El martes 15 de noviembre abordé una situación editorial
altamente significativa, en la que en un mismo soporte aparecían dos maneras de
hablar de política cultural. Una, por sus defectos; la otra, por su soporte
metodológico. Hasta ese momento, lo que me importaba era establecer la
existencia de dos discursos en el CNCA; el primero, del ministro; el segundo,
de Estudios. La paradoja es que el discurso del ministro no se ajusta a la
tradición de los estudios internos, sino que se revela como expresión de
un gran oportunismo que vive y se
des/vive para “las comunicaciones”, mientras que el discurso de Estudios
recupera y reproduce la memoria de la institución. Aún a riesgo de no ser
considerado y de estar constantemente amenazado por el habla de un ministro, no
solo incontinente, sino desinformado de algunos procesos.
Lo que cabe, sin embargo, a cuatro días de un encuentro participativo para el diseño
de una política de artes de la visualidad, es analizar al pie de la letra el
discurso de Constanza Symmes, porque más allá de demostrar la pertinencia de su
trabajo, expone y arriesga su metodología. Por lo cual, no me cabe más que ejercer el
derecho a contra argumentar la valiente
defensa que hace de su trabajo.
Lo que está en juego, al parecer, es la metodología. El rol de Estudios queda claro: aportar
sustento metodológico. En el enunciado
está muy bien, pero la descalificación es clara. De partida, nos dice que ancla el método en
la memoria de los dos grandes planes aprobados por el directorio.
Nótese: nuestro punto de vista no puede pretender enfrentar
a la memoria acumulada de estas dos grandes instituciones textuales. Mi punto de vista no recogería memoria colectiva
alguna. Es más: desconozco un cierto aprendizaje institucional que me impediría
el acceso a un manejo de masas documentales expresivas de una voluntad estatal.
¡Curiosa manera de invitar a participar! Porque
en definitiva, lo que hay que aprender primero es que, de toda evidencia, no manejo un concepto ampliado de
cultura. Y lo segundo, es que tampoco
combino saberes relativos a prácticas tradicionales, a entramados comunitarios
y a nuevas experiencias estéticas. Peor aún: soy autor de opiniones y
aseveraciones en muchos casos infundadas, acerca de la forma en que se
desarrollan las políticas sectoriales en cultura. En verdad, no es un asunto personal. Analizo un modo de escribir.
Al menos en el campo de las artes visuales, en lo relativo a
las prácticas tradicionales, los entramados comunitarios y la nuevas experiencias
estéticas, hay gente que a través de
prácticas muy consistentes, ha sostenido
la articulación de estas tres instancias, siguiendo un principio muy simple y
que se ha revelado de gran utilidad
analítica: muchas prácticas rituales y
sociales poseen efectos estéticos más consistentes que muchas operaciones de
arte contemporáneo.
A riesgo de sostener un argumento falaz, no puede Constanza
Symmes poner en duda la pertinencia de
un conjunto de experiencias
transversalizantes sobre las que se ha montado un concepto “realmente ampliado”
de cultura, con la agregado de que las
personas a las que me refiero están absolutamente
conscientes de su compromiso como sujetos inmersos, etnográficamente, en los
procesos involucrados.
No puede descalificar una experiencia ya sistematizada recuperando “hechos
concretos” que ponen en duda aseveraciones del propio servicio sobre las
relaciones entre práctica artística
específica y prácticas culturales singulares.
La metodología de Estudios no se expresa “metodológicamente”,
más que para separar los roles de los profesionales del CNCA y la ciudadanía
participativa, en contra de unos agentes, que a raíz de sus prácticas
específicas perderían la calidad de ciudadanos y cuya “participatividad”
estaría reducida a la defensa de sus intereses particulares.
En las artes visuales, ¿qué entiende Estudios por ciudadanía
participativa?
Lo que hace Estudios es promover el antagonismo entre artistas y
ciudadanos, de un modo muy similar a cómo en la teoría leninista clásica se
construía la alianza entre el-intelectual-pequeño-burgués y
la-vanguardia-obrera. El problema es que
ese modelo de intelectual y de esa vanguardia han sido disueltos por los mismos
“hechos concretos” a los que alude Constanza Symmes, cuando establece las base
distintiva de una descalificación, en la que se excluye
a artistas y operadores de artes visuales de la cobertura de
ciudadanía.
En las artes visuales, ¿qué entiende Estudios por la
categoría de “artista/ciudadano”?
Al parecer, la definición de ciudadanía cultural estaría
asegurada por la cobertura metodológica de Estudios, que convertiría en verdad revelada la sistematización de
opiniones recogidas en “eventos conversacionales”, donde hay un relator que
construye realidad a partir de la confección de un texto-en-mil-hojas, combinando
todo tipo de propósitos; desde la expresión de deseos gremiales hasta las
exigencias de recuperación académica de un sector depreciado, pasando por la
nostalgia de un estado providencial que asegure la permanencia de subsidios de
sobrevivencia, por mencionar algunos. La
única “metodología participativa” que se
conoce es la recolección de opiniones en “mesas de funcionamiento rápido”, que
dan lugar a documentos que no pueden ser tomados como base para el diseño de
una política.
Los documentos que han sido redactados a partir del
encuentro de una tarde, al final de un coloquio en que la participación “comunicacional”. Es decir, sumando los dos y tres grupos, no
había, a las 17 hrs, más de treinta personas.
Entre dichos asistentes no había más de diez artistas, no más de diez
gestores independientes, no más de cinco galeristas, no mas de siete críticos
independientes, no más de cuatro directores de museos, por mencionar algunas
cifras.
no excedió las sesentas personas en su momento más
No es que dichos documentos no representen lo discutido, sino
que mezclan la naturaleza de las demandas y confunden las propuestas porque no
calzan con el diseño de una matriz previa que el propio servicio debe
validar. Lo que ocurre, entonces, es un
ejercicio de conductismo promocional a través del cual Estudios confirma lo-que-ya-sabe.
Hasta la fecha, ninguna observación profesional ha sido
elaborada desde Estudios acerca de mis ponencias en el coloquio. Lo mínimo que
se espera es una “devolución crítica” y no una exclusión metodológica. En mi caso, he colocado dos cuestiones que
merecen al menos un comentario, siquiera
una objeción, porque no son “demandas”, sino proposiciones sobre criterios de
trabajo. Me refiero a la distinción
entre prácticas de arte específicas y
prácticas culturales singularizadas, por una parte, y por otra, la
especificidad de los procedimientos de producción de obra en relación a las
definiciones simbólicas de una macro-zona, en su dependencia estructurante con
los imaginarios locales.
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