La situación de las escuelas ha retenido mi atención, pero
solo como un ejemplo de la deficitaria situación interna de la escena de arte.
Hemos escuchado mucho hablar de cómo se va a revolucionar la institucionalidad
artística. Hemos perdido el tiempo
discutiendo con agentes que no
conocen el comportamiento de las escenas
locales. El desarrollo del sector –como le han denominado- , parece depender de lo que debe ocurrir en
Cerrillos.
Los terrenos del antiguo aeropuerto fueron donados por la
familia Guggenheim, para ese fin declarado.
Tiene que haber habido un gran cambio de criterio a nivel
de la gestión de las Obras Públicas para que jurídicamente fuese aceptable un cambio de destino y
apareciera el famoso proyecto del Portal Cerrillos. Nunca más escuchamos hablar de eso.
Recuerdo declaraciones de Max Marambio en los medios, en favor de mantener abierto
ese aeropuerto y no destinar el predio a proyectos inmobiliarios. No sabemos –tampoco- en qué está todo eso.
Pero resulta como chiste de mal gusto el
saber que la remodelación del antiguo edificio del terminal aéreo va a ser
convertido en la Metro-Goldwin del arte chileno. Es como si escucháramos una vez más que una ruina industrial está en la base
de una reconversión en espacio cultural.
¡Que gran descubrimiento! Cuando fracasan los negocios ingresa la cultura. ¡Que buen concepto! Cultura de la reconversión.
Mientras escribo estas líneas se reúne una asamblea
ciudadana en Tomé, para oponerse a la demolición de la fábrica de paños Oveja
Tomé, entendida como patrimonio de la ciudad. El área de artes visuales no ha tomado cartas en el asunto, porque le
teme al patrimonio. No sabe nada. Podría haberse enterado a través de la obra
que montó en el Parque Cultural de Valparaíso, la artista penquista Leslie
Fernández. Les entrego la información.
Lean el catálogo de Depresiones intermedias,
proyecto liderado por Rodolfo Andaur. Lean el ensayo de Carolina Olmedo.
Les va a hacer bien. Les va a demostrar que la autonomía de los proyectos y la
experiencia adquirida en las escenas locales, puede más que la “política de los
peones”.
Algunos dirán que son los ciudadanos quienes hacen que se
desplomen los proyectos inmobiliarios en provecho de la validación de espacios
culturales. La asamblea de Tomé representa a una ciudad entera. ¿Qué apoyo han tenido de parte de las áreas
de patrimonio y de artes visuales del CNCA?
Toda la atención está puesta en Cerrillos. El resto del país parece estar satisfecho por
migajas. Pero aunque aumenten los recursos, lo único que ocurrirá será más
dinero público malgastado.
La apertura de
Cerrillos tiene elementos reparatorios muy sabrosos. A falta de Becas
Guggenheim, al menos tenemos el usufructo de un sitio ligado originariamente a
dicho apellido. Algo es más que nada.
Todo lo anterior no debe desviar nuestra atención sobre la
situación de las artes visuales en el “resto” del país. He recibido por correo un documento reservado, al parecer generado
en el área de artes visuales, que pretende instruirnos en algo que ya sabemos
de sobra.
El área de artes
visuales carece de una política y comete
el fraude de copiar fragmentos de iniciativas ya existentes
y de estudios que ya han sido
realizados, para armar un compendio de lugares comunes a ser aplicados en un
territorio que no conoce.
Los grupos de presión que
ingresaron al gabinete con Ottone
no lo podían manipular a su
antojo al anterior encargado. Había que
sacarlo de allí para traer introducir un
pingo. Esta metáfora hípica es muy
precisa, porque señala que hay personajes –los apostadores, los preparadores,
los dueños- que hacen correr a las
bestias en su nombre. En este sentido,
Varinia Brodsky no tiene la menor importancia. Está puesta allí para hacer la
política de otros. Es decir, para implementar una ausencia de
política. ¿Cómo lo hará? Carece de
pertinencia para hacer ese trabajo. Es
preciso tener cuerpo de obra para pasar, de ser asistente de una ruina museal
santiaguina a coordinadora de la situación compleja de las artes
visuales en el país. Entre nepotismo y
luchas de influencia de corto alcance se define todo.
En ciudades como Iquique, Antofagasta, Concepción, por
ejemplo, ya están hartos los artistas locales de recibir visitas de artistas
metropolitanos que “les enseñen” a hacer dossiers. ¡Perdón! Ya están hartos de asistir a talleres de revisión de
portafolios. Ya están hartos de soportar
la visita rápida de algunos
próceres en crisis de reconocimiento metropolitano.
La situación de las artes visuales en regiones necesita de
una producción de conocimiento, digamos “etnográfico”. Para eso se requiere un mínimo de trabajo de
campo. Algunas experiencias importantes en este terreno han
sido consignadas en mi libro Escena
Locales (ficción, historia y política en la gestión de arte contemporáneo),
publicado por Curatoria Forense en el
2015.
En este libro hay una sección llamada Glosario, donde
expongo el alcance de unos términos que he introducido en el análisis de campo
de las escenas locales. Uno de esos términos es el de Tasa Mínima de Institucionalización de prácticas. Es un término que puede ser(les) de gran utilidad. Su indolencia les ha impedido leer el libro. No califico.
En lo inmediato, los agentes locales deben enfrentarse a la
arbitrariedad de los jefes de Santiago, que
necesitan enviar a regiones a sus
propios “peones” con el único propósito
de asegurar una línea de mando que no conduzca
más que al fortalecimiento de su
propia situación laboral, en la selva urbana del CNCA. Es lo que ocurre con programas no
retenidos por el Fondart, pero que –de todos modos- obtienen
atribución de fondos.
Porque, ¿de qué otro modo se
puede explicar la implementación del
ambicioso y desinformado proyecto de una
fracasada artista que funge como gestora?
Angie Saiz debe dar algunas explicaciones y defender la legitimidad de
su proyecto. Este tipo de iniciativas,
como otras en fotografía y en nuevos medios, refleja un modelo de
comportamiento que ha sido montado para fidelizar a las huestes.
Lo que pasa es que ahora le
toca a una franja de artistas que no había sido suficientemente favorecida,
y cuya ansiedad por reconocimiento oficial los convierte en pequeños peones de
una política de colonización. De seguro, viajan a realizar residencias sin
concebir ni el tiempo ni un método para
la realización de estudios de campo. directa, para realizar encuentros en regiones que ya la Trienal demostró su
límite. En verdad se trata de la administración de recursos en favor de peones
remunerados.
En Iquique, Antofagasta, Concepción, han existido y
existen iniciativas destinadas a
fortalecer los rudimentos de escena local, de acuerdo a unos parámetros que
toman en consideración las particularidades de cada situación, siguiendo las demandas simbólicas de una
cierta tradición local contradictoria,
poseyendo elementos propios que se conectan con otras prácticas, que no
siendo propias de las artes visuales, sin
embargo poseen un efecto estético más consistente de lo que éstas han podido
lograr.
Los burócratas de Santiago no saben nada de esto ni de cómo
funciona la temporalidad regional. Ni siquiera entienden que desde regiones es
totalmente posible elaborar proyectos internacionales regionales.
Iquique y Antofagasta se conectan con Lima, Cochabamba,
Salta y Tucumán, desarrollando proyectos centrados en las relaciones migratorias complejas que tienen lugar en el
altiplano y que comprometen la economía
simbólica local. Hay experiencias
que se conectaron a Rosario y Concepción; otras que lo hicieron con Río
Gallegos y Punta Arenas. De esto, ni
Brodsky ni Saiz saben absolutamente
nada. No califican, fuera de provenir
del MAC, ¡con qué experiencia! ¿El MAC, como referencia de profesionalidad?
¡Por favor!
He revisado la minuta interna de carácter reservado. En relación a regiones hablan de una
asimetría notoria con especial diferencia de profesionalización entre la
capital y regiones. Pero dicha asimetría no define el criterio en función del
cual ha sido reconocida, si pensamos que ni siquiera en la capital existen esos
indicios de profesionalización. La
profesionalización artística es
deficitaria en la capital para que anden dando lecciones.
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