domingo, 8 de julio de 2018

POLÉMICAS FORMALES




En la columna anterior he señalado que un catálogo como fue Motivo de yeso  ya se ha convertido en una rareza bibliófila y bibliográfica, que no ha sido recepcionada por la escena local de la investigación de fuentes primeras.  No solo no ha sido ha sido objeto de ninguna reseña significativa en el momento de su aparición, sino que en la actualidad no se ha reconocido siquiera su importancia contextual.  Sin embargo la rareza no reside solo en el hecho de que se ha convertido en un “objeto in/encontrable”, sino porque se exhibe como plataforma anticipatoria de una poética que –de hecho- apenas alude al objeto de la exposición.  De hecho, es preciso preguntarse si se trata de un catálogo o de un texto político, poético y programático, que alude al proyecto poético y analítico de Kay/Dittborn.

Escrito en 1978 se adelanta y supera en lo formal lo que el propio Kay pretendía obtener mediante la publicación de su libro de poemas Variaciones ornamentales, sobre el que apostaba a que fuese reconocido como el puntal de todas las teorizaciones posteriores que se le pudieran atribuir.  La hipótesis que trabajo en esta nota supone reconocer Motivo de yeso como una plataforma   decisiva, no solo en la cadena de colaboraciones entre Kay y Dittborn, sino que determinó de manera anticipativa la violencia simbólica con que Leppe les responde al producir Las cantatrices

Lo anterior no es menor. Lo que aparece como un programa efectivo y manifiesto en Kay/Dittborn contrasta de manera evidente con el vitalismo reactivo de Leppe/Richard.

No es posible entender la contextura del ambiente en que tienen lugar las interpelaciones aniquilantes de dos estrategias de obra muy disímiles, que se necesitan para poder dibujar un avance formal que supone el desmontaje de la otra. Quizás, en este caso la estrategia propositiva se localiza en el campo de Kay/Dittborn, mientras que Richard/Leppe “se mueven” gracias a un oportunismo reactivo. De este modo, en junio de 1981, cuando Kay ya se dispone a dejar el país, Dittborn está en plena elaboración de Fallo fotográfico, exponiendo las fuentes de su trabajo y las herramientas de su sistematicidad, pero sobre todo, amarrando las cadenas de significación a que ha dado origen el paso del estadio del dibujo al estadio del impreso, que solo pudo ser habilitado a partir de una consecuente mirada sobre los procesos de transferencia técnica de la imagen. Lo cual, por cierto, implicaba una atención extraordinaria sobre las condiciones de los calcos, como un modelo operativo de las relaciones de reproducción de las imágenes del nuevo mundo. Al punto de que solo poniendo atención a las formas de reproducción de las imágenes en América era posible levantar una hipótesis como la que sostiene Dittborn, sobre las culturas de la repetición y de la merma diferida, como algo propio. De ahí que la escultura de Patricio Rojas apareciera como una excusa respetable para poner en evidencia estas preocupaciones formales, desde la noción de calco a la de calce, y de ahí, a la copia fragmentaria de un cuerpo amenazado en las condiciones de su propia “matricidad” ideológica. De modo que la fijación del cuerpo como problema constitutivo de un trabajo formal realizado en 1978, se traduce en una reflexión sobre la captura de la instantaneidad en 1981.  Curiosamente, quienes exponen, antes que Leppe/Richard, la condición crítica de representación de los cuerpos, son Kay/Dittborn, ya en 1978. Si se compara este texto de Motivo de yeso con el Happening de las gallinas, en que Leppe pone en (e)videncia la cuestión del calco,  Kay/Dittborn semiotizan por adelantado el debate, dejando a Leppe en el rango de un “happening”, de connotaciones post-dadaístas. No estamos, todavía, frente al Leppe conceptual habilitado por el discurso posterior de Richard.  Si se trata de luchar por fijar algunas “precursividades”, esta obra –recargadamente surrealista- termina siendo de una gran ingenuidad objetual.  

Obviamente,  durante 1978, la disputa entre Kay/Dittborn y Richard/Leppe se realizó en un espacio editorial incipiente ligado y dependiente de dos galerías: Epoca y Cromo. Sin embargo, el quattuor no disponía del poder efectivo en dichos lugares y tuvo que rendirse a la evidencia que su presencia allí no era más que temporal. De modo que debían obtener el máximo de rédito en el mínimo de tiempo. Eso no podía durar. De modo que la preocupación de Kay y Dittborn por la obra de Patricio Rojas es totalmente circunstancial para el escultor, mientras que para los primeros se trataba de aprovechar la ocasión de apropiarse discursivamente de la pensabilidad nueva sobre la matriz y la copia. ¡Era el momento adecuado, después de que Leppe realizó en Cromo una exposición en la que parecía irrumpir con trabajos gráficos en un territorio que Kay/Dittborn consideraban propio. No es del todo banal poner atención en que el título de la exposición era Reconstitución de escena.  ¡Esto es lo que importa! Instalar una reflexión sobre las condiciones de la reproductibilidad, no solo de la obra de arte, sino de su propia existencia como grupo operativo en una micro-escena autoreferencial que se recomponía del trauma del golpe militar y que se reorganizaba sin tener encima la vigilancia hipostalinista de la Facultad de Arte de la Universidad de Chile. 

Lo que sostengo es lo siguiente:  la introducción de la lectura de Walter Benjamin en el debate local está precedida por la escritura de Kay/Dittborn[1] sobre la copia de yeso; no sobre la copia mecánica de la imprenta.  La escritura de Cuerpo correccional ya estaba adelantada, precedida, prevista y definida diagramáticamente por Motivo de yeso.

Antes de acceder a la impresividad, Dittborn pasa por la copia “falsificada” de la obra de arte referencial.  ¿Acaso delachilenapintura, historia, no es la más excepcional parodia de la copia que se alimenta de su propia merma? Frente a las propuestas de Dittborn de 1977 y 1978, Leppe le opone su corporalidad en 1980, exhibiéndose propiamente como un “motivo de yeso”, combinando la matriz y la madre. Diitbrn le vuelve a responder  poniendo en escena la artificialidad del discurso de las “matrices” (matronas de la voz) con Lo que vimos en la cumbre del Corona, en mayo de 1981. Luego,  Dittborn reitera su ofensiva al producir en julio Fallo fotográfico, y Leppe (sobre) reacciona y le responde en con Prueba de artista en septiembre.





[1] Dittborn/Kay escriben el catálogo de la exposición de Patricio Rojas, bajo el título definitivamente transitorio.  El diseño está firmado por Catalina Parra. La rúbrica de V.I.S.U.A.L define la procedencia. No es un texto al que se haya hecho mención alguna en la discursividad de Dittborn, sin embargo el Archivo Digital del CeDoc  alojado en el sitio web www.ccplm/sitio/arte-y-poesía publica la siguiente reseña sobre la obra:  MOTIVO DE YESO (1978) Exposición de Patricio Rojas; texto de Eugenio Dittborn y Ronald Kay; diagramación de Catalina Parra.  A partir de la exposición “Motivo de yeso” de Patricio Rojas, realizada entre noviembre y diciembre de 1978 en Galería Espacio Veinte, Ronal Kay y Eugenio Dittborn desarrollan el texto “Definitivamente Transitorio”. El texto se estructura a partir de fragmentos poéticos escritos por Kay y Dittborn, desarrollando posibilidades de lectura a partir de la repetición, intercalando y secuenciando fragmentos y frases. A partir de esta estrategia escritural, apuntan hacia las características de los materiales, entre ellos, al molde como problema central de esta exposición, que sirven como figura análoga a la existencia humana. Los autores, resaltan del trabajo de Rojas, la precariedad y transitoriedad del material yeso como reflejo de la transitoriedad del ser humano a partir de su cuerpo. Sin embargo, el molde de yeso funciona como símil del cuerpo, pero degradado, como un reflejo en negativo, pues no cuenta con su unicidad; sino que es su copia precaria e inerte. Cuestión que indudablemente hace reflexionar sobre otro tópico que podemos asociar al trabajo de Rojas: el estado del hombre en la sociedad capitalista como reflejo negativo de la vida humana”. No se entiende a qué obedece esta descripción y cómo se justifica la existencia en el CeDoc de semejante sección. De todos modos, resulta conveniente para mi cometido que este catálogo esté considerado como uno de los referentes de una deseada “poesía visual” chilena.


No hay comentarios:

Publicar un comentario