domingo, 22 de noviembre de 2015

LA MADONNA COMO EXCRESCENCIA FINAL DEL SISTEMA GRÁFICO DE LA CHILE.


El 11 de Noviembre, en la Pinacoteca de Sao Paulo,  en las Octavas Jornadas de Historia del Arte (Pinacoteca/CREA/UAI) leí una reducción de la ponencia que aparece publicada en http://www.humanas.unifesp.br/ppgha/publicacoes/livro-historia-da-arte-colecoes-arquivos-e-narrativas/view.   Esta ponencia ya había sido anunciada en el primer capítulo de Apuntes sobre la exposición de la Colección de Pedro Montes en el MAVI,  publicados por  Galería D,21 en marzo de este año, bajo el título de Palotes.  De este modo, esta ponencia fue el comienzo de un largo ensayo que prometía la entrega de una Segunda Entrega, actualmente en curso de redacción. Así planteada, frente a la posibilidad de ser objeto de una lectura durante unas jornadas, su extensión superaba los veinticinco mil caracteres.  Fue entonces que tuve la iniciativa de escribir reducciones que me permitieran no exceder los quince minutos de exposición que cada uno de los participantes disponíamos. Para lo cual, finamente, escribí dos versiones,  teniendo que escoger por una de las dos en función de cómo estimaba el desarrollo de los debates. Fue así como presenté La primacía del trazo, que de hecho, no leí en su totalidad, sino solamente las dos últimas páginas, destinando mis esfuerzos  iniciales  a la exposición oral improvisada de un incidente según el cual se sostiene que es la poesía la que ha inventado el paisaje chileno.  Para luego, situar la densidad des/ilustrativa de las obras de Balmes y Dittborn. Por un corto período. Vuelvo a sostener, entonces, que la pintura chilena no ha hecho más que –mayoritariamente- ilustrar el discurso de la historia.

En este blog que pongo en función,  hago público no solo el texto reducido de la presentación durante las Octavas Jornadas, sino también el que desestimé, pero cuya utilidad me parece de rigor,  en la actual coyuntura editorial. Su título es Los palotes, la tortilla y la sirvienta y aborda el objeto de la ponencia bajo la presión descriptiva de los primeros soportes de presentación del método-manifiesto de Dittborn –La Tortilla Corredora, catorce tumbos- ,  ya publicado en el catálogo de su exposición de dibujos en Galería Epoca, en mayo de 1976 (delachilenapintura, historia).

En el coloquio paralelo que tiene lugar durante el desarrollo de unas grandes jornadas académicas, en que yo representaba a la Escuela de Artes de la Universidad Diego Portales,  dos críticos y profesores italianos me hicieron dos observaciones que me parecen de extrema utilidad para el desarrollo de mis trabajos.

La primera se refiere al carácter de la madonna del arte chileno propuesta como figura paródica por Díaz, en relación a sus filiaciones iconológicas, que determinan la procedencia higienista de la  jugada narrativa sintomatizada por la imagen de la Klenzo. Habiendo realizado una estadía en Florencia, en 1979, es muy poco probable que no se haya enfrentado al uso cotidiano de un producto de limpieza  de la marca Lanza, que tenía como ícono la imagen de una sirvienta holandesa.





Resulta evidente la deuda referencial  respecto del modelo de producción de brillo que estaba implícito en la estampa italiana, que desde la cultura popular instalaba sus colores y funciones como una sustituta que ponía de manifiesto  el deseo de re-virginización del mundo y de su percepción.  La operatividad chilena de la chica Klenzo  tiene su en la colaboración implícita que forja  la estancia florentina entre Díaz y Smythe.

La segunda observación dice relación con la tecnología del trazo, ya que de acuerdo a la teoría vinciana no es indiferente la presión  bajo la cual éste viene a ser ejecutado.  A mayor presión, mayor proximidad; a menor presión, mayor distancia.  La aparente inconsecuencia dittborniana  se afirma en la política del trazo. La famosa y mítica formulación de la política del pliegue está precedida por la política del trazo, en su determinación técnico-manual.  Lo cual es un guiño inconsciente a la enseñanza albersiana que se instala en el campus de arquitectura de la Católica, desde comienzos de los sesenta en adelante.  Sin embargo, no es determinación directa sino por la presencia en Dittborn del principio “menos es más”, propio de la pulcritud que lo asiste. Lo cual me hace pensar en el agotamiento que ya en esa coyuntura experimenta la referencia al sistema gráfico de la Chile, que en las obras de Smythe  y de Díaz verifica su última insistencia.  Si por ello podemos figurar las operaciones de “stencilización” de la imagen  que abre  remueve la zona polémica de 1981.

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