En mi última
columna hablé de seguimiento de las obras, que equivale a reconstruir la
rentabilidad de los envíos. Solo quiero
regresar al año 1984, para relevar el hecho que ni siquiera el Envío a la Vº
Bienal de Sidney tuvo seguimiento de parte de sus propios agentes. Es posible,
en perspectiva, entender que solo fue una plataforma de promoción de Nelly
Richard en el espacio australiano, habilitada por Juan Domingo Dávila. Desde
allí debía venir el “salto” hacia Nueva York, pero desde ese “otro lado”.
Un famoso artista
me dijo que una vez había encontrado en Nueva York, en el depósito de una
galería, varios paquetes de Art&Text amontonados. Todo eso, para advertirme que la operación no
había tenido éxito alguno. Sin embargo,
mi informante no sabía que el trazado y destino de algunos títulos se construyen
a partir del manejo posterior de paquetes perdidos y olvidados de libros; sobre
todo, cuando corresponde construir la imagen de una dictadura de acuerdo a la
conveniencia de unos relatos heroicos que pasarán a poblar las bibliografías de
los departamentos de cultura visual y de literatura de algunas universidades
americanas de la costa oeste.
La gran inflación
de lectura de ese número de Art&Text tendría lugar, por lo menos, una década
más tarde. Y de eso habrá que hablar, en
su momento. Es decir, de cómo se
construye la atención crítica sobre un objeto.
Entonces, el
envío de 1984 a la Vª Bienal de Sidney fue la anticipación ilustrativa que se
concretó en “Margen e Instituciones” en 1987, como número especial de la revista Art&Text, pero cuyo borrador
había sido canonizado de manera anticipada por la escritura rápida de “Una
mirada sobre el arte en Chile” en 1981. Cualquier discusión actual sobre
“autocríticas” e interpretaciones metaforizadas al exceso debe pasar por la
consideración estricta de las obras.
Quizás sea
necesario señalar que la versión de “Una mirada sobre el arte en Chile” fue
diseñada por Leppe e impresa sobre papel carátula gris, copiando el mismo
formato que ya había utilizado para una publicación que había sido puesta en
circulación en junio de 1981 y que se titulaba “Inter/Medios”, cuyo “objeto”
era instalar la productividad del “concepto de margen”. ¡Oh! De ahí, entonces, ¡“margen e
instituciones”! ¡Qué ironía: la
institución del margen!
Recordé la
existencia de esta publicación hace unos días, cuando Alberto Madrid
(Universidad de Playa Ancha) vino de visita al escritorio del CEdA, buscando
elementos (documentos) para un estudio que realiza sobre los textos de
1981. En términos estrictos, en el CEdA
nos hemos dedicado –entre otras cosas- a abordar las diversas coyunturas de
este inquietante año 1981, motivados por reconstruir las condiciones formales
de la producción editorial de la obra Dittborn,
en torno a dos especímenes extraordinarios que definen las coordenadas de su
trabajo, y que han sido muy poco conocidos por el público cooperante.
Hagamos el
repaso: “Un día entero de mi vida” (cuaderno-único), fabricado entre febrero y
mayo; “Fallo fotográfico”, edición de grabado (fotocopia) de 47 ejemplares,
realizado entre mayo y julio. A estos objetos les he destinado algunas columnas
en este blog y próximamente, en el boletín nº 4 del CEdA publicaremos dos
trabajos sobre dicha coyuntura de productividad editorial, escritos por Vania
Montgomery y Alejandro de la Fuente, para situar la aparición de “Un día entero de
vida” (Envío a Sidney) y conectar su diagramaticidad con la pintura
aeropostal “To Return (Miami)” que debe
ser de mediados de los noventa y sobre cuya puesta en edición escriben Catherina Campillay y Maríairis Flores.
En el fondo,
abordamos trabajos que se desarrollan a lo largo de (más de) una década y en
los que es preciso poner en suspenso las temporalidades, para “hacer hablar”
los diagramas.
Sin embargo, es
preciso poner atención en las fechas de ciertos acontecimientos, como el 30 de
junio y el 27 de julio. Hay gente que no se quiere dar cuenta que “Una mirada
sobre el arte en Chile” de Richard, publicado en octubre, no puede
ser disociada de la publicación de “Inter/Medios”.
Esta edición ha
sido fijada en una primera fecha: 30 de junio. En ella se plantean situaciones
reflexivas que solo adquieren sentido y pertinencia en el seno de un ambiente discursivo que hoy llamaríamos colaborativo y que permite,
tanto el encadenamiento de problemas
como el reticulado de un espacio intelectualmente muy acotado, del que es co-deudora.
Entonces, pongan
atención: 30 de junio, “Inter/Medios” (Mellado/Richard); el 27 de julio, “Fallo
fotográfico” (Dittborn). En agosto, “Una
mirada…” El septiembre, Leppe hace la
performance (contra Dittborn) en el TAV, que titula “Prueba de artista”. En
octubre cierra el festival de videoarte con otra performance (contra Richard) donde emplea el mismo título del libro
que esta escribe a partir de su obra; “Cuerpo correccional”. (Ver
www.carlosleppe.cl)
Debo poner en
antecedentes a los lectores investigadores jóvenes que respondí de inmediato a “Una mirada …” a través de una edición en fotocopia de una
decena de ejemplares, que lleva por título “Nelly, tu mirada sobre el arte en
Chile”.
Para
diferenciarme jocosamente del papel carátula de Leppe y del cartón piedra de
Dittborn, usé cartón corrugado para poner en la portada y escribir a mano el
título como una parodia a la edición del cuaderno único de Dittborn que ya he
mencionado. Dittborn se puso furioso. No
por el gesto risible, sino por el contenido, que calificó de “texto joyciano”,
por lo exasperadamente ilegible.
Cuando digo que
era una falsa contribución me refiero al hecho de que siendo una propuesta de
texto para el número de La Separata –tabloide regentado por el grupo
subordinado al gerenciamiento de la agencia de publicidad que llevaba la cuenta
de Muebles Sur-, estaba redactada para no ser acogida. No solo Dittborn objetó mi inclusión. El tema
es que ya estaba resuelta de antemano; porque el equipo editorial precisaba de
manera escueta el deseo de disponer de un
canon. Richard lo proporcionaba. Así quedará establecido por las
operaciones de validación de su envío a la Bienal de Paris, que organizó como
un efecto-de-colectivo, simulando la
sensación de conducir un movimiento programático cuya primera redacción había
sido ensayada en “Una mirada sobre el arte en Chile”, respecto de la que es
preciso poner atención a una imagen, para entender la trama sobre la que Leppe invertiría
el deseo interpelativo de (dicha) editorialidad.
En la portada de
esta publicación sobre papel carátula gris y anillado negro, Leppe decidió
imprimir la foto en alto contraste de una escena en la que un grupo de personas
miraba la realización de la acción de Carlos Altamirano, en la vereda de
Providencia, en las afueras de la galería SUR, el 30 de junio de 1981, en la
que se alcanza a identificar la figura de Patricio Marchant, quien fuera el
lector del “Discurso contra los ingleses” el 30 de noviembre de 1980, cuando
fueron presentados “Cuerpo correccional” y “Del espacio de acá”, en esa misma
galería. En la estructura binaria básica del Leppe de ese entonces, privilegiar
a Marchant en la portada era un gesto contra Kay. Ambos eran docentes en el
Departamento de Estudios Humanísticos, pero no representaban lo mismo. Disponer
a Marchant tenía el propósito de señalar que había “adquirido” un “nuevo
aliado”. Marchant era el único referente
académico al que había que apelar para garantizar su mirada, puesto que era el
único que citaba a Groddeck. Pero es
preciso asociar la materialidad de este soporte editorial, con “Inter/Medios”,
cuya tipografía fue impresa con tinta roja sobre papel carátula de color azul paquete de
vela.
Conectemos este
gesto de disponer a Marchant en “Una mirada…” como un adelanto de lo que
tendremos en la primera mitad de 1982. Marchant será el único crítico que escribirá
sobre la (nueva) performance que
Leppe realizará en mayo de 1982 –La Biblia/La Pietà- en la que se hará acompañar por Richard y
Dávila, quienes cumplirán la tarea corporal de escenificar la pose de la pietà dittborniana. Lo cual señala hasta
qué punto las obras producidas en ese período se ajustaban a la continuidad de
una secuencia polémica (reductivamente) autofágica.
Es preciso
regresar a las primeras condiciones de circulación de unos textos, cuya lectura
permitirá entender diferencias iniciales, para no reproducir los reduccionismos
desidiosos que algunos renombrados directores de tesis habilitan de manera
ejemplar.