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miércoles, 25 de mayo de 2016

EJERCICIO FORENSE


Es muy complicado hablar de la muestra de Arturo Duclos en D21.   No puedo dejar de objetar la noción de “obra temprana”.  Esto supone la existencia de una continuidad de obra en la que ésta es reconocida como su comienzo.  Luego, esta obra habría sido olvidada convenientemente, no se sabe si por el propio Arturo Duclos o por la crítica.  Lo cual no es del todo efectivo, porque una amplificación de esta “obra temprana” fue escogida para estar presente en Historias de transferencia y densidad, en octubre del 2000, en el MNBA, en la tercera sección de Chile Artes Visuales 100 años.   

Podría sostener que una selección de este carácter  des/tempraniza  la obra porque la hace operar en una nueva coyuntura, donde su nueva comparecencia la convierte en “obra madura”.  Debo señalar, por otra parte,  que una de estas fotografías ya fue publicada en  el tercer número de Revista Margen, en 1983.

En la reseña de la galería se señala que esta obra es un antecedente muy importante para entender La lección de anatomía, realizada en 1983.   Debo decir –porque nadie lo dice-  que presenté  esta obra en  la Primera Bienal del Mercosur  en 1997 (Porto Alegre) , en una sección que se denominó  Vertiente Política.   Ya en 1989, había escrito un texto sobre la obra de Arturo Duclos, que como su “obra temprana”, tampoco  ha sido convenientemente leído.  Es decir, la “obra temprana” nunca dejó de “madurar”. 





El texto en cuestión se titula Seis notas sobre La isla de los muertos de Arturo Duclos y es un comentario a la exposición que bajo este nombre  éste realizó en  diciembre de 1989 en la Galería Ojo de Buey, que dirigía  Jaime Muñoz y en la que había expuesto Gonzalo Díaz, Lonquén 10 años.  Después vendría una de las escasas exposiciones de Brugnoli.  Esa era la coyuntura. 

¡Ah! Esto es muy significativo.  Es la razón de porqué comencé esta columna diciendo que era muy complicado escribir sobre esta exposición.  Esta exhibición de Duclos coincide con la muestra  Paisaje II de Brugnoli/Errázuriz en el Instituto Italiano de Cultura.  Es “como si”   la coyuntura de 1989  resonara en  una actualidad que  se aclara por el fogonazo que hace  visible  las profundidades latentes de una historia que ha sido omitida por el propio Brugnoli. 

Para avanzar, diré que la primera frase  de Seis notas a La isla de los muertos   se refería a La lección de Anatomía, que fue el título de la exposición que Arturo Duclos realizó en Galería Bucci, en 1985, en la que expuso una obra que llevaba por título, a su vez, La lección de anatomía.  De modo que, las obras re/presentadas en Ejercicio Forense, a lo menos cubren una temporalidad problemática de  una década y difícilmente pueden ser  reducidas al carácter de  “obras tempranas”. 

En las historias de las obras, en el terreno de sus diagramas,  existe  una cierta in/temporalidad.  Lo temprano puede ser extremadamente tardío en el momento de su edición, porque concentra todas las potencialidades indicativas de una obra por/venir, respecto de la cual las obras inmediatamente posteriores le son deudoras.   Existe, pues, una condición retroversiva en la genealogía de las obras, de modo que puedo sostener la hipótesis por la cual la obra de Arturo Duclos que se extiende entre 1980 y 1990 se  realiza  bajo unas condiciones de diagramaticidad compleja y compartida,  que provienen de la cuenca semántica  que en ese entonces era designada como desplazamientos del grabado y que entrarán en ruptura con las obras del período siguiente, pero cuyos antecedentes ya tenían indicios de verificación anticipada en obras anteriores a  1990, que eran sobre todo las que realizaba en su taller de Ñuñoa,  ya desde 1987.

De las pocas cosas que se han escrito de las obras presentadas hoy día en Ejercicio Forense, recupero el siguiente fragmento:

“Duclos interviene en las nominaciones y en las nomenclaturas de los cuerpos. Estos últimos, al ser aproximados a sus zonas límites de extensión, experimentan cambios decisivos de nominación. Lo nominado, en su memoria, era el proceso tecnológico de la producción maderera, como terreno de prospección, en el deseo de situar el estatuto del maestro xilógrafo.
La xilografía, como práctica y como extensión daba paso, desde su materialidad, a una especulación sobre el inconsciente y las tecnologías del registro. Pero de lo que yo hablo es del inconsciente de obra, en una coyuntura artística específica. A saber: el momento de autodeterminación formal de los trabajos de Duclos, Soro, Paredes y Paulina Aguilar, provenientes de la lógica desplazatoria de los sistemas clásicos del grabado y del dibujo (1981/1982). La insuficiente historiografía del arte chileno no advierte el valor de dicho momento, por cuanto el desarrollo de los trabajos citados rompe la unidad programática de la interpretación dominante”. 

Me tomo la libertad de mencionar mis propios trabajos, porque han sido omitidos de una forma análoga a estas obras de Duclos de 1981.  Lo que importa es que están escritos en 1989.  El resto del texto relativo a La isla de los muertos formará parte de un proyecto editorial sobre el trabajo autónomo que ya realizaba en ese período.