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lunes, 25 de julio de 2016

TEMBLOR FAMILIAR

En la Bienal de Liverpool, Mario Navarro produjo una obra de la que se conocen pocos elementos. En general, la foto más conocida es la carpa instalada en medio de una feroz biblioteca. Pero también, lo que hizo fue solicitar a pacientes en recuperación,  pero que tenían en común haber sobrevivido con secuelas  severas a graves accidentes de tránsito, dibujar la sala de comandos del proyecto Synco. 

Después de la sesión en D21 con la delegación del X Encuentro, escuché con extrema atención el relato que Ale Prieto me hizo de la obra que va a montar en agosto en Galería Macchina.  La crítica, en general, trabaja después de los hechos.  En mi caso, trabajo en la producción de condiciones de producción formal específica. Es lo que entiendo por crítica colaborativa.

Se trata de poner relación unas obras. Entonces, cuando me habló del temblor familiar  no pude dejar de pensar en esta otra obra de Mario Navarro, en la que operaba el efecto de un trauma que in/habilitaba la transcripción gráfica. Ale Prieto quiso hacer del trauma un asunto común; es decir, recuperar una perturbación cuyo origen no tiene una explicación muy precisa. De algún modo, quiso  trabajar la posibilidad de un “trauma portátil”. (En sentido estricto, todo trauma es portátil). Pero apuntaba al hecho de que se hacía visible con una cierta normalidad. (Todo trauma se hace visible en la normalidad aparente de sus indicios).   Y no por menos portátil, menos permanente.

La diferencia con el trabajo de Mario Navarro es que Ale Prieto no solicita la ejecución de un acto gráfico, sino la realización de un gesto doméstico, como tomar una taza de café, abrir un paquete, tomar agua, enhebrar una aguja, correr un mueble, disponer objetos en lugares reducidos, etc… En el fondo, les solicita a un número determinado de personas que padecen temblor  esencial, que inter/actuen en un mismo espacio escenográficamente determinado, en el que realizarán las acciones que les indique el guión del montaje. Todos se dan cita para construir un espacio común y disponerse a jugar un juego. Ese es todo el protocolo.

El temblor esencial[1] es un trastorno neurológico que produce un temblor rítmico en  manos, cabeza,  voz, piernas o  torso. En general,  los temblores ocurren cuando la persona afectada ejecuta acciones
como comer, beber
 o escribir. Este 
síndrome se conoce 
como Temblor de
Acción o Temblor
Cinético y
  ocurre también   
cuando el afectado  
se encuentra en
 posiciones contra  
la gravedad, como
cuando un individuo extiende los brazos hacia afuera del cuerpo y los sostiene en esa posición.
Los síntomas del Temblor pueden ser frustrantes y embarazosos, ya que pueden  llevar  
al paciente al aislamiento social. En algunos casos, puede ser muy molesto o incluso des/habilitar causando dificultad con actividades diarias como escribir, comer, beber o hablar. Cuando estos síntomas son compartidos por los miembros de una misma familia, se le denomina temblor familiar.
En las actuales circunstancias, el temblor familiar es una metáfora del comportamiento de la escena artística como tal, que expone su condición interna sin que se pueda impedir el aislamiento social del arte chileno por (d)efecto  acarreado de su propio trauma de nacimiento. Pero al mismo tiempo es una sutil re/localización de los ejes del trabajo de Ale Prieto,  donde incorpora indicios de “realidad autobiográfica” mediante la hibridación de una narrativa audiovisual que  fija el registro irónico de “la vida de los otros”. 
Me explica su operación video-gráfica. Será un procedimiento tedioso, como un material de cámara sin editar.   Pienso en los pacientes de Mario Navarro que presentan daño neurológico severo por causa externa. Pero los “pacientes” de Ale Prieto poseen algo que los sobrepasa: el temblor, que proviene de una causa interna a cuyo origen se hace difícil acceder.  A menos que sea considerado, el temblor, como una somatización de un trauma que no accede al lenguaje.  Sería una interpretación de pacotilla.  Consideremos que tan solo se trata de un exceso imperceptible que determina “la percepción de ser percibido” (Berkeley).  De modo que la afirmación del “yo” pasa por el registro constructor de normalidad,  que será saldado en la construcción de un escenario, un “set de casa”, donde todo tiene que ocupar su lugar para resolver la normalidad deseada y así conjurar la amenaza del trastorno. 
En el catálogo recién publicado de la exposición (en)clave Masculino  en el MNBA hay suficientes fotos de pinturas en las que aparecen unas manos inquietantes que descansan sobre los hombros de un infante. Son manos que no tiemblan. Era la “era” del arte chileno en que no temblaba la mano para representar las relaciones internas en el orden de las familias.
¿Desde cuando se hace evidente la existencia del temblor familiar en el arte chileno?
Es una pregunta que no espera respuesta inmediata. 





[1] International Essential Tremor Foundation, PO Box 14005 | Lenexa, KS 66285 | essentialtremor.org

jueves, 31 de diciembre de 2015

FICCIÓN INCLUSIVA



En  LA MAQUETA COMO POLÍTICA  -publicado en www.luchalibro.cl-  hice referencia  a la política pública como un sustituto esquemático de una maqueta.  Para eso, hay gente que se ha especializado en la redacción de protocolos de gestión autosuficientes.  Al fin y al cabo,  en la actualidad, el CNCA no requiere  disponer de un ministro-presidente.  La decretalidad del servicio  hace que éste funcione solo.  Por eso es necesario pasar a Ministerio.  Porque en los hechos el CNCA es apenas un servicio con una misión sobre dimensionada para la infraestructura intelectual que lo sustenta.  Es cosa de cumplir  con unos cometidos y estar atentos a lo que tolere Contraloría.  Solo prevalece temporalmente  la voluntad autoritaria del jefe, que a todos alguna vez nos ha tocado padecer.  Un jefe que sin  jefatura es nadie.  Obvio, ¿no? La jefatura –en estos casos-  pasa a ser reconocida como un espacio de inversiones  para quien carece de patrimonio propio; digámoslo así.  

Así las cosas, las trabajadoras y trabajadores de la DIBAM que sigan manifestándose  en contra de este proyecto de ficción inclusiva se harán  disponibles para  cumplir con el libreto  de un héroe balzaciano.    A Cabezas y Trampe  les ha sido atribuido el trabajo sucio, como si fueran parte de un batallón disciplinario, que está destinado  en las grandes batallas a enterrar a los muertos.   Ciertamente, en este caso, siendo altos funcionarios de la DIBAM les ha sido encomendado iniciar su sepultación, su naufragio, du des/soberanización.  Y lo han asumido con toda la responsabilidad que les cabe.  

Yo había pensado inicialmente compararlos con un rol  personajes ascendentes,  provenientes de una trama de conjuras y traiciones como  Père Goriot, pero en verdad,  están apenas habilitados para cumplir con la trama de Un asunto tenebroso, que es otro título de Balzac, con el que puedo hacer referencia a las artes administrativas del enterramiento institucional.  De todos modos, a nadie  - ni en La Moneda ni en el MINEDUC-  parece importarles. Han comenzado las amenazas, en regiones.  Nadie quiere hablar del matonaje funcionario en  las provincias.

En pleno paro de la DIBAM tiene lugar la publicación de los resultados del Fondart, EL CABALLO DE BATALLA del CNCA, en el terreno del manejo de los artistas entendidos como “sujeción vulnerable”.  Esta no es más que una coincidencia perversa.  La posición de los artistas merece otra consideración.  En el marco de un nuevo ministerio solo esperan en silencio la adulación de   sus comentaristas de  glosa para acceder a los dos o tres pasajes con qué asistir a alguna bienal de tercera.  Solo les preocupa el aumento de  fondos  y subsidios para la sobrevivencia endogámica.  No conocen de solidaridad alguna.  No estamos en los tiempos en que escribía Matta-Clarck, pensando en la fraternidad como categoría ética de los artistas.  Los artistas actuales han sido domesticados por la fondarización y han terminado peor que el modelo inicial.  Pero sobre todo, serán los comprometidos para una operación de internacionalización ficticia en la que difícilmente podrán aclarar sus conflictos de interés.

Era lo que la autoridad deseaba: tenerlos a la mano, como a los actores de teatro, para sentarlos siempre en primera fila,  otra vez más, porque siempre  están más cerca de las operaciones de representación mimética y de las reparaciones a la medida. 

Estas son las condiciones para el desarrollo de  la nueva forma de las Artes de la Decoración Pública,  en recompensa a los esfuerzos desplegados por muchos desde los tiempos de la comisión de cultura de la Campaña Electoral.  Esta ha sido la gran empresa de arte público de este período: el arte como campaña de retribuciones.   Lo que se llama subordinación estructural de una profesión  de ventrílocuos, que han pasado a encarnar a  los verdaderos tesoros humanos vivos.  Santiago a Mil debe convertirse –directamente- en el nuevo Instituto Nacional del Teatro.  ¡Funciona mejor que la Música y que el Libro!. Para eso no es necesario un ministerio, sino una subsecretaria de industrias creativas dependiente de MIDEPLAN o de CORFO.

Mientras escribo esta columna,  llega a mis manos la entrevista en Que Pasa al sociólogo Sebastián Ureta, titulada La crónica del fiasco, en que éste señala algo que en Chile se ha vuelto un destino premeditado, entre una maqueta y otra maqueta. Las políticas públicas son ficciones super brillantes en contraste con algo muy malo que existía,  de modo que es necesario producir la crisis funcional que justifique la fijación de nuevas expectativas. 

La DIBAM entró en ese proceso de desnaturalización interna habilitada por sus propias direcciones anteriores, que han operado como verdaderos enterradores. Esto no es de hoy, sino que se viene desde  antes; mucho antes.  Desde hace ya un tiempo que la vienen  conduciendo para convertirla en un servicio  rebajado,  mediocrizando sistemáticamente su gestión para facilitar la conversión que se viene. 

¿Para qué subordinar la patrimonialidad a una estructura que apenas es capaz de hacerse cargo de si misma? Esto se lo preguntamos a la ministra de cargo en una convención ceremonial de cultura, como todas las convenciones de pacotilla a que nos invitaron a asistir, teniendo que enfrentar  a  mandaderos encargados de manejar las  mesas de debate organizadas especialmente para acelerar aprobaciones que ya estaban definidas.  

Lo recuerdo perfectamente. Semejante prestación tenía lugar  en el DUOC de Caleta Portales.  Allí fue la convención donde comenzó a  publicarse la historia de subordinación de los servicios. Con Milan Ivelic nos opusimos. Fuimos barridos.  Solo preguntamos por qué no se hacía una re-ingeniería de la DIBAM.  ¿Cómo era posible que un organismo sin densidad como en CNCA  pretendiera “acoger” a una división con densidad, la DIBAM? ¡Qué pregunta más simple!

Una funcionaria  -hoy caída en desgracia-  me acusó de carecer de inteligencia emocional; es decir, de  no entender la necesidad de adaptarme  a la subordinación hipostalinista de una generación de funcionarios que adquieren notoriedad pública gracias a los recursos que manejan.  Sin ellos, son nadie.

¿Se fijan ustedes que en el CNCA siempre hay funcionarios que utilizan los recursos públicos para hacerse de una clientela personal?  ¿En concreto, para hacerse de una carrera que de otro modo no tendrían con qué?  Suele ocurrir en la superchería que cae bajo el dominio de Ciudadanía, explotando bandas juveniles barriales  y jugando con las expectativas de “talentos jóvenes” que jamás serán satisfechas. Es tan solo un ejemplo.  En eso consiste su trabajo,  especulando con los deseos de poblaciones concebidas como vulnerables para que pueda ser justificada la glosa.  Se fueron al CNCA para realizar el trabajo sustituto de  unos  militantes que cambiaron la dinámica del partido por la dialéctica  apresurada del Consejo.  Como parlamentarios, por ejemplo,  jamás tendrían destino. Tendrían que usar recursos propios.

Finalmente, antes de que entrara en uso la palabra patrimonio, triunfo inicial de la recomposición de la oligarquía -de todos modos-,   democratizada por oficio para ser puesta  en el carro de la turistización forzada, la DIBAM YA HABÍA CONSTRUIDO  LA IDEA DE UNA PATRIMONIALIDAD CHILENA.  Y ahora, la van a reducir,  haciéndola  formar  parte  de una neutralidad técnica aparente,   que debe ejecutar las políticas de agit-prop de un gobierno que  especula con el mito de algo perdido, pero que nunca  tuvo. En estos casos, siempre se recurre a Cultura  para  banalizar la poesía, aún en contra de Jorge Díaz y de Alberto Rojas Jiménez , cuando la Política no logra superar su propio naufragio simbólico. 

Un ministro de cultura puede hacer el  servicio.