En la lamentable exhibición de la colección no menos
lamentable del MAC encontré una obra de Smythe, que corresponde a Paisaje Urbano; la exposición que hizo
en Galería Cromo en 1977, antes de partir a Florencia. Sin embargo, no hay ninguna precisión
museográfica sobre la historia de la obra y su importancia para justificar la
inclusión en la colección, a parte de indicar que se trata de una donación de
Paulina Humeres. Al menos podrían haber
indicado que tanto Francisco como Paulina eran alumnos de la Escuela de Bellas
Artes en la época en que el actual director del MAC era el comisario político.
La fotografía de la última entrega –Fabrica de Confecciones
Carnaby- proviene de una de las láminas que se expusieron en Galería D21
recientemente. Todo eso tiene que ver
con una coyuntura de la que el MAC parece no estar dispuesto a respetar el
trabajo de historia, a juzgar por la “mala leche conceptual” con que han sido redactados los
textos de muro, en los que se puede advertir una de las farsas analíticas de
época, al establecer una línea de
dependencia cuasi ontológica entre el
rol del Taller Bellavista y la ya saturada continuidad de la dirección de este
museo.
La broma a la que nos somete este tipo de operaciones operáticas es que la continuidad del museo está
predeterminada por el rol originalmente resistente
del Taller Bellavista, que siempre tuvo una debilidad para distribuir garantizaciones.
(Desafío a esta gente que escriba su historia de despojos y de
abusos de confianza sobre los títulos de dominio. De seguro, los jóvenes
estudiantes no saben a que me refiero.
Tienen que preguntarle a la Tía Yoya, fuente de todos los relatos. La
fidelidad en la repetición de las fábulas les puede asegurar un empleo precario).
El antiguo comisario omite
hablar de las condiciones bajo las cuáles fue orquestada la des-balmesización de la que dicho taller
debía hacerse portador, para asegurar
una carrera en la post-dictadura, y que
de paso le permitiera mantener la exoneración de Balmes y Gracia Barrios en
la universidad de la Transición Readecuada.
¿No es una vergüenza que la PUC haya tenido que acoger a Balmes, porque
su alma mater le dio vuelta la
espalda? Esto no cosa del destino, sino
una decisión de “política académica”.
En esta forma, Smythe antecede la resistencialidad autoproclamada por los héroes gráficos de Bellavista, cuyo negocio ha sido sobredimensionar el rol que tuvieron durante
el corto período de su autonomización material y política. La des-balmesización era el paso previo a la
des-comunización adecuada para forjar las alianzas de sobrevivencia reinscriptiva de los
noventa con los despojos –por no decir
los desechos- de la Avanzada.
Digámoslo así: Smythe fue el primero en remarcar el peso
estructurante del sistema del corte y confección en la plástica chilena. En ese
momento, Mointes de Oca y Soro estaban
en el colegio todavía. Había un hecho indesmentible
sobre el cual Smythe ya había concentrado la atención durante la
Unidad Popular, porque una fábrica de confecciones resume y condensa la
representabilidad del cuerpo. El departamento en que vivía en calle San Diego
quedaba al lado de la Fábrica de Camisas Incazar. Ya desde los años de la escuela, la referencia
a la sastrería era de rigor en el trabajo de Smythe, donde siempre acudieron a
la cita unos señores con traje y sombrero. ¡Que curioso! ¿No?
Pero lo único que esto demuestra es que en el inconsciente
gráfico del sistema del que es deudor, el corte y confección es una figura
recurrente que señala una fisura por anticipado; ya que así como los negocios para hacer retratos de
uso público, lo que más sobresalía en el interés de Smythe eran los oficios que
la apertura de la economía de la dictadura iba a ruinificar.
La hipótesis que he trabajado acerca de la “excrecencia” del
sistema gráfico de la Facultad remite al hecho que Smythe, por si solo, expone
la tendencia más radical del sistema gráfico de la Facultad, dejando al Taller
Bellavista el cumplimiento de su rol más
conservador, en el terreno del grabado.
Allí se hacía grabado tradicional y se discutía mucho. Pero lo central
de las discusiones lo ponía la gente que venía de afuera. El taller fue apenas
una caja de resonancia del discurso de otros. Pero Smythe precedió todo esto. Díaz recogió la trazabilidad del sistema en
1981, con la Klenzo, que demostró que la labor del mencionado taller había sido
solo de fungir como sociedad de socorros mutuos.
En junio de 1981 Leppe realizó, en el Taller Bellavista, que
había cambiado pomposamente su nombre a Taller de Artes Visuales, una de sus performances más significativas: Prueba de Artista. Y eso fue una parodización del rol del propio
taller, poniendo de relieve la corporalización de las prácticas, en lo que era
tan solo la repetición general anticipada de lo que iría a presentar en el baño
público del Museo de Arte Moderno dela Ville de Paris, en septiembre de
1982. Smythe, por su parte, en Paisaje Urbano, había definido lo máximo
que el sistema gráfico de la Chile podía dar.
La lámina que se expone en el MAC
establece los términos de una polémica para cuya reconstrucción confunde
a sabiendas las pistas.
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