sábado, 16 de septiembre de 2017

DESACATOS (2)

En DESACATOS –la exposición que se termina hoy en el MNBA- la hipótesis sobre la intimidad como arma de las mujeres artistas a fines del siglo XIX se convierte en la hipótesis de la mujer en el taller del artista,  que ya está inscrita en la escena plástica, pero sigue siendo “a través de otro”, como en el caso de los retratos de Marco Bontá, realizados a  comienzos de los cuarenta.  Es decir,  Bontá aparece todavía como un plebeyo que no deja de acentuar su virilidad académica en la reproducción del linaje del arte.  Bintá sigue siendo portador del “nombre del padre”. Es en esa misma coyuntura que aparece la autonomía radical de las mujeres, cuando el MEMCH organiza la  exposición  Actividades femeninas. La mujer en la vida nacional: su contribución a las actividades y desenvolvimiento político, social, económico y cultural de Chile,  en los salones de la Biblioteca Nacional en 1939[1].

Es importante constatar que la unidad temporal de larga duración que abarca la exposición, en la corta vida republicana, se extiende entre 1835 y 1939.  Y la preocupación de Gloria Cortés fue la de enfatizar el rol que jugó un grupo de mujeres que fue cercano en la escuela de artes aplicadas y que señala otro indicio de por qué eran proscritas del sistema de “bellas artes”.  En ese sentido, hasta Bontá era un rechazado. Masón, al igual que Juvenal Hernández, se hace atribuir la dirección de un museo hecho a la medida de su exclusión de este sistema.

Sin embargo, estas mujeres entre las que se encontraba  Laura Rodig, María Tupper, Chela Araniz, Sara Malvar y las hermanas Morla,   entre otras, lo que hacen es manifestarse como disidentes efectivas, más que hacerse agentes de un desacato. De este modo,  las disidencias pueden ser  complejos tendenciales inscriptibles en una temporalidad mediana o larga,  donde se precisa algo más que un programa, mientras el desacato corresponde a   una desobediencia de corto plazo y muy focalizada en la insubordinación.  

                                                    (María Tupper))

La disidencia  de estas mujeres  -por algo la exposición cierra en 1939-,  corresponde a  un proceso que se entiende en el contexto de la formación del MEMCH, pero a su vez, en los albores del Frente Popular, aunque sobre todo, en el nacionalismo del grupo de intelectuales que será responsable del envío a la Feria de Sevilla de 1929.  Es decir, un escenario contradictorio que  a lo largo de  esa  década significó  una conexión con otras escenas artísticas, desde donde estas chilenas pudieron formular una  disidencia al canon, que tuvo sus mejores expresiones en los años 40. Siendo éste, un momento particular  “donde se hace evidente la conjugación de clase social y grupo étnico presente en estas cuestiones: mujeres blancas y de clase media frente a las experiencias de las mujeres indígenas, obreras y campesinas” (Gloria Cortés, catálogo).  Esta disidencia se hace mayormente visible en las pinturas de Henriette Petit y de María Tupper, por decir lo menos.


                                (Henriette Petit)

Por de pronto, esas mujeres fueron portadoras de una transferencia extraordinaria, que modifica lo que se sabe de artistas en viaje, de regreso,  articuladas con informantes que ya habían atravesado por el post-cubismo y que ingresaban en un tipo de figuración que las excluía del reconocimiento de la academia recientemente instalada en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Chile.  Son mujeres de una disidencia anti-académica, que será refractaria al “antiguo régimen” incestuoso de dicha Facultad y que funcionará hasta 1965, a lo menos. Por esta razón, la curatoría  de Gloria Cortés se extiende hasta 1939  para concluir con una fase “triunfante”,  pero  que  será luego reemplazada por  un “regreso al orden” forjado por  este paisajismo post-impresionista que va a terminar en el intimismo depresivo “a lo Couve”,  que  va a proscribir el mestizaje pictórico promovido por  estas mujeres.  

¿Qué ocurrió con estas mujeres?, ¿Fue aquel, el comienzo de su puesta en un index del que esta exhibición las rescata, para hacer visible ese esfuerzo de autodeterminación, que se extiende entre la caída de Ibáñez y el comienzo de la Segunda Guerra?  En este sentido, la muestra insiste, en el fondo, en un movimiento que va del desacato a la disidencia. Aún cuando ésta haya sido ferozmente combatida por el sistema viril de la pintura universitaria.




[1] Significativo saber que la exposición tuvo lugar en la Biblioteca Nacional y no en el MNBA.  En 1939, dejaba de ser su director Alberto Mackenna Subercaseaux, cargo que ocupaba desde 1933; es decir, después de la dictadura de Ibáñez. Sin embargo, en 1927 es  Director General de Enseñanza Artística.  Y en 1929 escribe uns interesantes artículos en El Mercurio sobre la importancia de la participación de Chile en la Feria de Sevilla de 1929  para favorecer la inmigración europea, que debía contribuir al “mejoramiento de la raza”. Pero en el mismo periódico, Gabriela Mistral, dos años antes, ya había abogado a favor de la inmigración europea, agradeciendo la levadura araucana pero pidiendo mayores dones.  Sobre el rol de Alberto Mackenna Subercaseaux se debe consultar el libro de Sylvia Dümmer Scheel, Sin tropicalismos ni exageraciones (RIL editores, 2012), que para los efectos del análisis de la coyuntura cultural de 1929 proporciona elementos de primer orden. Será director del MNBA entre 1933 y 1939. Pero se reconoce que fue él quien decidió el emplazamiento del MNBA en la ribera del rio Mapocho y que formó parte de las primeras comisiones de enviados a adquirir obras a Europa, para formar la colección inicial del museo. De este modo, es entendible que en 1939 no fuera proclive al discurso de las mujeres del MEMCH, si tomamos en cuenta los artículos que escribe en 1936 y en 1939 en contra de los republicanos españoles, convencido de que la guerra civil española es una lucha para librarse de la dominación soviética. De este modo, es dable formular la hipótesis de un distanciamiento entre el discurso de gente cercana al MEMCH y a la obra, por ejemplo, de Laura Rodig.  Gloria Cortés menciona su compromiso con la organización de actividades artísticas entre 1937 y 1940 en apoyo a las mujeres españolas contra la tiranía de Franco.

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