El jueves 24 de noviembre tuvo lugar en el Centro de Arte de
Cerrillos la jornada o encuentro para el “diseño participativo” de la política
nacional de artes visuales. Los últimos
días de julio había tenido lugar en el ex congreso, un coloquio sobre el mismo
tema. Debemos entender, que éste, al parecer, no era “participativo”. Por oposición, el encuentro de Cerrillos, lo
es de manera explícita porque las autoridades del CNCA así lo han enunciado. El
coloquio de julio era con ponencias ya seleccionadas, pronunciadas, por así decir, por
“expertos”.
Lo curioso es que entre julio y noviembre, no hubo un solo
pronunciamiento del CNCA, ni sobre la calidad ni la pertinencia de las
intervenciones realizadas en el coloquio.
Ninguna mención. No me refiero a
la “recolección” de opiniones diversas ordenadas por “secretarios de mesa”, que no dan cuenta en
(lo) absoluto del carácter del debate
instalado por las ponencias. De hecho,
entre éstas y lo que se conversa en las mesas, prácticamente no hay ninguna
relación. Nada de lo que se haya escuchado durante las ponencias ha tenido el
tiempo de ser meditado, siquiera unos instantes, para ser retenido como insumo.
Sin embargo, debo decir que entre julio y noviembre hubo un
pronunciamiento, que destinado a descalificar el coloquio restringido en provecho de una modalidad de
diseño participativo. Podría entenderse
que el encuentro último prolonga los
“trabajos” del coloquio de julio.
¿Cómo podría, si apenas se hace cargo de lo que allí se enunció? Más bien, la voluntad expresa del CNCA es que
se reconozca el encuentro último como
la superación de la pobreza del coloquio, en el sentido que la participación es
el sello garantizador de la riqueza
propositiva de este último.
El pronunciamiento al que me refiero estuvo a cargo de
Constanza Symmes, a través de la columna de opinión que publicó el 7 de
noviembre en El Mostrador, y cuya literalidad ha sido objeto de las tres últimas columnas. Sin embargo, en estas columnas no he
mencionado el valor que tiene la descalificación consciente que hace
Constanza Symmes en la columna
del 7 de noviembre, y que se transfiere en la distinción que hace entre
“expertos” y “gran ciudadanía cultural”.
Debo entender, como digo, a riesgo de repetirme, que el encuentro último reproduce las
condiciones de enunciación de esta gran ciudadanía cultural que produce política pública como expresión
directa de su deseo, sustituyendo y superando los “intereses” de unas voces
desautorizadas como “especialistas”.
Quienes participamos en el coloquio de julio lo hicimos a
sabiendas de que seríamos utilizados para descalificar con nuestras propias palabras el procedimiento que supuestamente nos reconocía
como interlocutores. Una vez
descalificados por indolente omisión,
solo le quedaba a la autoridad validar su propia preeminencia
metodológica, destinada a recoger los
deseos de la gran ciudadanía cultural, establecida de antemano como criterio de
validación anticipada de la política.
Ahora, quien siempre definió
“lo que es” la gran ciudadanía
cultural es la propia ensoñación
metodológica del CNCA.
El jueves 24 de noviembre publiqué en www.justopastormellado.cl mi participación
autónoma y distanciada en el encuentro de Cerrillos, en el formato de un
ensayo que titulé Política nacional:
ficciones administrativas para las artes visuales[1]. Frente a la descalificación implícita de mi estatuto como “experto”
(elitista), en la columna de Constanza Symmes, resolví “participar” en el debate truncado, re poniendo en circulación lo que ha sido mi posición acerca de la política de discusión de la política.
Sin embargo, esta “participación diferida” ya había sido
anticipada por otra publicación que hice - La política
nacional de artes visuales[2]-,
como contribución al coloquio de julio.
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