miércoles, 9 de noviembre de 2016

YA NADIE SABE PARA QUIEN TRABAJA.

Nunca antes la referencia a una fórmula del lenguaje común había tenido más eficacia:  “Ya nadie sabe  para quien trabaja”.




En un texto que  titula Mil novecientos sesenta y siete, Arturo Navarro plantea algunas cuestiones respecto de la periodización autoritaria  esbozada por el Ministro Ottone  en  una entrevista de El Mercurio del  23 de octubre, que desde todo punto de vista  reveló  ser una auto-encerrona.   

Arturo Navarro resintió las preguntas de Daniel Swinburn como una operación editorial destinada a  tender una trampa al ministro, cuando la  única  “maldad posible” era, simplemente,  “hacerlo hablar”.   De modo que habiendo sido señalado como víctima de una malévola entrevista, debe concluir con la indelicada descalificación    de  las objeciones que un sector de la crítica ha sostenido,  tomando las palabras de la autoridad en su disponible literalidad, para lo cual  se adelanta en declarar  que no son más que   “rápidas teorías, vertiginosas críticas y vergonzosas explicaciones respecto de que el andamiaje de las artes visuales del país se venía abajo a causa de esta arbitraria cirugía ministerial”, pero sin proporcionar argumento de refutación alguno. 

Por el conocimiento que tengo de la escena artística, nadie ha postulado la idea  según la cual el desmoronamiento del andamiaje de las artes visuales proviene de la   iniciativa de periodización del ministro.  Mal podría. El derrumbe aludido existe  y las  razones  que lo explican son  más complejas que la causalidad de algunas palabras de más de una autoridad que se des/autoriza.  Lo que está en juego en la crítica a las palabras del ministro no es una fecha,  sino  la función que se le atribuye en el seno de la propuesta general del Centro de Arte de Cerrillos. 

Ahora bien:  la fecha  de 1967 es un detalle en el seno de una polémica que compromete una iniciativa de desarrollo de un proyecto no explicitado, que está mencionado como uno de los pilares de una Política Nacional de Artes Visuales.  Respecto de esta secuencia, le sugiero a Arturo Navarro adquirir la información adecuada sobre el tema y que si desea entrar en polémica razonada y razonable lo remito a lo que ya he publicado al respecto en www.luchalibro.cl y en hptt://escenaslocales.blogspot.cl/

Arturo Navarro encontrará allí un material, que abordado con objetividad,  le planteará algunas cuestiones claves sobre el andamiaje de las artes visuales, que distan mucho de ser una teoría rápida, vertiginosa y vergonzosa.  En particular, sobre el año 1967, al que hace alusión con una particular emoción; que de hecho, comparto.

Justamente, lo que hace es abstenerse de poner en cuestión el error de método del ministro, al determinar una periodización de una escena de arte a partir de elementos externos a ella.  (Resulta obvio poner en contexto las prácticas artísticas, pero es preciso respetar su especificidad). Sin embargo,  en la misma  subordinación discursiva, lo que hace Arturo Navarro es dar una extraordinaria lección de historia al curador de la muestra de Cerrillos, proponiéndole de paso, la imagen articuladora para la correcta pensabilidad de una periodización que pone en escena, de manera efectiva, el estatuto de la palabra como imagen, en esa coyuntura.

Y me parece que este es un gran aporte de Arturo Navarro; es decir,  haber pensado en  la función de bisagra de esa imagen, en que la palabra, figura: “Chileno: El Mercurio miente”. 

De hecho,  la instalación de este lienzo en el frontis de la casa central de la Universidad Católica  debiera ser reconocido como un elemento de corte más decisivo que la aeronáutica; pero el ministro debía justificar el nombre Cerrillos, sin por ello tener que hacer mención a los proyectos de especulación inmobiliaria asociados, a los que Arturo Navarro no hace alusión alguna.   Al menos, su recuerdo tiene que ver con un momento significativo –en su fase letrista-  de la historia de la imagen en la cultura  chilena contemporánea.

Lo que hay que preguntarse es por qué el curador de la muestra no reparó en estos detalles; puesto que   ya tenía a su disposición  una imagen que aludía a  la articulación de tres momentos ( político, literario y  visual).

Aprovecho esta “instancia” analítica  para remitir este recurso de Arturo Navarro  a un criterio positivo,  siendo posible  colaborar con la hipótesis de corte  del ministro  apelando a la existencia de una pintura como criterio de periodización.  El ministro  quiso hacer un chiste de “sociología de la recepción artística” y no le resultó.  Al respecto, su posición sobre 1967 es exacta, pero no lo sabía, en la medida que existe una  pintura a partir de la cual se puede sostener una hipótesis de periodización consistente.   





Se trata, justamente, de la pintura de José Balmes realizada en 1967, “Homenaje a Lumumba”,  a la que me he referido ya abundantemente y  que al parecer Arturo Navarro no se ha enterado.   En esa pintura, cubierta de tinta negra, Balmes fabrica un pizarrón para dictar una lección de geografía de la descolonización africana.  Pero más que eso,   reduce  el “acontecimiento”  a la presión tecnológica de  una piedra litográfica,  para fijar  el rostro dibujado de un hombre  convertido en “ruina”,  cuyo cuerpo será hecho desaparecer por sus enemigos en 1961.   Todo eso es una alegoría anticipativa de la  dinámica impresiva que definirá la fase en que la pintura NO (1972) va a adquirir su significación mayor.  Arturo Navarro  entenderá la conexión, porque es a partir de esa reforma universitaria a la que estaba asociada la “imagen llamada palabra” de agosto de 1967,  que fue posible incluir la lectura de Franz Fanon en el plan de estudios de filosofía política. 

Sin embargo, no hay que dejar pasar una segunda indelicadeza discursiva de Arturo Navarro  y que está referida al alcance de la  serena carta de Ana Tironi sacando la cara por su ministro en El Mercurio (que miente), atribuyendo el  carácter de verdad revelada a lo que no se presenta más que como un pauteado protocolo de intenciones. 

El texto de Arturo Navarro en http://arturo-navarro.blogspot.cl/ está fechado el 2 de noviembre.   De todos modos, desde el día anterior  yo ya había subido a hptt://escenaslocales.blogspot.cl/   una también serena carta de respuesta a Ana Tironi, donde  le formulo una serie de preguntas  que hasta el momento ninguna de ellas ha sido respondida.   

No es posible aceptar  que unas objeciones de este carácter se hagan acreedoras del apelativo de “vergonzosa explicación”, solo porque  en ellas se objetan las declaraciones de  miembros de un gabinete,  que usurpan funciones y definen de manera autoritaria la interpretabilidad de un momento significativo de una escena compleja.   


El ministro no solo se refiere a un criterio de corte in/fundamentado, sino que interviene en  un debate para el que no está habilitado, enarbolando criterios cuyos efectos, afectan gravemente el destino de la musealidad chilena.  ¿De qué manera resulta lícito sostener que estas observaciones son producto de “teorías rápidas”? Lo que le propongo a Arturo Navarro es hacer una “lectura lenta” de textos que poseen una coherencia determinada, en los que elaboro hipótesis verosímiles, que satisfacen la solicitud de responsabilidad analítica  que reclama la propia Ana Tironi  en su carta a El Mercurio.

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