jueves, 31 de diciembre de 2015

FICCIÓN INCLUSIVA



En  LA MAQUETA COMO POLÍTICA  -publicado en www.luchalibro.cl-  hice referencia  a la política pública como un sustituto esquemático de una maqueta.  Para eso, hay gente que se ha especializado en la redacción de protocolos de gestión autosuficientes.  Al fin y al cabo,  en la actualidad, el CNCA no requiere  disponer de un ministro-presidente.  La decretalidad del servicio  hace que éste funcione solo.  Por eso es necesario pasar a Ministerio.  Porque en los hechos el CNCA es apenas un servicio con una misión sobre dimensionada para la infraestructura intelectual que lo sustenta.  Es cosa de cumplir  con unos cometidos y estar atentos a lo que tolere Contraloría.  Solo prevalece temporalmente  la voluntad autoritaria del jefe, que a todos alguna vez nos ha tocado padecer.  Un jefe que sin  jefatura es nadie.  Obvio, ¿no? La jefatura –en estos casos-  pasa a ser reconocida como un espacio de inversiones  para quien carece de patrimonio propio; digámoslo así.  

Así las cosas, las trabajadoras y trabajadores de la DIBAM que sigan manifestándose  en contra de este proyecto de ficción inclusiva se harán  disponibles para  cumplir con el libreto  de un héroe balzaciano.    A Cabezas y Trampe  les ha sido atribuido el trabajo sucio, como si fueran parte de un batallón disciplinario, que está destinado  en las grandes batallas a enterrar a los muertos.   Ciertamente, en este caso, siendo altos funcionarios de la DIBAM les ha sido encomendado iniciar su sepultación, su naufragio, du des/soberanización.  Y lo han asumido con toda la responsabilidad que les cabe.  

Yo había pensado inicialmente compararlos con un rol  personajes ascendentes,  provenientes de una trama de conjuras y traiciones como  Père Goriot, pero en verdad,  están apenas habilitados para cumplir con la trama de Un asunto tenebroso, que es otro título de Balzac, con el que puedo hacer referencia a las artes administrativas del enterramiento institucional.  De todos modos, a nadie  - ni en La Moneda ni en el MINEDUC-  parece importarles. Han comenzado las amenazas, en regiones.  Nadie quiere hablar del matonaje funcionario en  las provincias.

En pleno paro de la DIBAM tiene lugar la publicación de los resultados del Fondart, EL CABALLO DE BATALLA del CNCA, en el terreno del manejo de los artistas entendidos como “sujeción vulnerable”.  Esta no es más que una coincidencia perversa.  La posición de los artistas merece otra consideración.  En el marco de un nuevo ministerio solo esperan en silencio la adulación de   sus comentaristas de  glosa para acceder a los dos o tres pasajes con qué asistir a alguna bienal de tercera.  Solo les preocupa el aumento de  fondos  y subsidios para la sobrevivencia endogámica.  No conocen de solidaridad alguna.  No estamos en los tiempos en que escribía Matta-Clarck, pensando en la fraternidad como categoría ética de los artistas.  Los artistas actuales han sido domesticados por la fondarización y han terminado peor que el modelo inicial.  Pero sobre todo, serán los comprometidos para una operación de internacionalización ficticia en la que difícilmente podrán aclarar sus conflictos de interés.

Era lo que la autoridad deseaba: tenerlos a la mano, como a los actores de teatro, para sentarlos siempre en primera fila,  otra vez más, porque siempre  están más cerca de las operaciones de representación mimética y de las reparaciones a la medida. 

Estas son las condiciones para el desarrollo de  la nueva forma de las Artes de la Decoración Pública,  en recompensa a los esfuerzos desplegados por muchos desde los tiempos de la comisión de cultura de la Campaña Electoral.  Esta ha sido la gran empresa de arte público de este período: el arte como campaña de retribuciones.   Lo que se llama subordinación estructural de una profesión  de ventrílocuos, que han pasado a encarnar a  los verdaderos tesoros humanos vivos.  Santiago a Mil debe convertirse –directamente- en el nuevo Instituto Nacional del Teatro.  ¡Funciona mejor que la Música y que el Libro!. Para eso no es necesario un ministerio, sino una subsecretaria de industrias creativas dependiente de MIDEPLAN o de CORFO.

Mientras escribo esta columna,  llega a mis manos la entrevista en Que Pasa al sociólogo Sebastián Ureta, titulada La crónica del fiasco, en que éste señala algo que en Chile se ha vuelto un destino premeditado, entre una maqueta y otra maqueta. Las políticas públicas son ficciones super brillantes en contraste con algo muy malo que existía,  de modo que es necesario producir la crisis funcional que justifique la fijación de nuevas expectativas. 

La DIBAM entró en ese proceso de desnaturalización interna habilitada por sus propias direcciones anteriores, que han operado como verdaderos enterradores. Esto no es de hoy, sino que se viene desde  antes; mucho antes.  Desde hace ya un tiempo que la vienen  conduciendo para convertirla en un servicio  rebajado,  mediocrizando sistemáticamente su gestión para facilitar la conversión que se viene. 

¿Para qué subordinar la patrimonialidad a una estructura que apenas es capaz de hacerse cargo de si misma? Esto se lo preguntamos a la ministra de cargo en una convención ceremonial de cultura, como todas las convenciones de pacotilla a que nos invitaron a asistir, teniendo que enfrentar  a  mandaderos encargados de manejar las  mesas de debate organizadas especialmente para acelerar aprobaciones que ya estaban definidas.  

Lo recuerdo perfectamente. Semejante prestación tenía lugar  en el DUOC de Caleta Portales.  Allí fue la convención donde comenzó a  publicarse la historia de subordinación de los servicios. Con Milan Ivelic nos opusimos. Fuimos barridos.  Solo preguntamos por qué no se hacía una re-ingeniería de la DIBAM.  ¿Cómo era posible que un organismo sin densidad como en CNCA  pretendiera “acoger” a una división con densidad, la DIBAM? ¡Qué pregunta más simple!

Una funcionaria  -hoy caída en desgracia-  me acusó de carecer de inteligencia emocional; es decir, de  no entender la necesidad de adaptarme  a la subordinación hipostalinista de una generación de funcionarios que adquieren notoriedad pública gracias a los recursos que manejan.  Sin ellos, son nadie.

¿Se fijan ustedes que en el CNCA siempre hay funcionarios que utilizan los recursos públicos para hacerse de una clientela personal?  ¿En concreto, para hacerse de una carrera que de otro modo no tendrían con qué?  Suele ocurrir en la superchería que cae bajo el dominio de Ciudadanía, explotando bandas juveniles barriales  y jugando con las expectativas de “talentos jóvenes” que jamás serán satisfechas. Es tan solo un ejemplo.  En eso consiste su trabajo,  especulando con los deseos de poblaciones concebidas como vulnerables para que pueda ser justificada la glosa.  Se fueron al CNCA para realizar el trabajo sustituto de  unos  militantes que cambiaron la dinámica del partido por la dialéctica  apresurada del Consejo.  Como parlamentarios, por ejemplo,  jamás tendrían destino. Tendrían que usar recursos propios.

Finalmente, antes de que entrara en uso la palabra patrimonio, triunfo inicial de la recomposición de la oligarquía -de todos modos-,   democratizada por oficio para ser puesta  en el carro de la turistización forzada, la DIBAM YA HABÍA CONSTRUIDO  LA IDEA DE UNA PATRIMONIALIDAD CHILENA.  Y ahora, la van a reducir,  haciéndola  formar  parte  de una neutralidad técnica aparente,   que debe ejecutar las políticas de agit-prop de un gobierno que  especula con el mito de algo perdido, pero que nunca  tuvo. En estos casos, siempre se recurre a Cultura  para  banalizar la poesía, aún en contra de Jorge Díaz y de Alberto Rojas Jiménez , cuando la Política no logra superar su propio naufragio simbólico. 

Un ministro de cultura puede hacer el  servicio. 


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