sábado, 12 de marzo de 2016

AMENAZA DE SECUESTRO DE ARCHIVOS Y COLECCIONES


La organización del Museo de la Solidaridad fue una de las tareas encomendadas por Allende  a la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Chile “de antes”.  La decisión de la formación del museo forma parte de la prolongación de la Operación Verdad.  De este modo, le correspondía a la Universidad de Chile asegurar la continuidad de una fórmula jurídica que permitiera acoger la juntura de las obras recolectadas en la primera época, con las obras donadas durante el exilio. Insisto en la pregunta a sus autoridades, acerca de las condiciones en las que se produjo el  abandono de dicha pretensión.

Ya sabemos que la intervención de Enrique Correa en la invención de una fórmula para favorecer de manera impropia a la Fundación Allende, terminó con el secuestro legal de las obras del Museo de la Solidaridad.  No es Correa el único responsable, sino quienes accedieron bajo silencio a la ejecución de dicha fórmula.  Correa es tan  solo un significante político  que opera en la zona gris  y que ha  perfeccionado los efectos de indolencia de una fórmula comportamental expresiva del modo chileno de hacer política.  

Esta fórmula, en el terreno de la burocracia cultural, se reproduce hoy día con el Proyecto Secreto de Camilo Yáñez en el área de Artes Visuales del CNCA, que amenaza con secuestrar el producto del trabajo y la materialidad de los Archivos y del Coleccionismo Público.

Proyecto Secreto que sin embargo  ya es insuficientemente conocido por los  fragmentos que el propio Camilo Yáñez  ha dejado caer  en reuniones privadas y/o semi-públicas, en las que “participan” funcionarios que solo pueden acatar una orden desde arriba, sancionada por el nepotismo y la arbitrariedad,  montado sobre una “ficción de consistencia” que se ha dado a conocer como implementación de una amenaza.  Esto ha sido todo un logro de parte de Camilo Yáñez como fusible-de-ministro, en la medida que se ha   convertido en un verdadero Peñailillo para el sector.

Camilo  Yáñez es un artista y pudo haber hecho la diferencia.   En estos días se levantó su exposición en la Sala CCU.  El título que fue bastante celebrado por sus comentaristas, entre los cuáles me contaba,  se convirtió rápidamente en una realidad comportamental: Fascinado por nadar entre tiburones,  ha terminado convertido en uno de ellos.


Quiero poner sobre aviso  a los artistas y a los trabajadores del Patrimonio y de los Archivos, sobre el avance inexorable de una voracidad funcionaria  cuyas decisiones pueden afectar gravemente el desarrollo futuro del trabajo documental.

Existe una prolongación formal entre los secuestros  de obras habilitados por Enrique Correa en los años noventa y la “ficción fundacional” de Camilo Yáñez, que nos ha dado una verdadera   clase de “virtud política” al inaugurar una “nueva era” en la organización del campo plástico.

Hace unos meses, con un histrionismo digno de Oso Yogui,  Camilo Yáñez se ufanaba haciendo el relato de Chávez en unos documentales que lo exhiben  ordenando la expropiación de edificios en el centro de Caracas.  Lo que era una  mediocre broma de referencia, se ha convertido en una  sarcástica realidad en su discurso.

Es un drama que todo el trabajo formal que Camilo Yáñez realizó en Matucana 100 y en la Bienal del Mercosur, cuando estuvo cerca, se desarme por efecto de una obcecada voluntad de dominio en cuya ejecución  pone en riesgo el respeto y credibilidad que tenemos sobre la constructividad de su  propia obra.  Se  esperaba que el artista se impusiera al operador ministerial; sin embargo,  la función del operador ha terminado por secuestrar  la obra del artista.

4 comentarios:

  1. No entendí Justo, que es lo que va a secuestrar, Camilo Yáñez

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    1. Peleas de perros burócratas.
      El ano es la boca de sus cerebros.

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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