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domingo, 15 de julio de 2018

POLÉMICAS FORMALES (4)



Ronald Kay se tomó el tiempo y el cuidado descuido para proporcionar una información inquietante en el colofón de Del espacio de acá (1980).

En efecto, el texto señala: “DEL ESPACIO DE ACÁ   está compuesto por una serie de textos escritos para momentos precisos con fines diversos. Esto explica el carácter fragmentario y la índole heterogénea del volumen.  El tiempo que se divide está conformado por extractos traducidos del alemán del capítulo Digresión sobre la fotografia del ensayo DAS OBJEKTIV DER ZEICHEN. 1972.  Cuadros de Honor se concibió en el año 1977 con motivo del catálogo FINAL DE PISTA de Eugenio Dittborn. La reproducción del Nuevo Mundo se presentó como ponencia en el Primer Simposium de Críticos Latinoamericanos. Buenos Aires. 1978. El cuerpo que mancha. Cuadros de Honor, Clases de Caligrafia, La historia que falta y Lección de fotografia fueron publicados bajo el título N.N.: aUTOPsiA en el catálogo de Eugenio Dittborn para su exposición en el Centro de Arte y Comunicación. CAYC. Buenos Aires, 1979”.

Lo que ocurre es que nunca pudimos constatar que existiera un texto más largo del cual Kay pudo extractar Digresión sobre la fotografía. Es probable que este texto exista y pertenezca a algún archivo privado de su familia. Nadie ha tenido acceso a un ensayo con ese título en alemán. Hasta que no aparezcan las pruebas, no se puede sostener otra cosa. De todos modos, la mención a la existencia de un ensayo en alemán opera como una amenaza en la escena.   Pero lo que no deja de ser importante es que Kay señala que ya está en posesión de una teoría de la fotografía antes de conocer la obra de Dittborn.

De este modo, en el propio libro declara la preeminencia de un texto por sobre todos los demás, que no serían más que una declinación teórica de algo que ya estaba definido, independiente de la obra de Dittborn.  Lo que a mi juicio instala una frontal indelicadeza en la que deja establecido que su propio trabajo puede ser valorado en total autonomía y que, de algún modo, precede a la obra. Lo que nos lleva a preguntarnos si Dittborn conocía este texto de 1972, cuando en 1977 realiza la exposición Final de Pista (1977) o delachilenapintura, historia (1976).  Pero más aún, cuando Kay escribe  Proyecciones en dif. esc., al “interior” de Dos textos sobre 9 dibujos. Porque en ese caso tendremos que sostener una hipótesis relativa al estadio del dibujo en Dittborn, que es previo al estadio del impreso, en el acceso a la propia consciencia que tiene de su obra de conjunto, para preguntarnos cuál es el rol efectivo de Kay en el paso de un estadio a otro, aunque sea muy posible considerar que  desde ya, en el primer estadio había indicios anticipativos del segundo, sobre todo a partir de la consideración de los dibujos de trama.

Pues bien: ¿Cómo tiene lugar el paso del estadio del dibujo al estadio del impreso?    El paso del dibujo a la trama fotográfica aparece (in)suficientemente descrito en las primeras páginas del primer volumen de este libro proyectado. Todo hace prever que no era un tema suficientemente pregnante para ser discutido en ese momento.  Más bien, este es un problema que permite analizar las operaciones implicadas en delachilenapintura, historia,   anticipadas por la escritura de Kay en  Proyecciones …

Pero, ¿es la palabra correcta? ¿Es posible afirmar que Kay habilita esa anticipación?  Tengo mis dudas, porque cuando Dittborn edita Un día entero de mi vida (1981), Kay prepara sus maletas para dejar el país. De modo que es muy probable que no haya conocido   el estado de avance de las reflexiones autónomas que lo conducirían a montar su ofensiva formal entre enero y julio de 1981. Y si lo tuvo entre sus manos, no tuvo tiempo de escribir nada significativo al respecto. De este modo, ambas ediciones pasaron a estar “fuera de alcance”[1] de la atención crítica de Kay; al menos en lo que a atención explícita se refiere.

Mientras avanzo en las anotaciones finales para el libro sobre Dittborn  -en preparación-,  recurro a momentos descritos y analizados por Kay en Proyecciones… con el propósito de habilitar el paso del dibujo a la impresión. Abrigo la esperanza de situar dicho paso en los párrafos relativos a la función generativa de las palabras trama y trauma.  Sin embargo, declaro mi tentativa insuficiente. El dibujo de trama anticipa el procedimiento mediante el cual el fotograbado autoriza la impresión de la fotografía. No se sabe si a ciencia cierta lo que le preocupa a Dittborn es el enigma de la fotografía, como el estigma de la impresión. Lo que me sorprende es que al revisar un manual de grabado al buril aparecen todas estas consideraciones técnicas que Kay señala como si fueran grandes hallazgos, cuando en lo concreto forman parte de la normalidad de la producción de tramas.

Ya sabemos de sobra que la teoría de los trazos permite traducir los tonos de gris de un dibujo cruzando líneas en ángulos normalizados. A tal punto que en torno a esa fecha Dittborn realiza dibujos de figuras en los que para producir las curvas utiliza trazos rectos que se yuxtaponen siguiendo las exigencias de las reproducciones. Pero para regresar sobre lo que intento fijar la atención, las líneas de tramas se realizan en distintas direcciones marcando la curvatura con líneas en la dirección de la sombra. Para mayor sombra, las líneas deben estar más unidas. Es lo que tenemos como resultado en las láminas dibujadas con tramas de tinta china y con la ayuda de reglas de dibujo técnico, que se obtienen con regla paralela y escuadra. Todo esto se encuentra fácilmente en un tutorial cualquiera sobre líneas y tramas, al que se puede agregar informaciones sobre impresos en monótono, duetono y tritono.

Lo que sorprende es que en 1976   Kay no haga mención a la dependencia del dibujo de trama empleado en el grabado clásico y que toda la operación gráfica realizada en delachilenapintura, historia provenga de la traducción fisiognómica modificada desde imágenes obtenidas de la galería de personajes sancionados como tales por los libros de historia; es decir, de imágenes ya tramadas para su impresión y recuperadas de la historia impresa de la pintura chilena.



[1] Fuera de alcance es el título del poema de Ronald Kay en Variaciones ornamentales, sobre cuya literalidad interpretativa se basa la teoría del retoque fotográfico. Aunque en verdad,   esos versos sintomatizan una posición sobre la carnación, al enfatizar en la descripción comparativa del “rosado deliberadamente crudo” que caracteriza el color, tanto de las encías como del umbral de la vagina. Por eso sostengo que en Motivo de yeso, el trato de la boca como (el) orificio significante, no hace más que reproducir el rol que tiene la (in)vaginación en la teoría de Kay/Dittborn sobre el cuerpo que mancha.

lunes, 25 de julio de 2016

TEMBLOR FAMILIAR

En la Bienal de Liverpool, Mario Navarro produjo una obra de la que se conocen pocos elementos. En general, la foto más conocida es la carpa instalada en medio de una feroz biblioteca. Pero también, lo que hizo fue solicitar a pacientes en recuperación,  pero que tenían en común haber sobrevivido con secuelas  severas a graves accidentes de tránsito, dibujar la sala de comandos del proyecto Synco. 

Después de la sesión en D21 con la delegación del X Encuentro, escuché con extrema atención el relato que Ale Prieto me hizo de la obra que va a montar en agosto en Galería Macchina.  La crítica, en general, trabaja después de los hechos.  En mi caso, trabajo en la producción de condiciones de producción formal específica. Es lo que entiendo por crítica colaborativa.

Se trata de poner relación unas obras. Entonces, cuando me habló del temblor familiar  no pude dejar de pensar en esta otra obra de Mario Navarro, en la que operaba el efecto de un trauma que in/habilitaba la transcripción gráfica. Ale Prieto quiso hacer del trauma un asunto común; es decir, recuperar una perturbación cuyo origen no tiene una explicación muy precisa. De algún modo, quiso  trabajar la posibilidad de un “trauma portátil”. (En sentido estricto, todo trauma es portátil). Pero apuntaba al hecho de que se hacía visible con una cierta normalidad. (Todo trauma se hace visible en la normalidad aparente de sus indicios).   Y no por menos portátil, menos permanente.

La diferencia con el trabajo de Mario Navarro es que Ale Prieto no solicita la ejecución de un acto gráfico, sino la realización de un gesto doméstico, como tomar una taza de café, abrir un paquete, tomar agua, enhebrar una aguja, correr un mueble, disponer objetos en lugares reducidos, etc… En el fondo, les solicita a un número determinado de personas que padecen temblor  esencial, que inter/actuen en un mismo espacio escenográficamente determinado, en el que realizarán las acciones que les indique el guión del montaje. Todos se dan cita para construir un espacio común y disponerse a jugar un juego. Ese es todo el protocolo.

El temblor esencial[1] es un trastorno neurológico que produce un temblor rítmico en  manos, cabeza,  voz, piernas o  torso. En general,  los temblores ocurren cuando la persona afectada ejecuta acciones
como comer, beber
 o escribir. Este 
síndrome se conoce 
como Temblor de
Acción o Temblor
Cinético y
  ocurre también   
cuando el afectado  
se encuentra en
 posiciones contra  
la gravedad, como
cuando un individuo extiende los brazos hacia afuera del cuerpo y los sostiene en esa posición.
Los síntomas del Temblor pueden ser frustrantes y embarazosos, ya que pueden  llevar  
al paciente al aislamiento social. En algunos casos, puede ser muy molesto o incluso des/habilitar causando dificultad con actividades diarias como escribir, comer, beber o hablar. Cuando estos síntomas son compartidos por los miembros de una misma familia, se le denomina temblor familiar.
En las actuales circunstancias, el temblor familiar es una metáfora del comportamiento de la escena artística como tal, que expone su condición interna sin que se pueda impedir el aislamiento social del arte chileno por (d)efecto  acarreado de su propio trauma de nacimiento. Pero al mismo tiempo es una sutil re/localización de los ejes del trabajo de Ale Prieto,  donde incorpora indicios de “realidad autobiográfica” mediante la hibridación de una narrativa audiovisual que  fija el registro irónico de “la vida de los otros”. 
Me explica su operación video-gráfica. Será un procedimiento tedioso, como un material de cámara sin editar.   Pienso en los pacientes de Mario Navarro que presentan daño neurológico severo por causa externa. Pero los “pacientes” de Ale Prieto poseen algo que los sobrepasa: el temblor, que proviene de una causa interna a cuyo origen se hace difícil acceder.  A menos que sea considerado, el temblor, como una somatización de un trauma que no accede al lenguaje.  Sería una interpretación de pacotilla.  Consideremos que tan solo se trata de un exceso imperceptible que determina “la percepción de ser percibido” (Berkeley).  De modo que la afirmación del “yo” pasa por el registro constructor de normalidad,  que será saldado en la construcción de un escenario, un “set de casa”, donde todo tiene que ocupar su lugar para resolver la normalidad deseada y así conjurar la amenaza del trastorno. 
En el catálogo recién publicado de la exposición (en)clave Masculino  en el MNBA hay suficientes fotos de pinturas en las que aparecen unas manos inquietantes que descansan sobre los hombros de un infante. Son manos que no tiemblan. Era la “era” del arte chileno en que no temblaba la mano para representar las relaciones internas en el orden de las familias.
¿Desde cuando se hace evidente la existencia del temblor familiar en el arte chileno?
Es una pregunta que no espera respuesta inmediata. 





[1] International Essential Tremor Foundation, PO Box 14005 | Lenexa, KS 66285 | essentialtremor.org