Hay que insistir en la defensa del Monumento al General
Schneider. Antes de esta remodelación
vial que lo ha convertido en un signo más de la deposición del poder
ceremonial, el monumento ya estaba des/monumentalizado. Es la hora de preguntarse, en esta más que mediocre historia de la abstracción
geométrica chilena, por las condiciones bajo las cuáles ese premio fue
atribuido. Es un caso excepcional de “modernidad” conmemorativa, en un país en
que los próceres adquieren a través de la estatuaria una dignidad
fraguada para satisfacer el
realismo de la representación.
Será un buen momento, este, para reconstruir las condiciones
de atribución de dicho premio. ¡Ah!, ¡no
existía la Comisión Antúnez! Será un
buen capítulo para los desempleados egresados de teoría de “la Chile” que jamás
llegarán a ser profesores. No da. En
verdad es una garantía. De modo que les
sugiero que reconstruyan esta historia, sin entrevistar a los viejitos que
contarán sus anécdotas para recobrar la memoria de intervenciones heroicas. Por favor.
Busquen documentos. Encuentren las Actas de jurado. Recuperen Decretos. Reúnan Facturas. Visiten los Archivos de los ministerios. Todo
eso debiera estar en el MOP. Aprendan a investigar, ahora que están fuera
de la universidad. Empiecen revisando
los permisos municipales. Habrá quienes hayan guardado los planos, el diseño
original, los bocetos de la obra. Etc.
Tienen que poner en escena su
pulsión historiográfica para combatir la
usura de la metáfora encubridora.
Pero sobre todo, que
los egresados pidan ayuda a los coleccionistas de arte geométrico, que están en
la víspera de concertar la más grande exposición del género. De este modo, las pinturas de Carlos
Ortúzar -que se supone serán
profusamente buscadas para la ocasión-
podrían tener una extraordinaria correspondencia con la documentación de sus obras en el
espacio público, consignadas en Chile
Arte Actual como piezas relevantes de esta epopeya. Podría ser un elemento muy adecuado para
el dispositivo de mediación de la
exposición. Incluso, podrían ser diseñadas unas maquetas en cartón de algunas
de sus obras. Imaginen ustedes una reproducción plegable del Monumento al
General Schneider como inserto en un ejemplar sabatino de La Tercera. ¡Negocio
redondo! Con ficha formal e interpretación
histórico política, incluyendo análisis
forense.
Es muy probable que la furia conmemorativa sea
relanzada hoy día, luego
de los recientes funerales de Estado.
Unos preclaros parlamentarios
presentarán un proyecto para levantar un monumento. Incluso ya han declarado sus intenciones de
que la estatua de Patricio Aylwin debe
estar en la misma plaza, junto a Frei
Montalva y otros próceres. ¡No se ha
aprobado todavía el proyecto y ya están amenazando!
No recuerdo quien, pero
alguien ya lo hizo; armar un
discurso en que se analiza la historia
de Chile a partir de la disposición “urbana” de la estatuaria. Lo bello de este asunto no es la decisión
final, sino las argumentaciones previas y las condiciones para las bases de los
concursos. Algunas de ellas, las
familias, por ejemplo, imponen condiciones de reconocimiento figurativo mínimo.
Es decir, se trata de promover concursos de estatuaria del siglo XIX, para que
satisfagan la función de unas ruinas
conmemorativas epara el siglo XXI.
¡Magnífico! ¡Super patrimonial!
Hace muchos años, cuando se
realizó el concurso para el monumento del Presidente Allende, hubo una escultora que propuso una infracción en la pose. Aparecía el presidente en el momento de
abandonar la silla, justo en el momento de levantarse para dirigirse al podio
donde lo esperaban los micrófonos a través de los cuáles se iba a dirigir al
pueblo. Era la pose del líder que abandona una posición sedentaria –de escritorio- y que eleva su
dignidad de hombre en movimiento hacia la gloria de la escena radiofónica del
discurso. No fue aceptado. No pasó,
creo, ni la primera ronda de discusiones del jurado.
No recuerdo por qué, el día de la inauguración del
monumento, los militantes comunistas, retenidos detrás de una barrera,
comenzaron a lanzar monedas a las autoridades.
Habría que revisar fotografías y diarios de ese día, para recomponer el
tono de esos incidentes.
Entonces, ahora, tendremos que enfrentar la discusión sobre
este nuevo monumento. Ya lo dije: la
familia participará en la redacción de las bases. Luego, los asesores del Partido. Enseguida, algún ex presidente. Finalmente,
algunos escultores. Sin olvidar a un
representante de DDHH. Y parlamentarios,
por cierto.
En relación a la solicitud de similitud figurativa que
tendrá este monumento, porque de lo
contrario romperá la “unidad de estilo” de la plaza, es preciso
dimensionar el valor de la contemporaneidad retrasada que tiene el
Monumento al General Schneider. Que
esto, sin embargo, no nos lleve a sostener que se trata de la mayor expresión de arte público que tuvo
lugar durante el gobierno del presidente Allende. Por decreto de la historiografía oficial, la
mayor expresión de arte público fue la construcción y decoración interior del
edificio de la UNCTAD III.
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