El roman
de gare ha sido reemplazado paulatinamente por el “feel-good book”, que,
literalmente, quiere decir “novela que hace bien”. En definitiva, es el tipo de
libro que ilumina vuestra jornada y que ofrece una burbuja de oxígeno lejos de
un cotidiano pesado.
Se equivoca quien piensa que en este campo solo
deben ser consideradas las comedias,
porque las “comedias dramáticas” también encuentran su lugar. ¡Oh! Un oxímoron.
Procedimiento exagerado ya por Matta y empleado a título jocoso por premios nocionales con síndrome de
erudición post-dadaísta. En todo caso,
cualquier libro que amemos puede entrar en esa categoría. Es decir, toda la crítica de arte no es más
que una comedia dramática. Lo que se olvida es que el libro debe presentar una
visión optimista de la vida. En la actualidad académica de corte jesuítico debe
ser un libro en el que se presenten personajes capaces de inspirar al lector a
ejecutar acciones buenas. Donde los artistas aparecen, siempre, como personajes
positivos (que son).
He tomado interés por este formato editorial al
pensar en el destino de la crítica de arte y del trabajo subsidiario de los
jóvenes lobos de la historiografía en Chile. Bajo el aspecto de una comedia, el
“feel-good book” ofrece una verdadera reflexión sobre nuestra capacidad de
“re-inventarnos” y de creer aún en nuestros sueños. La idea es que debemos
adaptarnos ferialmente a situaciones difíciles para sacar siempre lo que sea
más útil a la visibilidad de las inversiones sísmicas. Es muy bueno equiparar
las prácticas de arte a la actividad telúrica porque eso denota una expresión
geográfico-identitaria que nos hace (h)únicos. Se trata de libros de auto ayuda
historiográfica en que se pone en valor la importancia de la amistad de
provincia con las visitas ilustres. Pero es un esfuerzo por borrar toda
conflictividad de la historia, en provecho de una excusa que permita justificar
la neutralización obstructora como política.
En este sentido, disponemos de un abanico de
posibilidades que van desde obras y textos de acompañamiento sobre experiencias
de residencias en comunidades carenciadas, hasta intervenciones en el paisaje
en pro de la defensa del agua, pasando por las re-escenificaciones de lugares
de memoria. Todo lo cual, descrito en la clave maníaco-depresiva de un “nunca-más”,
pero sobre todo, de restitución de lazos
sociales por decreto..
En definitiva. Esta palabra es fundamental. Se
pronuncia poniendo la palma de la mano sobre el pecho. Entonces, en definitiva,
repito, se trata de una crítica de arte
que solo se piensa como restitución post-académica
de un mantra promocional que limita con el nepotismo,
donde la re-invención significa montar historias de encubrimiento de los
fracasos, de tal modo que sea posible especular sobre el vacío de obra y
adquirir un estado de autismo relativo que debiera ser interpretado como
sabiduría.
Las situaciones difíciles corresponden siempre
al inventario de casos autorizados para una especialización en “artes de la infracción”, dando lugar a un conjunto
de obras que celebran la grave dependencia de la segunda generación de artistas-esceno-avanzados, con garantía implícita de redes de defensa gremial
para conceptualismos históricos decoloniales. Esas son las obras que se
re-inventan en zonas curatoriales extremadamente agotadas y acotadas, que
sobreviven más de las promesas de sus gestores que de logros efectivos de
avance institucional.
La comedia dramática del arte chileno explotaría
de manera positiva la certeza de su hundimiento, a la hora en que el
estiramiento de los efectos de la dictadura todavía demuestra su utilidad, en
una especie de retoque inflacionario de la nostalgia por un período inventado a
la medida de artistas jóvenes e investigadores que viven para la invención de un trauma de origen diferido,
dispuestos a consumir con desesperación los relatos de conveniencia.
¿Dónde está lo positivo? Gracias a la existencia de financiamiento
universitario para publicaciones, en el marco de una producción editorial que
contribuye a mantener opciones de acreditación, las posibilidades que tiene los
jóvenes lobos para ser publicados han aumentado exponencialmente. De modo que
la auto-confirmación ritual de nuevas acciones (neo-performance), la citacionalidad religiosa de sus referentes, la ilustratividad de su inventario, entre
otras cosas, hace posible su circulación en un mercado siempre secundario, al
que llega con un retraso que se apresura en omitir. De todas maneras, espera
ser compensado por un tipo de coleccionismo que ponga a precio de feria un pack de obras políticas. En ese sentido
deben competir con las pocas piezas que todavía quedan de artistas que en los
años ochenta eran considerados como “grupos de apoyo”.
Churchill-and-Newton decía que nunca antes,
tantos les debían tanto a tan pocos. De manera análoga es posible sostener que
en la comedia dramática del arte, nunca antes se ha publicado tanto y ha servido a tan poco.
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