vuelto un destino premeditado, entre
una maqueta y otra maqueta. Las políticas públicas son ficciones super
brillantes en contraste con algo muy malo que existía, de modo que es necesario producir la crisis
funcional que justifique la fijación de nuevas expectativas.
La DIBAM entró en ese proceso de desnaturalización interna habilitada
por sus propias direcciones anteriores, que han operado como verdaderos
enterradores. Esto no es de hoy, sino que se viene desde antes; mucho antes. Desde hace ya un tiempo que la vienen conduciendo para convertirla en un
servicio rebajado, mediocrizando sistemáticamente su gestión
para facilitar la conversión que se viene.
¿Para qué subordinar la patrimonialidad a una estructura que
apenas es capaz de hacerse cargo de si misma? Esto se lo preguntamos a la ministra de cargo en una convención
ceremonial de cultura, como todas las convenciones de pacotilla a que nos
invitaron a asistir, teniendo que enfrentar a mandaderos encargados de manejar las mesas de debate
organizadas especialmente para acelerar aprobaciones que ya estaban definidas.
Lo recuerdo perfectamente. Semejante prestación tenía
lugar en el DUOC de Caleta
Portales. Allí fue la convención donde
comenzó a publicarse la historia de
subordinación de los servicios. Con Milan Ivelic nos opusimos. Fuimos
barridos. Solo preguntamos por qué no se
hacía una re-ingeniería de la DIBAM.
¿Cómo era posible que un organismo sin densidad como en CNCA pretendiera “acoger” a una división con
densidad, la DIBAM? ¡Qué pregunta más simple!
Una funcionaria -hoy
caída en desgracia- me acusó de carecer
de inteligencia emocional; es decir, de no entender la necesidad de adaptarme a la subordinación hipostalinista de una
generación de funcionarios que adquieren notoriedad pública gracias a los recursos
que manejan. Sin ellos, son nadie.
¿Se fijan ustedes que en el CNCA siempre hay funcionarios
que utilizan los recursos públicos para hacerse de una clientela personal? ¿En concreto, para hacerse de una carrera que
de otro modo no tendrían con qué? Suele
ocurrir en la superchería que cae bajo el dominio de Ciudadanía, explotando bandas juveniles barriales y jugando con las expectativas de “talentos
jóvenes” que jamás serán satisfechas. Es tan solo un ejemplo. En eso consiste su trabajo, especulando con los deseos de poblaciones concebidas
como vulnerables para que pueda ser justificada la glosa. Se fueron al CNCA para realizar el trabajo
sustituto de unos militantes que cambiaron la dinámica del
partido por la dialéctica apresurada del
Consejo. Como parlamentarios, por
ejemplo, jamás tendrían destino. Tendrían
que usar recursos propios.
Finalmente, antes de que entrara en uso la palabra patrimonio,
triunfo inicial de la recomposición de la oligarquía -de todos modos-, democratizada
por oficio para ser puesta en el carro
de la turistización forzada, la DIBAM YA HABÍA CONSTRUIDO LA IDEA DE UNA PATRIMONIALIDAD CHILENA. Y ahora, la van a reducir, haciéndola
formar parte de una neutralidad técnica aparente, que
debe ejecutar las políticas de agit-prop
de un gobierno que especula con el mito de algo perdido, pero que nunca tuvo. En estos casos, siempre se recurre a
Cultura para banalizar la poesía, aún en contra de Jorge
Díaz y de Alberto Rojas Jiménez , cuando la Política no logra superar su propio
naufragio simbólico.
Un ministro de cultura puede hacer el servicio.
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