Hace unos años, una joven investigadora me señaló que se iba
a dedicar a estudiar el siglo XIX porque el arte chileno contemporáneo había
terminado por hartarla. Habiendo
participado en la edición de un libro canónico, había llegado a la conclusión
de todo ya estaba jugado, obstruido,
copado, y que no había perspectiva para
desarrollo académico
alguno. De este modo ha
engrosado las filas de ensayistas sobre la materia. La re-lectura del siglo XIX permite, al
menos, escapar al control de los “comentadores
de glosa”.
En este sentido, (en)clave Masculino representa un
avance respecto de lo que significa
trabajar en el manejo de colecciones desde el interior del propio MNBA. Sin
pensar en las interferencias de obras contemporáneas. De hecho, la presencia en esta exposición de
obras de Yeguas del Apocalipsis y de Leppe no contribuyen a fortalecer el partido general de la exposición. Lo positivo es que pasan, efectivamente,
desapercibidas. Es decir, se perciben
como descartables en la narrativa, desde ya, compleja por si misma.
Vamos a la exposición, entonces. Muy curioso: que el
Sísifo de Pedro Lira sea una pintura
realizada en 1893. Y que haya sido
pintada diez años después de La
lección de geografía, de Valenzuela Puelma.
Esta última sería una de las obras que éste debía enviar como becario de
la academia, como ejemplo probatorio de
sus estudios al componer una obra con
dos personajes, a juzgar por lo que
señala Ramón Castillo en Alfredo Valenzuela Puelma al desnudo
(2009). Sin embargo, Pedro Lira no es
becario y expone con libertad su decisión de pintar personajes
mitológicos. Ambos pintores coinciden en
Paris, pero medio traslapados.
Valenzuela Puelma viaja a Europa por vez primera en
1882. Habría regresado cuatro años
después. Balmaceda le renovará una segunda beca. Dato no menor. Pedro Lira permanece en Europa entre 1873 y 1884.
Es decir, está fuera del país durante la Guerra del Pacífico. Pero en 1894 es nombrado director de la Escuela de Bellas Artes. Entonces, los efectos de la guerra civil se
hacen notar en la pintura, de manera connotativa, no denotativa.
Valenzuela Puelma está pasando examen en 1883, con La
lección de pintura. Se le reprocha
no haber contribuido al esfuerzo de guerra, durante la guerra. ¿La pintura chilena debía contribuir? Pedro Lira,
ese mismo año pinta Prometeo
Encadenado. ¿Qué tal? ¿Debiéramos hacerle el mismo reproche? ¿Y si pensáramos que dicha pintura es un
serio esfuerzo para reflexionar sobre la post-guerra? Justamente, como un negocio
británico, para el que Chile, Perú y Bolivia pusieron decenas de miles
de muertos. Para hablar de ese presente,
Lira habría recurrido a la crítica
alegórica. Desde el diagrama de esa
pintura debiéramos reconstruir una hipótesis sobre la coyuntura política de
1883. Sin olvidar que el término de una
guerra externa habilita una guerra interna desplazada hacia la Araucanía.
Valenzuela Puelma no pintó temas mitológicos de matriz
greco-latina, como lo hiciera Pedro Lira.
Pero este último, tampoco pintó tantos cuadros de dicha “temática” como para elaborar una hipótesis sobre la
determinación de la mitología en la constitución de una pintura alegórica, como
sugiere Soledad Novoa en un texto curatorial, a propósito de mitos y alegorías en
la colección del MNBA.
En verdad, ni tanto mito, ni tanta alegoría. Sobre todo, cuando entre Prometeo
y Sísifo
hay una década. Ambas, son pinturas de
post-guerra. Prometeo es del final de la Guerra del Pacífico. Pedro Lira está
todavía en Paris. Sísifo, en cambio, es del final de la guerra civil. ¿Cuál es la piedra? ¿La piedra del Estado?
¿La función política como una piedra? ¿Dejando detrás de si toda ese paisaje
abierto como despojo de una batalla, extendido delante de la silueta de una
ciudad en ruinas? ¿Alegoría de Concón y
Placilla? Es decir, lo que ambos
triunfos autorizan ¿es el re-comienzo del Estado? Lo cual no
expone lo que se debe entender como expresión de la cultura en ese
período; a no ser que se entienda que en el plano pictórico existe el mismo
campo desolado sobre el que se debiera re-construir una nueva ciudad del arte,
cuyo gesto representativo más evidente sería la construcción del Partenón, como
la casa-del-arte-chileno.
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